Ángel Villarino

RATAS DE DOS PATAS

Ángel Villarino


Dichosos los que no han visto

01/11/2024

En junio de 2018, escribí un reportaje sobre un proyecto que, en aquel entonces, era poco más que una idea ambiciosa sobre un terreno desierto en las afueras de Toledo. Erwan de la Villeón, el CEO de Puy du Fou España, me atendió para responder a las críticas de ecologistas y plataformas vecinales; me llevó en su coche a visitar los terrenos y me contó lo que tenía en mente. No terminé de creérmelo. Veníamos todos muy escépticos tras la crisis financiera, tras proyectos fallidos como Terra Mítica, Isla Mágica o Mundo Park.
Seis años después, la semana pasada, volví por primera vez para comprobar con mis propios ojos lo que cada vez me contaba más gente. Que Puy du Fou es maravilloso, una de las mejores cosas que le han pasado a Toledo y un proyecto que apasiona y entretiene ya a cerca de dos millones de personas al año y que da trabajo a varios miles. Regresé en el coche de camino a casa pensando que había superado todas mis expectativas y que había logrado desplazar al Tivoli de Copenhague como mi parque favorito. 
El espectáculo nocturno es bellísimo, pero eso no creo que ya lo discuta nadie. Lo que más me sorprendió, en realidad, fue el contraste con el resto de parques que he visitado en mi vida, que son bastantes. Por ejemplo, el Puy du Fou los edificios son de piedra, no de plástico o cartón. Cada detalle, cada rincón, es de verdad. Y esto es importante porque hay una diferencia definitiva entre lo que parece real y lo que realmente lo es. El ambiente se parece más al de un mercadillo medieval que a la maquinaria de marketing y consumo que suele caracterizar a los proyectos de inspiración estadounidense.
El otro gran contraste se percibe mirando a los ojos a los empleados. Los bajos salarios, las jornadas extenuantes y la falta de propósito hacen que en la mayoría de los parques temáticos los empleados estén visiblemente disgustados de tener que pasar el día allí para ganarse el pan. En Puy du Fou, la sensación es la contraria, y eso es lo más difícil de lograr en cualquier proyecto empresarial: que tus propios empleados se sientan partícipes y orgullosos de trabajar ahí.
Soy consciente de no estar descubriéndole nada a los toledanos, pero siempre es bonito que vengan de fuera a hablar bien. Dichosos los que no lo han visto... aún y pueden sorprenderse por primera vez.