Corría el minuto 84. El público del Benito Villamarín, en Sevilla, vibraba y soñaba con lo que estaba a punto de ser una gesta. Los nervios se apoderaban de los futbolistas de la selección española, presos de la emoción y conscientes de la oportunidad histórica que se les presentaba. Y, desde la frontal del área, Juan Señor cazaba un balón que se colaba dentro de las mallas, cerca del palo derecho. El delirio era real. También el milagro. Cuarenta años después, todos recuerdan el gol de aquel jugador que militaba en el Real Zaragoza por aquel entonces. Antes del famoso tanto de Iniesta, en 2010, aquel que nos hizo tocar la gloria, llegó aquella diana que nos permitió creer en lo imposible. El combinado nacional lo logró, casi como un regalo de Navidad anticipado para todos los aficionados a La Roja, por aquel entonces conocida como 'La Furia', logrando un triunfo que le daba el pase a una Eurocopa en la que acabaría como finalista ante Francia unos meses después.
No se recordaba algo parecido. Lo que imperaba en la memoria era el fracaso en el Mundial de 1982, celebrado en territorio nacional.
Pero, ¿por qué eran necesarios tantos goles? En aquel momento, la UEFA estableció un sistema de clasificación de siete grupos en el que solo el primero lograba el pase a la fase final. España y Países Bajos se disputaban la ansiada plaza al término de la última jornada, con los neerlandeses como líderes por dos puntos de diferencia y con un balance positivo de 16 dianas por las cinco de los hispanos. Una empresa prácticamente inalcanzable ni en el mejor de los escenarios. Menos aún cuando Demanuele empataba el tanto inicial de Santillana en el minuto 24. Al descanso, el marcador era de 3-1 a favor del cuadro local. Pero los 45 minutos restantes desataron la locura. Poli Rincón marcaba en el minuto 47 y después hacía el quinto. Y España comenzó a soñar. Maceda, por partida doble, de nuevo Rincón, que acabó con cuatro tantos, los mismos que Santillana, que vio puerta en tres ocasiones en la primera parte, y Manu Sarabia dejaban la clasificación del combinado nacional a tiro, a falta de 10 minutos.
Y ahí apareció Señor para dar un triunfo histórico que supuso una alegría para la sociedad. El país había sufrido graves inundaciones en Bilbao en agosto, varios atentados de ETA y un trágico año para la aviación comercial, después de dos accidentes que acabaron con la vida de más de 200 personas. Una victoria que supuso un punto de inflexión en la selección y el reconocimiento a unos pocos que eligieron creer.