Morante salió en el cuarto como se enfrentan los artistas a un lienzo. Con el tarro de la inspiración llena y con el planteamiento vacío. Toreó con inspiración con el capote y se sentó en el estribo para torear por ayudados por alto. Genio. Luego se salió para echar media muletita al hocico y torear inspirado por ambos pitones. Se pasó al de Juan Pedro muy cerquita, muy despacio, muy inspirado. Sin estructura pero con muletazos arrebujados y remates floreados. Si no existiera habría que crearlo. Faena medida pero sentida. Derramó gotitas de inspiración y abrochó con una tanda de naturales enfrontilados a pies juntos que fueron un deleite. Los aceros viajaron como la ocasión merecía, y el puntito atravesada se compensó con la rectitud y voluntad de José Antonio. Sonó un incomprensible primer aviso cuando el animal doblaba, pero no fue impedimento para que cortase dos trofeos y Morante atravesase el platillo respirando y satisfecho.
La inspiración de José Antonio había empezado con el abreplaza. Un animal un tanto terciado pero de calidad inmensa por el derecho al que planteó una faena inteligente a la vez que técnica y que puso en su mano la primera oreja del festejo.
Roca Rey sorteó en el segundo capítulo un animal que iba y venía. Iba con bravura y venía con mansedumbre. O viceversa. Pero se encontró el peruano con el oponente idóneo para explayarse con el capote y sentirse cómodo con la muleta. Extrañó el no brindis a un público predispuesto ante una faena de artificios y pureza en proporciones dispares pero ante el que una estocada efectiva puso en su mano un doble trofeo ante la locura generalizada.
La terna abandonó el coso en hombros. - Foto: DominguínRecibía RR al quinto por delantales mientras la gente jaleaba el esfuerzo del peruano. Andrés supo alternar las suertes de capote antes de que un picotazo simulase la suerte de varas entre ¡VIVAS! a España. Se lo sacó por la espalda en el inicio de faena resultando prendido y librando la cornada, antes de exprimir por ambos pitones a un gran "Paparrucho" que brindó la oportunidad de desquitarse de cualquier fantasma de faenas en ferias anteriores hasta el punto de escuchar un aviso toreando. No anduvo fino con los aceros y todo quedó en ovación.
Tomás Rufo volvió a Toledo queriendo revalidar el trono y no pretendiendo dejarse ganar la pelea. El de Pepino se sabe figura y por eso tiró de arrestos para torear en redondo, como otros pretenden hacerlo erguidos. Una técnica cada vez más depurada que sirvió de comienzo a una faena que tomaría pronto altas cotas y en la que se vio que Toledo está con él y él con Toledo. Binomio de éxito truncado por la espada que dejó todo en palmas.
A por el sexto se fue Rufo a la puerta de chiqueros. Con toda la voluntad y sin ninguna necesidad, el de Pepino libró una larga cambiada ante un oponente que en la muleta se vino a menos, pero que permitió un inicio por ceñidos estatuarios en una faena que brindó a su hermano Pedro Rufo. Variado de cites, un arrimón final, una serie de desplantes, y las manoletinas finales calentaron al respetable para previa extraordinaria estocada, pasear doble trofeo.
Tarde de sonrisas y felicidad en los tendidos, a la que sumar la vuelta a los ruedos de un sensacional Andrés Revuelta, con la capa y con los palos, y de Dominguín a la fotografía tras su paso por la enfermería. Es el Corpus, y la felicidad del ruedo se irradió en los tendidos.