El domingo pasado fue un domingo como Dios manda, de comida familiar, tarde de sofá y de media hora perdida buceando por mil y una plataformas en busca de esa película que nunca encuentras y que te hacer terminar viendo cualquier cosa, lo mismo que cuando solo estaban las 'Sesión de Tarde' y los 'Cines de Barrio' de los canales toda la vida. En estas estaba cuando observé que una de estas plataformas ya tiene disponible su sección de Halloween. Y es que, a pesar de los tirantes, ya estamos a mitad de octubre y en dos semanas tendremos entre nosotros nuestra fiesta más yanqui, importada por obra y gracia de Hollywood y de los Departamentos de Inglés de colegios e institutos.
Aviso a navegantes: tengo que confesar que me gusta Halloween. Sí, yo como todos critiqué la adopción de la fiesta americana más vista en las películas adolescentes, me negué a ir a cualquier sarao ambientado con calabazas y miré con aire de suficiencia a aquellos que celebraban fiestas temáticas en la víspera de Todos los Santos. Pero pasó, tuve hijos y salí con ellos una vez, solo para probar y aprovechar que ya venían pintados de clase. Me lo pasé pipa. Desde entonces, todos los 31 de octubre saco mi ropa negra, me pongo talco en el pelo, me lo enmaraño y gasto todo el lápiz de ojos negro que tengo hasta parecer la prima hermana de Morticia Adams. Y, ya en casa, veo alguna de estas pelis de miedo para casi todos los públicos sobre algún fantasma despistado que hace la vida imposible a un humano.
De cara al Halloween de este año he decidido (por fin) cambiar la temática de mi disfraz. Estoy buscando algún fantasma patrio o similar y, como la semana pasada me motivó eso de hacer un 'top five', hoy lo repito para elaborar mi particular ranking de fantasmagoría toledana.
En quinto lugar he puesto a Sanchito. Ya sé que es una momia, no un fantasma, pero la historia del pobre infante Sancho de Castilla, hijo del rey Pedro I y muerto a la edad de 8 años, solo y recluido, bien merece ser recordada, aunque sea en forma de disfraz. Además, me cuentan que más de uno lo ha visto rondar por los pasillos del convento de Santo Domingo el Real, donde descansa en paz.
En cuarto lugar me quedo con el fantasma de San Servando. Dice la leyenda que el cruel templario Nuño Alvear, temido en toda la ciudad, recibió su merecido de una extraña peregrina, que se presentó como la Muerte y se lo llevó como castigo por todo el mal que había hecho. Desde entonces, recorre las estancias del castillo, hoy albergue juvenil, condenado a convertirse en nuestro particular fantasma de Canterville.
De vuelta al entorno de Santo Domingo el Real está mi opción número 3: el fantasma de la mujer blanca. Es la historia de un mercader avaro y celoso, casado con una bella mujer, mucho más joven que él. Cada vez que él salía, cerraba a cal y canto su casa, hasta que un día no volvió y no se supo más ni de él ni de su esposa. Dicen que en las noches oscuras ronda la zona una dama blanca, lamentándose de su suerte. Y dicen también que el mismo Bécquer se topó con ella, quedando impactado tanto por su belleza como por su profunda tristeza.
Vuelvo a salirme del ámbito estrictamente fantasmagórico para ubicar en segunda posición a los duendes del Callejón del Vicario. Pura nostalgia. Fueron varios los años que viví en esa calle y muchas las veces que, de vuelta a casa, me tope con alguna ruta contando su historia. El problema es que, como nunca los lograron pillar, no sé muy bien cómo disfrazarme de duende a la toledana (los duendes irlandeses no son lo mío).
Liderando el ranking estaría el fantasma de San Pedro Mártir, al que muchos trabajadores de la actual facultad de Ciencias Jurídicas de la UCLM han apodado 'Encarna'. He oído varias versiones sobre su origen. Para unos sería una monja del convento, algo difícil en mi opinión, ya que hasta donde sé San Pedro fue siempre masculino. Otros apuntan a la dama María de Orozco, conocida como la Malograda. Su estado fantasmal se debería al cambio de ubicación de su tumba, situada originariamente en la desaparecida capilla del Hospital de Santiago. Y también hay quien asegura que sería la dama ofendida de la leyenda del beso de Bécquer.
A la espera de más sugerencias de los lectores de esta columna, estas serían las cinco opciones para mi disfraz de la noche de Halloween en versión toledana. Se verá.