Precisamente hoy, lunes 9 de diciembre, se celebra el Día Internacional contra la Corrupción, por lo cual traemos a colación un caso ocurrido en Villaluenga a principios del siglo XIX. Juan Manuel Conejo, Ramón Olías y Nicanor Nieto, alcaldes ordinarios que fueron de la villa de Villaluenga en 1802, 1803 y 1804 respectivamente, remitieron en 1805 un escrito a la sección de Alcaldes de Corte quejándose de la actitud y poco decoro que había demostrado el escribano municipal de la localidad, llamado José Villa. El asunto comenzó en 1802 cuando un vecino de Villaluenga llamado Félix Muñoz, denunció que su hija llamada Águeda Muñoz (moza soltera), estaba inmersa en un escándalo con el escribano José Villa. A partir de esta denuncia, se redactó un informe, que fue remitido por el gobernador al alcalde de Villaluenga para que hiciese determinadas averiguaciones sobre el denunciado.
Efectivamente resultó ser cierto el amancebamiento de dicho escribano José Villa con la joven Águeda, cuya relación ilícita estuvieron manteniendo durante año y medio, sus costumbres licenciosas y escándalo notorio, con abandono de su casa, familia y maltrato a su mujer e hijos (es decir, que José Villa estaba casado). En alguna ocasión incluso se había disfrazado (imaginamos que para no ser reconocido) provocando las cotilleos y habladurías de toda la población. También se confirmó el abandono de todas sus obligaciones como escribano y el desorden existente en la escribanía de su cargo, con señales manifiestas de las muchas falsedades y usurpaciones que se comprobaron y se le aprendió una multitud de pliegos sellados -sin utilizar ni rellenar- de los años que llevaba de escribano (comenzó con su cargo en 1793) los cuales habían sido pagados por las partes implicadas para extender documentos que nunca fueron redactados, dando además testimonios falsos afirmando que los había realizado. Además de todo lo anterior, también fue acusado de malversación y de ocultar cantidades de los impuestos de alcabalas.
Como era de esperar, se le detuvo y fue enviado a la real cárcel, abriéndosele el correspondiente expediente de apercibimiento. En una de las declaraciones del mismo, le llaman «escribano falsario, usurpador y escandaloso», aunque también es cierto que hubo algunos vecinos y parientes que le protegieron, «que a título de conmiseración, con lágrimas y porfiadas súplicas, lograron sorprender el ánimo compasivo de los dos ministros del Consejo».
El caso de un escribano corrupto en Villaluenga (1802)Aunque la cosa pintaba mal, nuestro escribano tuvo suerte, ya que por aquel entonces el Príncipe de Asturias (futuro Fernando VII) contrajo matrimonio con María Antonia de Borbón-Dos Sicilias y Habsburgo-Lorena, gracias a lo cual se concedieron determinados indultos por todo el país, para celebrar los desposorios reales. Uno de ellos fue para nuestro protagonista, el cual se confirmó por Decreto de 22 de enero de 1803, tras lo cual salió de la cárcel, pero con la condición de que en un mes formalizase determinadas escrituras que tenía pendientes, como las del pósito y abastos, y otros contratos, acuerdos y diligencias que debía de realizar cuanto antes. Igualmente se le obligó a que devolviese al pósito de Villaluenga las cantidades que debía, con aviso de que si no lo hacía, podía ser arrestado y condenado hasta a ocho años de presidio en Ceuta. Entre las deudas que tenía José Villa, no solo había unas cantidades que pertenecían al ayuntamiento de Villaluenga, sino que también debía otros tantos reales al marqués de Castromonte, señor de la villa por aquel entonces.
Se le prohibió continuar con el trato que mantenía con Águeda Muñoz obligándole a vivir como correspondía con su condición, cuidando a su mujer y a sus cinco hijos. De todos estos acuerdos se debía pasar nota al alcalde la villa para que comprobase que el escribano los respetara, tomando las medidas oportunas en caso contrario.
Pasó el tiempo y parece ser que José Villa no estaba por la labor de enmendar su trabajo ni de devolver las cantidades que debía, por lo cual el alcalde de Villaluenga solicitó asesoramiento sobre qué hacer con este caso, tras lo cual se decidió anular el indulto y pasar el expediente a la citada sala de Alcaldes de Corte, para que se abriese la correspondiente causa y se le condenase como debía. Finalmente se pidió que retirasen del cargo y del pueblo a José Villa, extremo que según los documentos no podemos precisar que se llevara a cabo. Este caso no es más que un ejemplo de que en la administración local no han faltado los casos de corruptela y de mala gestión, si bien afortunadamente han sido casos muy aislados, sobresaliendo los escribanos y funcionarios que gestionaron correcta y diligentemente las obligaciones asociadas a sus cargos. Hoy en este Día Internacional contra la Corrupción, debemos seguir insistiendo en la pulcritud que desde la administración y la política se debe exigir a todos los que trabajan por y para los ciudadanos.