No soy muy asidua a los parques de bolas, ni a su nueva versión preadolescente de parque de saltos. Mi presencia en este tipo de recintos se limita a cumpleaños infantiles, una o dos veces al mes. Fue precisamente en uno de estos cumpleaños donde arrancó la historia de hoy. O, mejor dicho, a la salida de uno de ellos, cuando al llegar a casa observé con preocupación como la cara de mi hijo menor se iba transformando en una versión de Apollo Creek tras 15 asaltos contra Rocky Balboa. ¿Cómo se hizo eso? Pues, según su versión, saltando en las colchonetas y 'aterrizando' contra el suelo del local , «que estaba un poco duro», tal y como confesó.
Me tocó ir a urgencias, donde mi preocupación se transformó en horror al descubrir que el parque en cuestión es famoso en el lugar. En un momento, me relataron todo un catálogo de contusiones, fracturas y heridas varias que les había tocado atender procedentes de este local. Local que, para más inri, se ha convertido en el sitio de moda para cumpleaños y eventos infantiles.
Mientras esperábamos a ser atendidos, investigué un poco y vi que la responsabilidad en estos casos es dudosa, ya que al acceder a estos locales, los padres asumen los posibles riesgos que conlleva soltar a tus hijos en un lugar lleno de estímulos específicamente diseñados para, literalmente, hacer el cabra. Otra cosa es la seguridad de las instalaciones, el diseño de los juegos, su mantenimiento y su limpieza. Visto lo visto, no vendría mal una inspección por parte de la autoridad competente.
Tres horas en Urgencias y dos cafés más tarde, me dirigí cual madre helicóptero a mis hijos, con la sana intención de avisarles de que, a partir de este momento, quedaba prohibida la entrada a cualquier recinto de estas características hasta que cumplieran, al menos, los 40. Pero algo me hizo parar en seco. En concreto, el ruido de fondo del informativo de la tele, donde como de costumbre se hablaba de amnistía, bronca política y demás.
Y es que, la verdad, lo que es de 'parque de bolas' es la realidad política que nos espera a todos los españoles en este 2024 en el que nos acabamos de meter. De momento, ya está previsto que haya elecciones europeas, gallegas y vascas, todas ellas sazonadas con la más que posible aprobación de la ley de amnistía y la consiguiente vuelta a España del prófugo Puigdemont. Visto lo visto, no descartemos sumar a este dislate algún otro cambio de opinión/mentira más dentro del Gobierno de Sánchez (lo de Pamplona huele a aperitivo), que será debidamente replicado por los cabezas huecas de turno (lo de las uvas en Ferraz me temo que se va a versionar en carnaval, Semana Santa… y todo tipo de fiestas de guardar, Vox mediante) .
El problema ya no es solo que nuestros políticos se hayan tomado la política española y, con ella, el futuro de todos los ciudadanos que vivimos en este país como un juego de niños. Lo más grave es que a la inmensa mayoría de ellos parece que se les ha subido la sangre a la cabeza de tanto saltar y corremos el riesgo de acabar en Urgencias. La cosa es que cuando ellos se caen, el daño lo sufre España, y no nos lo merecemos. Se verá.