Guardaespaldas contra la violencia de género

M.G
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El equipo de Violencia de Género de la Guardia Civil de la zona baja de La Sagra controla y sigue de cerca 200 casos de víctimas de violencia de género y cuatro de menores en riesgo. La unidad se dedica en exclusiva a esta problemática desde el año

El agente Torres atiende a las víctimas en el cuartel de la Guardia Civil de Bargas - Foto: David Pérez

Protección, seguimiento y apoyo. El mantra del día a día del agente Torres y de su compañero, el equipo de violencia de género de la Guardia Civil que lleva en exclusiva esta materia en los 22 municipios de la parte baja de La Sagra. 

«Tengo que hacer mucho de psicólogo y darle a entender a las mujeres que están sufriendo este tipo de violencia que no están ni se van a sentir solas», comenta Juan Francisco Fernández Torres, conocido como agente Torres. A todas las víctimas que acuden al cuartel para formalizar denuncia o entran en contacto con alguna patrulla de la Guardia Civil se les dice «que nos llamen siempre que lo necesiten». 

El agente Torres trabaja en el cuartel de Bargas, pendiente de cada caso, pegado a Viogén, el sistema integral de violencia de género que puso en marcha la Secretaría de Estado del Ministerio del Interior en 2007, comprobando datos, formalizando denuncias y en constante comunicación y coordinación con la Policía Nacional, los juzgados y todos los recursos institucionales. 

La formación constante y la experiencia resultan fundamentales para su labor. Esta unidad y las restantes en la provincia de Toledo, con un total de ocho agentes, tienen encomendado dar apoyo a la Emume, el Equipo Mujer y Menor, y actualmente realiza el seguimiento de cerca de 200 víctimas de violencia de género con mayor o menor riesgo, y cuatro menores en riesgo, un criterio que determina las acciones de protección a tomar en función del caso. Torres insiste en que La Sagra es, con diferencia, la zona de la región con mayor incidencia en este tipo de violencia.

El agente Torres apunta que existen cinco niveles de riesgo -no apreciado, bajo, medio, alto y extremo- y observa que los casos  con más posibilidades de que el agresor pueda acercarse a la víctima y agredirla van en aumento en los últimos meses. Si bien, la Guardia Civil está preparada y en los casos extremos la vigilancia y el acompañamiento a la víctima se realizan las 24 horas, tanto si la mujer, con o sin hijos, se encuentra en el domicilio como cada vez que se desplaza en su vida diaria. 

-¿Y hay agentes suficientes para desempeñar esta labor?

-«Si no hay se buscan, pero la protección está garantizada», asegura Torres. En algunos casos también tiene que entrar la Policía Nacional en el dispositivo. Si el trabajo de la víctima se encuentra en Toledo capital, la vigilancia esas horas pasa a manos de los policías.

La medida de acompañamiento constante se reduce a los casos más graves, e incluso los agentes vigilan y se desplazan hasta el colegio para proteger a los menores si también están en una situación de riesgo similar a la de la madre. 

Si bien, la Guardia Civil también puede guiarse por otras medidas que se establecen en casos menos extremos, pero aun así relevantes, como el dispositivo de control telemático, la famosa pulsera que se le coloca al agresor para controlar que no se acerca a la víctima. 

El equipo de violencia de género se basa en la denuncia y en un amplio cuestionario de 35 preguntas que se les realiza a las víctimas para conocer la situación, la edad del agresor, la reincidencia, si es celoso, si toma estupefacientes, las amenazas y otros aspectos que ayudan a completar la información y determinar, junto a la valoración de riesgo, las medidas a tomar, como la orden de protección que decretan los jueces una vez que el procedimiento entra en el juzgado. 

El agente Torres y su compañero entran al cuartel por la mañana y revisan los casos, toman declaración a la víctima si durante su turno se produce algún suceso con intervención de la Guardia Civil. En este sentido, remarca que la denuncia es un elemento fundamental en cada uno de los casos, con independencia de que la víctima se preste o no a denunciar.  Torres habla de las reticencias que se han encontrado en algunos pueblos con mujeres maltratadas que no denuncian por temor «a que se les considere víctimas de violencia de género porque son personas muy conocidas en su entorno». 

Denuncia. El agente sabe que aún existe mucha desinformación y miedo a denunciar por posibles represalias, pero apunta que la mayoría de las veces la víctima no se atreve a dar e paso o quiere retirar la denuncia al poco tiempo por su vínculo emocional hacia el agresor o por cuestiones económicas. Ocurra lo que ocurra, los guardias civiles siempre ponen los casos, sean delitos relacionados con violencia psicológica o física, en conocimiento de los tribunales.

Las denuncias han crecido un 20% este año comparado con el pasado, aunque deja claro que no quiere decir que haya más casos, sino «que las víctimas están más sensibilizadas». Torres compara la violencia de género con un gran iceberg, del que asoma al exterior una pequeña porción «de todo lo que hay debajo».

El agente Torres apunta que su labor no se puede estandarizar porque cada caso responde a unas necesidades. Si bien, la implicación con las víctimas de mayor riesgo es tal «que nos sabemos la fecha de cumpleaños de sus hijos». En cualquier caso, sostiene que romper el vínculo con el agresor «es un proceso largo» y anima a que las mujeres denuncien su situación  «porque institucionalmente van a estar protegidas».