Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


De Aristóteles a Chillida

27/09/2023

Escribió Dostoievski en El Idiota que «la Belleza salvará el mundo». Nuestra agitada sociedad, que vive pendiente de la fugacidad de un tuit para informarse, o de la inmediatez del 'guasap' para comunicarse, ha olvidado que lo más hondo de nuestro ser precisa nutrirse con el sosiego, que necesita pararse, pensar, contemplar; que requiere momentos de paz, que, como un remanso de agua cristalina en medio de un paseo por el bosque, calmen su más profunda sed existencial. En este tráfago constante en el que nos sumergimos, echamos de menos instantes de reposo interior. La vorágine que nos arrastra nos lleva a que incluso ese alimento tan necesario que es la lectura se reduzca en ocasiones a textos ligeros, sin demasiada complicación, una mera distracción pasajera y volátil.
No es el caso del libro que hoy les comparto. Una obra densa que parte de la contemplación sosegada de la belleza surgida del genio de un artista, entreverada con la que ha dado a luz la naturaleza en un lugar de Guipúzcoa. Chillida Leku. Una reflexión que brota, transformada en palabra, de un viaje iniciático, de encuentro y diálogo con ese trascendental tan olvidado que es el Pulchrum, la Belleza, y que sólo podría ofrecernos la fecunda pluma de Antonio Hernández-Sonseca, quien, una vez más, nos sorprende con un texto en el que aflora, como torrente impetuoso, la ingente cantidad de lecturas que el autor ha saboreado, pensado y entrañado.
El panorama categorial de Chillida Leku, publicado hace apenas un mes en Editorial CELYA, nace del encuentro del autor con ese lugar tan especial, en el que se condensa la obra del genial Eduardo Chillida. Ubicado en las cercanías de Hernani, acoge, en torno a un caserío que alberga algunas de las piezas más delicadas del escultor, toda una muestra de obras diseminadas en un amplio espacio natural, que sirve de museo al aire libre, invitando a una interacción entre dos potencias creadoras, la del hombre y la natural. Un lugar que, sin duda, incita a la elevación estética, a la contemplación y a la reflexión, como ha hecho Hernández-Sonseca, desde el asombro, la admiración – el Thaumazein-, ese estado que Aristóteles consideraba el previo al acto de filosofar y Platón condición y posibilidad para el conocimiento, comunicándonos el entrar en contacto con los secretos de la materia, que según María Zambrano, nos adentra en el Misterio.
El libro es un singular diálogo, desde esa predisposición previa, nacida del degustar lecturas abundantes, entre la obra del escultor vasco y la filosofía aristotélica, plasmada en un intento de verter la experiencia inefable vivida en ese rincón guipuzcoano en las viejas categorías del Estagirita, elaborando un mundo categorial propio, que va desgranando a lo largo de breves capítulos, entretejidos de poesía, llenos de sugerencias y de invitaciones, que culminan en un 'sigue aprendiendo' desafiante.
Hernández-Sonseca, como Goya en Burdeos, nos recuerda que siempre «aún aprendo».

ARCHIVADO EN: Naturaleza, Guipúzcoa