Manuel habla con fascinación de su hermano Tomás. Falleció hace justo un año, pero su memoria mantiene vívido ese talante excepcional de su familiar. «Este chico no es de este mundo», se sorprendía también la madre de ambos por las cualidades de Tomás Hernández, nacido en Tembleque el 14 de febrero de 1956.
«Era un hombre casi del Renacimiento», retrata Manuel sobre su hermano en palabras a este diario. La vertiente más terrenal habla de un hombre con conocimientos de soldadura, fontanería, carpintería o electricidad. «Tenía unas capacidades privilegiadas para los negocios. Hubiera sido lo que hubiera querido», resalta.
La versión más transcendental de este temblequeño ha quedado extendida en cuatro publicaciones, un derroche de sabiduría y conocimiento, como explica Manuel. 'La cuarta dimensión' supuso su manuscrito más englobador, una obra publicada hace casi 30 años que atrae mediante descargas digitales a lectores de otros países.
«Es espiritualidad, sabiduría, conocimiento, superación. Te ayuda a descubrir el bien y el mal», disecciona sobre unos escritos que su hermano volcaba en papel durante las noches o en los descansos laborales.
«Era un renunciante. Me admiraba por su poder de renuncia», asevera sobre la capacidad de este hombre que indagó en su interior sobre la búsqueda de las claves de la existencia. Entre su comportamiento insólito, menciona que Tomás cumplió dos votos de completo silencio que duraron siete años en total.
Ese silencio posterior contrastaba con su locuacidad o desparpajo para los negocios. Incluso de chaval. «Ya había dado el primer paso en el camino de la libertad al alejarse de la seguridad de los padres, y ya conocía varios oficios para ganarse la vida, pues a los 16 años convenció al abuelo para convertir una pequeña sala anexa al cine de la familia en la primera discoteca del pueblo de Tembleque», detalla su hermano en la biografía de 'El escriba del Tao', en referencia a Tomás.
«Después de sus experiencias comerciales, decidió cuál sería su segundo paso: no vender nada que no fuera bueno, verdadero y útil para todos», pormenoriza su pariente sobre ese viraje vital más transcendental.
«Busqué un local en la Plaza Mayor del pueblo y aunque sólo encontré un local húmedo y viejo, para él fue suficiente. En unos meses lo que en principio era una cueva, lo transformó en la Artesanía de Tembleque, una tienda viva que él fue alimentando a diario, desarrollando una gama de más de 100 productos diferentes, que los turistas apreciaban y cambiaban por las monedas de sus bolsillos, probándome que, en verdad, no se necesita dinero para crear y generar riqueza. Él crea empresa con su propio saber hacer y la basura que los demás generan, algo que todos debemos aprender si queremos salir de la pobreza en la que vivimos», relata Manuel en esa semblanza.
Con la edad, Tomás Hernández, que pasó parte de su vida en Algeciras (Cádiz), cuidaba de un huerto ecológico en una de sus múltiples dedicaciones en sus 67 años de vida. «Siempre estaba reciclando. Siempre estaba respetando la naturaleza», incide Manuel.
Precisamente, cuando murió el 15 de julio de 2023 en Tembleque a causa de un mieloma, reciclaba motores ya viejos para su uso en los molinos de viento. El blog local 'Todotembleque' dedicó en el aniversario una entrada a este genuino vecino con un texto del propio Manuel.
«En estos momentos turbulentos, no viene mal una luz en el camino. Con su obra, aprendes a descubrirte a ti mismo», señala sobre la inolvidable figura de su hermano Tomás.