Tres de los sacerdotes toledanos que promovieron las firmas contra las bendiciones a las parejas homosexuales han renunciado a la iniciativa tras el documento firmado por el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, y el obispo auxiliar, César García Magán. El prelado toledano detalla en un comunicado remitido a los sacerdotes de la provincia diocesana que la posibilidad de bendecir a las parejas homosexuales, a aquellas que conviven sin estar casados o a los divorciados que se han vuelto a desposar, una vía abierta tras la publicación de la declaración Fiducia Supplicans firmada por el papa Francisco el pasado 18 de diciembre, «nada cambia al respecto de la disciplina litúrgica de la Iglesia». El titular de la archidiócesis primada recuerda que la propuesta planteada por el sumo pontífice «no se trata de una intervención definitiva o irreformable» y conmina a los pastores que ejercen su ministerio en la sede metropolitana a «evitar la dialéctica pública de confrontación».
El texto suscrito por Cerro Chaves trata de responder a las muestras de «preocupación» que afloran en el seno de la Iglesia por «la situación generada» tras la publicación de Fiducia Supplicans. El arzobispo pide «comprender el fondo del documento» elaborado por el romano pontífice y asegura que «no se puede rechazar de plano, aunque por su naturaleza, pueda ser ulteriormente precisable».
El análisis elaborado por el primado de España recuerda la condición de declaración de la eventualidad objeto de revisión. Las bendiciones. Se «sitúa en la línea de otras intervenciones autorizadas que no pretenden proponer nuevas verdades de fe, sino más bien recordar cuestiones perennes», añade.
La diócesis de Toledo cree que la decisión tomada por el Vaticano intenta «responder (...) a la multiplicación de situaciones complejas y alejadas de la vida en Cristo que se dan en nuestros días». Por otra parte, entienden que la aportación del papa Francisco ofrece una respuesta «a las prácticas que se daban en ciertas comunidades y que confundían acogida con ratificación».
Cerro alude a las potenciales bendiciones, un «término» que se presta «a confusión», como «una oración de intercesión que no tiene las características de un sacramental, sino que es un gesto de acogida personal que, en la Iglesia es siempre universal» y estima que su vigencia futura «requerirá para algunos más tiempo, más consultas, y sobre todo, [de] ese espíritu de prudente docilidad que se sitúa en la lógica de la obediencia de la fe».
El saludo a las personas que pueden ahora ser bendecidas supone un «gesto de acogida [que] no estaría completo sin una verdadera propuesta de la vida nueva que brota del Corazón de Jesucristo, de los proyectos de santidad de Dios para cada hombre». Este tipo de bendiciones espontáneas «en ningún caso, adquirirán el carácter de una bendición litúrgica». De acuerdo con las aclaraciones realizadas por el Prefecto y el Secretario del Dicasterio [para la Doctrina de la Fe], el arzobispado apunta que las bendiciones «deben ser muy breves», extendiéndose «durante muy pocos segundos, sin Ritual ni Bendicional».
UNIDAD INSTITUCIONAL. El máximo responsable diocesano recomienda el uso de los «cauces internos» para la resolución de «toda duda o aclaración necesaria» al respecto. «La herida de la unidad de la Iglesia ha demostrado siempre producir daños más profundos y permanentes que la mayoría de discusiones teológicas», añade el comunicado. Cerro insiste en que no «hay obligación automática de hacerlo ni de no hacerlo» y sitúa en la «propia conciencia» de cada sacerdote la decisión de bendecir.
Los tres sacerdotes misioneros que fomentaron la recogida de firmas contra Fiducia Supplicans desde la plataforma Change.org entienden su ministerio desde una posición «muy rigurosa», según ha podido saber La Tribuna. La petición lanzada «bebe de la sensibilidad de América y África», regiones en las que existe un enfoque diferente sobre el matrimonio y la familia.