El piragüista olímpico Paco Cubelos ha estado durante el fin de semana en la localidad valenciana de Catarroja como un voluntario más para paliar los estragos causados por la DANA.
En este sentido, ha puesto de relieve a este diario que «como le ha ocurrido a muchos, nos sentíamos dolidos y preocupados por la situación, con lo que queríamos ayudar de alguna manera». Reconoce que «nos faltaba esa decisión de dar el paso porque no sabíamos si íbamos a poder ayudar o a molestar».
El talaverano se desplazó junto al presidente de la Comisión Gestora de la Real Federación Española de Piragüismo, Javier Hernaz, y coordinados «con gente de allí que estaba echando una mano en diferentes pueblos». Con lo que «llegamos, pusimos nuestras manos y todo lo que llevamos desde aquí para aportar nuestro granito de arena».
El panorama que se encontró «es mucho más impresionante que en la televisión o en las fotos». Y es que, según cuenta, «la destrucción es total; hay localidades en las que absolutamente todos los comercios han desaparecido porque están reventados por la riada». Con lo que «los comerciantes tendrán que empezar a cero, si pueden claro y ojalá que sí». Cubelos reconoce abiertamente que «nunca había visto algo parecido».
Por supuesto estaba el personal especializado, pero sobre todo, «gente de a pie que iba con la pala, el rastrillo, el cepillo o la carretilla a intentar echar una mano en lo que pudiera».
El número de voluntarios se incrementó debido a que el viernes fue la fiesta de Todos los Santos, con lo que el fin de semana fue de tres días. Y una vez pasado estas jornadas festivas, «supongo que el número de voluntarios habrá bajado». Y también confía en que «todo esto vaya cada vez más rodado y que los profesionales de esto avancen más rápido». Eso sí, apunta que «lamentablemente quedan muchas semanas de trabajo por delante».
El deportista olímpico en Londres, Tokio y París también ha trasladado el sentimiento que se encontró en los habitantes de Catarroja: «En un primer momento había agradecimiento por todos los que estaban allí echando una mano». Junto a esto, «les veía motivados y con ganas de trabajar para solucionar esta situación que, pasados unos días, creo que todo el mundo empieza a aceptar». Por tanto, «solo queda un camino y es empezar a currar e intentar salir a flote lo antes posible».
Eso sí, «una vez pasadas unas horas la gente estaba cansada y también más irascible porque hay un poco de desorganización ya que haces cosas y no sabes si está bien o mal». Y pone como ejemplo que «echas el barro o los escombros para un lado y resulta que lo haces en la puerta de un comercio»; es en situaciones como la narrada «cuando se ve que la población está triste y cansada». Y apunta que «estuve con personas que lo habían perdido prácticamente todo y no había tiempo para muchas lamentaciones».
En cuanto a otro aspecto, asegura que «no sentí ese olor a putrefacción que hay en otras zonas, sino que olía al barro y a la humedad».
Por otro lado, Paco Cubelos, a medida que se fue acercando a las zonas devastadas, fue testigo de la destrucción de la DANA. «Salimos de Cullera, que no estaba nada afectada, y según te ibas aproximando, empiezas a ver coches amontonados, mucho barro, la destrucción de las naves industriales y cuando entras en los pueblos, te encuentras un paisaje desolador». Y es que «aunque tengas un exceso de información por parte de los medios, no te lo puedas imaginas hasta que estas allí». En definitiva, «he puesto mi pequeño granito de arena, pero hacen falta muchísimos más».