En algún momento tendría que ocurrir. Se necesitaba algo o alguien que hiciera frente a la deriva trumpista que practica la derecha española como si hubiera convivido con ella a lo largo de los siglos. Grana y oro para un populismo de derechas que promete una democracia con los valores y los principios de la dictadura. Y en versión de Aznar, con las medidas económicas del argentino Milei. ¿Servirá para reflexionar la intención del presidente de dimitir o se nos olvidará como se nos olvida todo? En la derecha ni un solo gesto, ni un guiño de afecto. Encarnan la fiereza humana ante las expectativas del poder. A Obama, Trump le cuestionó la nacionalidad norteamericana. Y aunque era una mentira andrajosa hubo gente que se lo creyó y tuvo que demostrar lo contrario. Los recursos de este circo de la derecha consisten en lanzar mierda y a ti te corresponde limpiar y desmentir. Demostrar diariamente que cualquier bulo o mentira es eso precisamente, mentira y bulo, para enredarte en un bucle absurdo. A la esposa de Obama le dijeron de todo, incluso mezclaron a sus hijas, como hicieran en España con las hijas de Zapatero.
«Cuando vienen, vienen a por lo que más quieres» dice, en el Padrino III, Michael Corleone a Vicent Mancini, que se ha enamorado de Mary, su prima, y la hija de Michael. A la esposa de Sánchez la venían «trasteando» desde tiempo. Buscaban alguna debilidad en el presidente. En su rostro hermético se notaba la tensión cuando citaban a su esposa. Una denuncia, basada en informaciones recortadas de periódicos, que los propios denunciantes han admitido pueden ser falsas, y un juez proclive han formado el tándem siniestro para esta crisis personal de un presidente eficaz. La derecha se ha propuesto desalojar a la izquierda del gobierno a sangre y fuego. Y como ya sucediera con Felipe González el instrumento es un instrumento extraño. En aquel caso se le denominó «sindicato del crimen» que explica lo que ya se nos ha olvidado de la actuación de la derecha. En este, el sindicato se llama «manos limpias». Ectoplasmas podridos que cobrarán las facturas cuando se consigan los objetivos: el desalojo del poder de la izquierda invasora.
Pero nos equivocaríamos si lo redujéramos al ámbito personal. La democracia se deteriora y en peligro hay un gobierno que construye una sociedad que a la derecha no le gusta. Si Sánchez dimitiera habría elecciones más pronto que tarde. Y esa es la confianza de la derecha. Tras toda conspiración, por muy innoble que sea, se agazapa el triunfo. «Caerá», ha profetizado Feijóo, con la dureza de los impostores. Es nuestra experiencia en España y en otros lugares. Lo democrático sería que los presidentes terminen por el desgate de la gestión no por las miasmas tóxicas de las conspiraciones. Lo peor de todo es que haya gente que ha interpretado que la debilidad afectiva crea debilidad política. Al parecer para dedicarse a la política, cuando no se es de derechas, hay que ser Superman sin la criptonita. Y así se ha echado a rodar una de las frases más estúpidas, memas e insensatas de la historia: a la política hay que venir llorado de casa. Con ella, entre otras miserias, se normaliza la forma de hacer política mierdosa de la derecha y la ultraderecha. Lo que sucede tiene que ver con los resultados en el País Vasco, con las elecciones en Cataluña que señalan un triunfo del PSOE. Ambas son malas noticias para una derecha impaciente. Y de fondo se perfila la Comunidad de Madrid, centro estratégico del tráfico mafioso de todo tipo, de toda clase y de todo género.