El Museo del Taller del Moro, en Toledo, se llenó ayer de la viveza de colores y detalles que incorporaban los trajes de lagarterana. Hombres y mujeres de la localidad ataviados con esas señeras prendas flanqueaban ayer a la consejera de Educación, Cultura y Deporte, Rosa Ana Rodríguez, en la presentación de la incoación del expediente de Bien de Interés Cultural de las labores de Lagartera, sus indumentarias y otras labores textiles.

Así lo explicaba a los medios de comunicación el diseñador lagarterano Tomás Alía, quien destacó «la emoción» del reconocimiento institucional después de siglos de vigencia de «la seña de identidad» de la localidad y una de las más importantes de Castilla-La Mancha y de España.

La consejera subrayó la emoción «contagiosa» de los lagarteranos y resaltó el papel desempeñado por Tomás Alía como impulsor de la incoación del BIC con categoría de bien inmaterial. «Tiene manifestaciones materiales de primera orden, pero es evidente que no solamente es el traje sino todo un conjunto de las labores que se realizan en Lagartera. La importancia de este bien es una manifestación artística de primer orden; una manifestación artesanal y también con un carácter de arte. Es única y singular, ese espíritu imaginativo trasladado de generación en generación», manifestó Rodríguez.

Las labores de Lagartera, continuó la consejera, representan una identidad de la propia localidad y dan «un orden social» mediante la transmisión de los valores. «Es la relevancia e importancia que tiene este bien. Lleva 800 años. Ese contecto histórico es único», aseveró.

La Junta de Comunidades reforzará la investigación sobre las labores de Lagartera y, por ejemplo, editará en breve un libro fruto de estas indagaciones.

El alcalde, Sergio Alía, agradeció a la Junta el reconocimiento a la labor tradicional y confía en la continuidad de la promoción.

«Atendiendo a diversas investigaciones, es complicado dar una fecha exacta del origen; seguramente eran practicadas desde época medieval. Es sólo a partir del siglo XVI cuando existen puntuales referencias documentales.  Y hay que esperar al XVIII, con el Catastro de Ensenada, para reconocer recursos e instalaciones que se relacionan con la producción artesanal textil de Lagartera, ya en 1751», explica la Junta en su página de internet. Y abunda: «Fue a principios de siglo XX cuando las mujeres de Lagartera comenzaron a viajar a diversas ciudades españolas, con un gran esfuerzo y pocos recursos, para vender primero sus paños y después sus bordados. Llamaban la atención con sus singulares indumentarias, que era su vestimenta habitual».