Consuegra recuerda hoy la triste riada del río Amarguillo

José García Cano*
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Se cumplen 132 años de la riada que asoló Consuegra, durante la madrugada del 11 de septiembre de 1891. Desde hace siglos este río, afluente del río Gigüela, se ha desbordado causando múltiples pérdidas, desgraciadamente muchas humanas

Imagen de Consuegra pocos días después de la inundación de 1891-Se aprencian los restos del puente romano a la izquierda, hoy desaparecido.

Hoy se cumplen 132 años de la tristemente famosa riada que asoló la ciudad toledana de Consuegra, durante la madrugada del 11 de septiembre de 1891. Si aún se encuentran recuperándose de la terrible DANA cientos de vecinos de multitud de pueblos de nuestra provincia, traemos a estas líneas otra catástrofe natural que marcó tremendamente la historia de esta localidad. Sabemos que no es la única vez en la que el río Amarguillo ha hecho de las suyas, demostrando que la fuerza de la naturaleza es superior a la del hombre; desde hace siglos este río, afluente del río Gigüela, se ha desbordado causando múltiples pérdidas, desgraciadamente muchas de ellas humanas. Ya en 1702 tuvo lugar una importante inundación, en la que se destrozaron decenas de casas y en la que la iglesia de San Juan Bautista quedó inutilizable. Aunque aquel episodio debería de haber servido como lección para todos los vecinos de Consuegra, desgraciadamente fue pasando el tiempo y se siguió construyendo alrededor del cauce del río Amarguillo, seguramente porque al ser un río que habitualmente no tiene apenas caudal, se pensó que no era peligroso vivir junto a su cauce. Pero cíclicamente -y eso está demostrado- el agua vuelve al río Amarguillo y actúa con una fuerza e ímpetu inusitados. Algo que ocurrió durante la noche del 11 de septiembre de 1891, cuando la mayor parte de los vecinos de Consuegra se encontraban durmiendo, descansando y preparándose para celebrar las fiestas en honor al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, que en apenas nueve días iban a celebrar, sin pensar que aquella noche, pasaría a la historia moderna de la ciudad, como una de las más tristes que sus habitantes iban a vivir.

Según se ha investigado modernamente sobre las causas de la inundación de Consuegra, se apuntan varíos factores, siendo el más importante de ellos las fuertes tormentas que sacudieron una buena parte de la provincia de Toledo; por otro la retención de aguas que se produjo hacia el oeste de la ciudad, donde se ubicaba entonces un imponente puente romano, que posiblemente causó el taponamiento que motivó que el agua quedara embalsada hasta que no se pudo contener más y comenzó una carrera trágica y demoledora que se llevó por delante la mayor parte de edificios -casi todos residenciales- que se encontraban, como citábamos antes excesivamente cerca del cauce del río. Cuesta imaginarnos la sorpresa y el terror que tanto gente adulta como niños, tuvieron que vivir cuando les despertara en medio de la madrugada el ensordecedor sonido del agua que se llevaba todo por delante, en algún caso hasta casas enteras arrancadas desde los cimientos; seguramente muchos vecinos no pudieron reaccionar y otros, sacando fuerzas de donde no las tenían, consiguieron subirse a los tejados para evitar morir ahogados.

Cuentan las crónicas como al amanecer del día 11, Consuegra apareció desolada; toda la parte central de la población, que coincide lógicamente con el cauce del Amarguillo, era un amasijo de escombros, destrucción y desesperación… Niños vagando y llorando por aquellas ruinas, gente buscando a sus familiares entre los escombros, cadáveres flotando entre los charcos de agua; en fin, una estampa desoladora que aun recuerdan los nietos y bisnietos de aquellos consaburenses que han ido contando ese episodio de padres a hijos, explicando que para muchas de aquellas familias aquello fue la «ruina». El alcalde de Consuegra que presidía el municipio en aquellos momentos era don Luis Cantador Rey, un alcalde que vivió aquel triste episodio de la historia de Consuegra.

Como era de esperar, los vecinos de las localidades limítrofes a Consuegra comenzaron a ayudar cuanto antes a nuestros antepasados; Madridejos, Villarrubia de los Ojos, Turleque, Camuñas, Tembleque y así una lista de centenares de poblaciones y ciudades de toda España se sumaron, días, semanas y meses después para ayudar a los afectados de la riada. La prensa comenzó a publicar noticias y avances sobre lo ocurrido; desgraciadamente las primeras cifras que se dan causaban pavor, ya que se hablaba de casi dos mil muertos, algo que afortunadamente no fue así, ya que los fallecidos no llegarían a los cuatrocientos, como se fundamentaría posteriormente. El 15 de septiembre de 1891, y desde el Ministerio de la Gobernación se abrió una suscripción nacional para ayudar a los damnificados de las provincias de Almería, Toledo y Valencia, indicándose que los funcionarios públicos cederían el importe de un día de su salario en beneficio de esta suscripción. Es cierto y hay que reconocerlo, que la cantidad de donativos, ayudas y material que se envió a Consuegra y al resto de localidades afectadas, fue de tal magnitud, que gracias a esa suscripción se pudo comenzar a la limpieza, desescombro y reestructuración urbana de una buena parte de la ciudad. Algunas calles de Consuegra desaparecieron para siempre, como la calle del Naranjo o la calle Consaburón. Por otro lado se tuvo que reconstruir todo el cauce, aumentado de una manera considerable esta zona, para que nadie volviese a construir ni edificar nada alrededor del río -como aún sigue hoy-; se construyeron además unos malecones de tierra, que servirían en caso de una nueva riada, de contención para el agua, los cuales tenían como curiosidad cada determinados metros, unas compuertas que se colocaban y se retiraban si había peligro de tormenta, algo que incluso hoy, demuestra la previsión que se tomó a la hora de encauzar el río Amarguillo y de regular la zona evitando las edificaciones de casas alrededor del mismo.

La entonces reina María Cristina, al enterarse de la noticia, ordenó inmediatamente que el intendente de la Casa Real pasase a nuestra ciudad llevando diversos recursos y para que iniciase los trámites para ir gestionando las ayudas que comenzaron a llegar. Se llegó a crear una Comisaría Regia, que se encargó de la reconstrucción de la ciudad y de la gestión de aquellas ayudas. El mensaje que debemos recordar de aquel episodio, es precisamente el ejemplo de caridad que se tuvo para todos aquellos vecinos y vecinas que necesitaron ayuda en un momento trágico y terrible, como fue aquella riada. Un sentimiento que aun hoy debemos seguir demostrando con todos aquellos toledanos que han sido afectados hace tan pocos días por la terrible DANA que necesitan del apoyo y ayuda de las administraciones y de todos los que podamos echarles una mano.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.