En la localidad manchega de El Romeral llegó a haber tres mil habitantes. Hoy son apenas quinientos, muchos llegados de fuera, y sus habitantes no ven futuro al pueblo. Unos treinta de ellos, sin afiliación alguna, acudieron a la manifestación de agricultores de ayer en Toledo. Reivindican menos administración y que al menos que quienes hacen las normativas «se bajen al campo y vean la realidad, porque aquí no funcionan». Y avisan, «cuando aquí no se críe suficiente, lo tendrán que traer de fuera, al precio que nos pongan, y de países donde se riega con aguas fecales, y al final repercute en nuestra salud».
«La agricultura y el pueblo se están muriendo a pasos agigantados, más bien la están matando», se lamentaba un romeraleño. Se suman los problemas, como la venta por debajo de precio de coste o las imposiciones de la nueva PAC, «que nos va a apuntillar». Es verdad que existen pagos compensatorios en la Zona Zepa, pero es a cambio de cuestiones como dejar espacio para los animales, que no se haga barbecho real con la broza, o la siembra de leguminosas, «no es solo que el precio no sea el que debe, es que tampoco producimos porque nos dicen que no aremos, que lo dejemos con broza». Al final son muchos requisitos que dan mucho trabajo y hacen perder mucho dinero. No se opondrían si la compensación económica fuera suficiente, pero no lo es.
Se quejan desde El Romeral que los productos que vienen de terceros países no tengan que cumplir con sus requisitos. O que no lleguen las ayudas económicas de la PAC. Los que se acogen a la agricultura ecológica, ven que tienen que mantener su compromiso y sus gastos por cinco o más años, cuando las ayudas comprometidas desaparecen por el camino. Al final, «del campo no puedes vivir, necesitas mucha tierra y mucha maquinaria, que se estropea y es cara. Así un joven sin maquinaria no puede trabajar». Detrás ven que están los fondos de inversión que se quieren quedar con la agricultura.
Se quejan de la burocracia de la PAC y los productos de fuera - Foto: Yolanda LanchaPapeleo. Son problemas muy similares a los de los agricultores de Osa de la Vega, en Cuenca. «Nos tienen abandonados, no nos hacen ni caso, los precios de nuestros productos están hundidos y nos están invadiendo con productos de terceros países, Ucrania o Marruecos, Egipto», se lamentan algunos de los 85 vecinos llegados en dos autobuses. Entre otras soluciones, piden aranceles a los productos del exterior «y que compitan en las mismas condiciones que nosotros, que nos prohíben echar muchos productos, ellos echan lo que quieren, nuestros productos de primera se va a otros países y nos traen productos de tercera».
También de Cuenca es Huete, desde donde llegaron a Toledo ocho agricultores «porque no tenemos futuro, los costes de producción son muy caros y lo que vendemos está tirado, porque no hace más que traer productos de fuera, así es inviable la agricultura». Luego está la carga administrativa, la burocracia que trae la nueva PAC para personas muchas veces mayores, que han de estar constantemente cuenta de lo que hacen «y no hacemos más que papeles, parecemos funcionarios más que agricultores». La PAC les dice dónde y cuándo cultivar y les impone cultivos no viables, como leguminosas. No llegan a entender los de Huete todas estas imposiciones administrativas y que después no dejen al agricultor, que es el que conoce su profesión, tome sus decisiones.