Pedro Carreño

La Ínsula

Pedro Carreño


Lo de esta noche

31/10/2023

Si usted, estimado lector, piensa esta noche disfrazarse de zombi, se le sugiere abandonar inmediatamente la lectura de esta columna. Ahorrará unos minutos, y no perderá su valioso tiempo con esta torpe columna. Si continúa leyendo, puede que su grado de cabreo será bíblico al finalizar la lectura. En ese instante final, tendrá la tentación de contactar con el autor para decirle cuatro cosas bien dichas, que seguro las merece.

Si opta esta noche por vestirse de adefesio, llevar del brazo colgada una calabaza, simular que su boca y ojos manan sangre, y que un cuchillo le ha atravesado el cráneo, lo primero que le dice el señor que aparece pintando arriba es que está usted en su derecho de hacer lo que le dé la gana. Usted, y todos los que le acompañen de tal guisa. Disfrute, pues, de esa opción vital y lúdica hasta morirse de risa. A estas alturas, ya sabrá que la columna va dedicada a la noche de Halloween (Jáloguin, a partir de ahora).

Si es adorador de Jáloguin, querido lectorzombi, esta noche festiva no la riegue con un buen tempranillo de La Mancha, o una airén de la tierra. Sea coherente y beba como lo hacen los granjeros de Iowa en todas sus festividades locales. Ínflese de Coca Cola, de malteadas o de ponche de huevo. Brinde por la ruta sesenta y seis o por las Everglades, y sentirá más integrado  en Jáloguin.

Esta noche, además, olvídese del pisto y los huevos fritos con puntillita. Del jamón de bellota y del inmejorable queso que produce La Mancha. No deje que el aceite de nuestras reconocidas almazaras le caiga por la comisura de los labios. Que el aove brillo, en su ilustre barbilla, no estropee su esmerado maquillaje. Si asiste a un ágape jaloguiniano -o es usted quien lo organiza-, el protocolo de la noche le recomienda elaborar unos canapés de crema de cacahuete acompañados por una ensalada de gelatina. Preséntelos en una bandeja que simule salir de una alacena repleta de telarañas, y no pare de decir a sus invitados: susto o muerte.

Si a usted, además, le cuesta levantarse de la mesa porque disfruta de ella, opte por platos con más peso y mejor elaboración. Por ejemplo, un scrapple (un pudin espeso de despojos y recortes de cerdo), unas gachas de maíz, y rematar el festín con una cazuela de batatas con esponjitas (sí, las que se compran en las tiendas de las chuches).

Si ha soportado la lectura de la columna hasta este renglón, el autor le da las gracias y le desea que disfrute de la noche, antaño propiedad de Don Juan Tenorio y de Doña Inés. 

Goce de Jáloguin si así es su voluntad. Quien firma columna, un año más, releerá aquellos versos inmortales de nuestro Siglo de Oro, a ver si de una vez por todas se los aprende. Aquellos que decían: «yo a las cabañas bajé, yo a los palacios subí, yo los claustros escalé y en todas partes dejé memoria amarga de mí».

Por cierto: ¿Algún lector sabe dónde reponen esta noche Don Juan Tenorio?

 

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