Miguel de Cervantes y sus célebres figuras del Quijote y Sancho, así como el Greco y otros destacados elementos de la arquitectura y la historia de Castilla-La Mancha, y particularmente de Toledo, son protagonistas de las cuatro obras que el artista Pierre d'Argyll acaba de donar a la Junta de Comunidades a través de su Viceconsejería de Cultura y Deportes. Forman parte de la serie En un lugar de la memoria y participan de la exploración que este creador, nacido en París en 1961, pero con residencia en Madrid desde 1995, ha venido realizando, a lo largo de su trayecto, sobre las relaciones entre arte y cerebro.
Molinos de viento, figuras en ascensión, gestos y motivos reconocibles de una tierra en la que se mezclan tiempos y culturas diversas, se sumergen en cuatro cerebros que se convierten en contenedores de memoria, una memoria que tiene que ver con la propia biografía del pintor y con la de quienes contemplan sus piezas.
En un lugar de la memoria (I, II, III y IV) sirve de título a estos cuatro cuadros en gran formato (1,64 x 1,95 cm cada uno), realizados con espray, acrílico y lápiz sobre cartel. En ellos, el artista y doctor en Bellas Artes, combina su trabajo creativo con sus estudios teóricos, entabla un diálogo con otros creadores que también han sentido fascinación por Toledo, caso del propio Greco, con sus características vistas de la ciudad, o de Picasso, que rindió homenaje a Don Quijote y Sancho; sin olvidar, entre otras, las miradas de Diego Rivera, Sorolla, Cristino de Vera, o la más reciente del artista chino Cai Guo-Quiang.
En un lugar de la memoria II.La experiencia personal de D'Argyll con la geografía manchega, con sus paisajes y su cultura, se manifiesta en los cuadros ahora donados, en los que, como es habitual en su obra, el artista utiliza como soporte carteles publicitarios recogidos de la calle que se disponen en distintas capas superpuestas y que, según sus propias palabras, atrapan símbolos, iconos que ya forman parte del patrimonio universal. «Esta serie se enmarca dentro de mi trabajo sobre la memoria individual y la colectiva, expresada en forma de imágenes que se recomponen dentro del cerebro, intelectualizadas en una visión íntima, que dialogan entre sí. Es una exploración constante del poder plástico del cerebro con la mano del artista, una reivindicación de la fuerza creativa del hombre desde la prehistoria».
El cerebro está presente en gran parte del recorrido plástico del creador, quien tiende puentes entre el arte, la ciencia –concretamente la neurociencia– y la filosofía. Con Picasso y el Greco, dos maestros con los que coincide en su admiración por los entornos castellano-manchegos, entabla D'Argyll relaciones de complicidad, pues, a través de su lenguaje de introspección, la neuroestética, se ha adentrado en sus obras. Precisamente, Picasso es el protagonista de una exposición del artista parisino que hasta el 29 de octubre se puede ver en la Sala la Lonja de Pescado de Alicante, bajo el título Arte con neuronas.
El crítico y comisario Rafael Sierra, en uno de los textos del catálogo de la citada muestra, se refiere al interés de D'Argyll por la neurociencia y su relación con el arte, a su ahondamiento en tan compleja materia desde que en 2017 presentó una tesis doctoral titulada La neuroestética como autoconocimiento del artista. La introspección como método de análisis de la creación artística, un estudio que se convierte en fondo discursivo de un trayecto que participa de una «novedosa y fructífera línea de investigación en neurociencia: el efecto del arte en el cerebro».
En un lugar de la memoria III.«Es ya un hecho demostrado que la experiencia del arte, ya como contemplador u oyente, ya como copartícipe, ya como creador, aumenta la conectividad intracerebral, lo que conduce a una mejora de las capacidades y a unas aplicaciones terapéuticas cuyo futuro apenas es posible predecir ahora», indica Sierra.
Por su parte, la doctora en Historia del Arte y comisaria Paloma Esteban, en su escrito para el citado catálogo, traza el camino en el que se puede adscribir la obra de Pierre d'Argyll, remontándose al arte renacentista, a figuras de ese periodo como Leonardo Da Vinci, Michelangelo Buonarroti o Miguel Ángel, que en su obra fusionan el arte y la ciencia, y buscando paralelismos con un científico como Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina en 1906.
«Teniendo siempre presentes las obvias diferencias entre ambos, D'Argyll, al igual que lo hiciera Ramón y Cajal, utiliza sus dotes como artista para desentrañar las estructuras del cerebro humano, en este último caso, en relación con los mecanismos de la creación plástica», escribe Esteban, quien se detiene en 2014, cuando tuvo lugar la colaboración del creador con el equipo de magnetoencefalografía de la Universidad Politécnica de Madrid, que experimenta con una técnica que registra la actividad funcional cerebral mediante la captación de campos magnéticos producidos durante la sinapsis neuronal y que son proyectados al exterior.
En un lugar de la memoria IV.Fue un punto de inflexión que marcó el destino de una trayectoria artística que se inició en 1987, año en que D'Argyll se licenció en la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. Con anterioridad, en 1985, había realizado una estancia en Venecia; entre 1986 y 1988, completó su formación con una licenciatura en Historia del Arte y de las Civilizaciones en La Sorbona de París.
Tras una primera etapa profesional como director artístico en distintas agencias de comunicación y marketing, en 1995 trasladó su residencia a Madrid y se dedicó en exclusiva a su trabajo artístico, compaginándolo con su actividad como profesor, conferenciante y ensayista. A lo largo del tiempo D'Argyll ha realizado numerosas exposiciones individuales y colectivas en España, Francia, Estados Unidos y México. Es miembro de la Real Academia de Cádiz y correspondiente de la de San Fernando de Madrid.