Tras la característica y enorme sonrisa del actor malagueño Miguel Herrán se encuentra un joven con la cabeza bien amueblada, que tiene muy claras las ideas a nivel profesional y personal. Conocido popularmente por sus papeles en La Casa de Papel y Élite, curiosamente se recuerda menos el Goya al Mejor Actor Revelación que obtuvo, en el 2016, por su trabajo en la película A cambio de nada. Ahora se ha enfrentado a un rodaje en condiciones muy duras en el Himalaya en el filme Valle de sombras.
Reconozco que cuando veía la película pensaba: ¡qué parajes tan maravillosos pero qué frío! Tanto es así que, Salvador Calvo, el director, ha alabado su talante positivo a pesar de las adversidades del rodaje.
En esta película he puesto mucho de mí en el aspecto de que no me he quejado de no tener las comodidades propias a las que estamos acostumbrados los actores, he podido saber prescindir de ellas y que eso no me creara ningún problema.
Algunas escenas se rodaron en el Himalaya, a 6.000 metros de altitud, ¿lo llegó a pasar mal en algún momento o su preparación deportiva le ayudó?
Las dificultades físicas que sufrieron algunos de mis compañeros yo no las tuve. Soy muy fumador pero, a pesar de ello, no tuve problemas con la altura ni de respiración, aunque todo allí cuesta más, pero tampoco me pareció una locura.
Su personaje de Quique hace un viaje personal increíble que comporta que, tras unos hechos trágicos, cargue con un gran sentido de culpa.
El viaje que hace mi personaje es tener que aceptar y vivir con un hito tan doloroso que no estaba bajo su control. Entender que hay muchas cosas que se nos escapan y que, para continuar con la vida, hay que aceptarlas.
Entiendo que esto es extrapolable a su vida personal.
Sí, de alguna forma yo me sentí tan encerrado como mi personaje. Mi pareja y yo tuvimos un problema muy gordo en el Himalaya, teníamos que volver a España urgentemente, incluso llamamos a la embajada española para que nos mandara un helicóptero a la zona y era imposible. En 2023, si vas al Himalaya dependes de los ciudadanos locales para todo, tú no puedes salir si quieres. Al igual que sientes libertad cuando llegas y contemplas la inmensidad de montañas, al mismo tiempo te sientes encarcelado.
¿De alguna forma esta película, puede servir de advertencia para esos viajeros que van a lugares cuya seguridad no está controlada?
Cuando llegas allí, a día de hoy, no se palpa la preocupación que había en los años 90 sobre desapariciones de turistas. Es cierto que, actualmente, hay unos sistemas de búsqueda y dispositivos móviles que hacen mucho más fácil encontrar a quien se extravía. Antes dependías de un papel o del guía. La moraleja de la película es no que te fíes tanto de tus capacidades y escucha a los locales.