José Manuel Patón

LA PLUMA CONTRA LA ESPADA

José Manuel Patón


Con un par

29/01/2025

Estos huevos siguen siendo míos, aunque me los den hechos tortilla, la época que vivimos no ha cambiado, aunque luego me hagan calderilla. A la reportera le he regalado una huevera, llena de huevos y sonrisas, para que disfrute del viaje en autobús y de paso en la tele se eche unas risas. Mi casa está incendiada, mi despacho de micrófonos sitiado y yo sin decir ni medio verso, voy pasando y si puedo más callado. Nunca quise ser famoso con mentiras, ni fui a la tele a criticar a nadie, todo ha sido un suspiro tararira, y este verso, dedicado a recordarme, que sigo siendo nadie, por muchas sonrisas que levante. Después de escribir miles de artículos y ser un don nadie en las portadas, me ha tocado la cosa señalada por culpa de una frase mal dictada. Pido perdón a las momias calcinadas, y a quien se merece como yo una estocada, también pido perdón a los cantantes, a los poetas y a quienes viven de gente criticada. Ni soy de aquí ni perdí mi condición de Puertollano, sigo teniendo ese acento manchego que tenemos entre el payo y el gitano. He pasado la vida trabajando, entre libros, juzgados y condenas, y mantengo mi afición como abogado por quien necesita a veces redimir sus penas. El arte no me viene regalado, son 50 años de vida afanados, y esta columna me la dedico por ser quien viene del infierno y en el cielo ha aterrizado.
No me creo que sea más feliz que antes y amo el trabajo de mi vida, reconozco a quienes luchan por hermosos ideales y alabo a los Sabinas.
Me gusta reírme de mí mismo, y no me importa que lo hagan los demás, mi héroe es el rey del humorismo, y ahí a José Mota encontrarás.
El título de esta columna, 'La pluma contra la espada', viene del autor el inglés Edward Bulwer-Lytlon, que alabando a la prensa sostuvo siempre que era mucho mejor la palabra que la lanza.
Antes tuve otra columna, 'El Caramelo de Ron', inspirado en el libro 'El Coqueto y aerodinámico rock and roll Color Caramelo de Ron', del periodista Tom Wolfe, cronista donde los haya. 
Un poquito de cachondeo siempre me ha gustado, y las críticas recibidas, algunas con razón, me han sacado de mi biblioteca y del código civil de donde estaba arrinconado. Por eso escribo estas letras sin pensar que soy más ni menos de lo que era antes de salir en la prensa. Al éxito y al fracaso hay que recibirlos con la misma cara. Estamos vivos. 
Y no quiero irme sin copiar una poesía que me enseñó mi padre un día de fracaso y ha sido el motor de mi vida, la de Rudyard Kipling: 
Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan,
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría
tus ganancias de siempre a la suerte de un día;
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo cuando no quede nada
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas, serás hombre.

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