Lo bueno si breve, dos veces bueno. No debieron de pensar lo mismo los acartelados en la última de Valdemorillo. Pues sobre lo de "bueno" habrá opciones, pero sobre lo de breve, con casi tres horas de duración y escaso contenido… es para hacerlo mirar.
Y el que más aportó a la tarde fue un García Pulido se presentó en Valdemorillo con el aval de su triunfo en 2023 y con el peso de tomar la alternativa en una fecha que pretende que le ponga en el orbe taurino de cara a este 2024. Decía en la última entrevista previa que "en mi día a día rompo moldes, aunque busco el toreo puro"; pues dicho y hecho. De purísima y plata se presentó al doctorado con la pureza como concepto y el queriendo redondear cada muletazo más allá de la cadera. El de Alcurrucén no se centró hasta ya comenzado el trasteo de muleta, y después del largo parlamento de Perera, Pulido se puso a torear. Y lo hizo queriendo mostrar sus virtudes, con un cite enfrontilado, queriendo vaciar atrás y dejando momentos en los que se le vio cómodo. Mató de estocada entera y, a pesar de que la petición se preveía mayor, paseó un único trofeo. Ser matador de toros debe ser de esas cosas que nunca se olvidan; menos mal. Porque si de habitual las tardes de alternativa se hacen largas para los toricantanos, en esta García Pulido hubo de esperar más de dos horas y media. Y el sexto salió abanto, no quiso capotes y se apretó en el caballo. El primer muletazo se lo tragaba, el segundo lo regalaba y en el tercero no quiso coles. Pulido anduvo listo y aprovechó las indecisas, y cuando quiso alargar la tanda, resultó cogido. La gente muy con él y Pulido muy entregado, a pesar de que cantó la gallina y en su afán de torear casi resulta prendido de nuevo. Mató al encuentro y lo cazó. Lástima que no pudo redondear la obra. Saludo una ovación cuando se cumplían las tres horas de festejo.
En el segundo Perera pechó con un animal bajo y hondo, cortito de manos y de bonita hechura. El de L Puebla del Prior comenzó la celebración de sus 20 años de alternativa mostrando su repertorio, el de siempre, ante un animal de escaso fondo que pronto quiso quitarse de en medio los chismes. En la fría y larga tarde de Valdemorillo Perera quiso caldear el ambiente en su quite al cuarto. El animal iba y venía y Perera se quedaba muy quieto. Más allá de ello más voluntad que limpieza. En la muleta se vio a un Perera con ganas, siendo y mostrando lo que ha sido su tauromaquia durante las dos últimas décadas. Desde el cambiado por la espalda en el inicio de faena a los muletazos largos y exigiendo por bajo. Frente a ello un animal mansito pero con genio que la seguía hacia los medios y se rajaba hacia los adentros. Ahí se empeñó en hacer faena, cerró toreando sin ayuda cambiándose la muleta por detrás de la espalda y, tras una faena densa, lo despenó de una estocada caída que propició una oreja como balance al conjunto.
Más fotos:
El tercero fue una prenda. Preciosa de capa, pero una prenda. Agustín de Espartinas lo sufrió con los palos, el tercio de varas fue un correcalles, y Ureña solo pudo ir detrás de él, pasándolo por ambos pitones. Embestía a arreones y con el freno de mano echado volviéndose sobre las manos. Ureña se afanó en hacer faena casi hasta el hastío, quizá consciente del momento que atraviesa, pero si no hay contenido, mejor abreviar, y con la espada no mejoró el final. Ante el quinto Ureña se mostró muy dispuesto y voluntarioso. Quiso el murciano enseñar el momento que atraviesa y mejorar la imagen que su cuadrilla dio en banderillas. Ante un animal con embestidas desaliñadas y tras casi dos horas y media de festejo, alargarse no parecía la mejor opción, y alguna que otra protesta se escapó del tendido. Y encima la espada, el descabello y un aviso.