Rafael Torres

FIRMA SINDICADA

Rafael Torres

Periodista y escritor


El Senado, como el Bernabéu

05/12/2024

Casi era mejor cuando el Senado no servía para nada, pues la utilidad que le ha encontrado el Partido Popular, que campa alegre y desinhibidamente en él con su mayoría absoluta, es, en verdad, turbadora. Así como el Bernabéu, un estadio de fútbol en el centro de la ciudad, acoge atronadores conciertos de música ligera para espanto del vecindario, el Senado, un ágora del legislativo en el centro de la democracia, parece prestarse a acoger aquelarres de la ultraderecha internacional para espanto de la ciudadanía.

Puede decirse, a la vista de lo visto en el curso de la llamada VI Cumbre Transatlántica en la Cámara Alta, que el Senado se ha convertido en el Bernabéu de lo más reaccionario de que se tiene noticia.

Presentado como un cónclave de defensores de la vida, no parece que algunos de sus participantes se adhieran mucho a tan admirable propósito. Profanando el espacio destinado a los senadores electos con mejor o peor juicio, pero electos, deambuló por allí, sin ir más lejos, una señora que atiende al nombre de Lucy Akello, parlamentaria ugandesa que defiende la necesidad de castigar severamente a las personas homosexuales, incluso con la pena de muerte, o, sin alejarnos mucho tampoco, un tal George Peter Kaluma, parlamentario de Kenia, que, algo más clemente, se conforma con propinarles la cadena perpetua. Éste, Kaluma, no se sabe si asistió finalmente, pues dejó de aparecer en los carteles a última hora, aunque su espíritu estaba, con toda seguridad, allí.

En semejante Valpurgis se escucharon cosas que la mente, cualquier mente en sus cabales, trata de expulsar de ella por decoro, pero el que pronunció las más jugosas, las más definitorias de lo que allí realmente se cocía so capa de defender la vida, la familia y demás, fué, como no podía ser de otra manera, el presidente de la Cumbre, nuestro Jaime Mayor Oreja, que con su meliflua prosodia dejó el listón tan alto que ni un Milei, ni un Trump, serían capaces de rebasar, o sí. Desde que la esclavitud, que comparó con la interrupción voluntaria del embarazo, era una cosa que estuvo un tiempo de moda (sic), hasta que los científicos se están pasando en masa "a la verdad de la creación frente al relato de la evolución", su discurso no pudo dejar, en puridad, indiferente a nadie. Ni a los suyos, ni a todos los demás. Dichosos tiempos aquellos, en fín, en los que el Senado no servía para nada.