Alrededor del 20% de la población de la provincia de Toledo tendrá nacionalidad extranjera en 2037. La proyección elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) estima en unos 155.000 los ciudadanos foráneos que residirán en el territorio dentro de trece años. El tamaño de la provincia alcanzará los 787.000 habitantes en dicho año.
La previsión del INE fue elaborada en 2022 y predice la evolución de la población española durante el siguiente medio siglo. Sin embargo, el augurio para el presente año en la provincia planteaba unos 720.000 habitantes, cifra muy inferior a la que tiene a 1 de abril de 2024: el padrón toledano ha alcanzado, con 742.190 vecinos, la mayor cifra de residentes de la serie histórica.
En cualquier caso, la perspectiva que se ofrece remarca el peso creciente de los extranjeros en la estructura demográfica de Toledo. En 2022, el 11,6% de los residentes (aproximadamente, uno de cada nueve) procedían de terceros países, un porcentaje que escalará progresivamente en los siguientes ejercicios y que rozará el 20% (uno de cada cinco) a finales de la próxima década.
Según el estudio, la provincia superará los 100.000 extranjeros en 2025. El último dato conocido relativo a este colectivo, correspondiente al primer trimestre de 2024, dispara hasta casi los 95.000 los ciudadanos residentes en el provincia. Hace apenas dos años, tal volumen se situaba en unos 75.000 ciudadanos. En 2006, eran menos de 50.000 las personas residentes con otras nacionalidades; mientras que en el año 2000, su volumen quedaba por debajo de los 7.000 vecinos.
La estadística asume como ciudadanos españoles a todos aquellos que han obtenido la nacionalidad por la vía de la residencia. En el decenio comprendido entre 2013 y 2022, algo más de 16.000 personas adquirieron tal estatus.
En cualquier caso, a 1 de abril de 2024, los residentes en la provincia nacidos en el extranjero ascienden hasta los 118.960 vecinos, una cifra superior a las 86.574 personas con tal hecho biográfico que reflejaban los padrones en el inicio de 2020 y muy por encima de las 19.936 que cumplían tal requisito en 2002.
RETOS. La presencia creciente de población extranjera representa un importante desafío para las comunidades que les acogen. Por una parte, y dado el cáracter frecuentemente joven de la migración, el ámbito educativo se convierte en uno de los escenarios más importantes para la integración de los recién llegados. Por otro lado, el envejecimiento de la primera gran hornada de inmigrantes, llegados a principios de los años dos mil y que encaran la recta final de sus carreras laborales, transformará a una clase activa en pasiva, dado que esta cohorte se convertirá, en poco tiempo, en perceptora de la pensión de jubilación.
Además, el mayor volumen de población dispara la demanda de vivienda con el consiguiente encarecimiento de los precios, una subida que tiene como una de sus razones la rigidez de la oferta.
Asimismo, la convivencia entre grupos con diferentes valores culturales o la aparición de dificultades económicas pueden devenir en problemas de integración relacionados con formas de marginalidad y otras expresiones violentas.