Vuelven a encontrarse. El vecino de 86 años del barrio de Antequeruela, José (Pepe) García y el agente de Policía Nacional, Ricardo Castaño. El octogenario se quedó inmovilizado en el suelo de su habitación durante más de seis horas hasta que llegó su ángel guardián, el agente Castaño, que tuvo que entrar por la ventana de la cocina, que da a un patio de luces, para poder socorrer al accidentado.
Pepe es una persona de edad avanzada que lleva bastón, que está en lista de espera para que le operen de la vista y que el pasar de los años ha hecho mella en su estado físico, reduciendo su movilidad y sus capacidades motrices. Este estado de salud y el olvido de la 'medalla' de teleasistencia, provocó la caída de Pepe, justo al lado de la cama de su habitación, el pasado día 17 de septiembre sobre las 04:30 horas de la madrugada.
La mala suerte o una cadena de infortunios, hizo que el vecino de Antequeruela estuviera tirado en el suelo hasta las 11:10 horas del 17 de septiembre. La primera razón para que estuviera casi siete horas pidiendo auxilio desde el piso de su habitación es que lleva tres años viviendo solo en el callejón del Cura de Toledo, aunque cuenta con ayuda domiciliaria varios días a la semana y la colaboración de los vecinos que están pedientes hasta de la hora que se va a dormir. El otro motivo fue que esa noche se dejó el aparato de teleasistencia en la mesa del comedor, sin poder avisar a nadie.
Encuentro del agente de Policía Nacional con Pepe García. - Foto: Yolanda LanchaLa situación cambió cuando la Policía Nacional recibió el aviso del 112 sobre el estado de Pepe. En ese momento, dos dotaciones de Policía Nacional y una ambulancia se personaron en el domicilio. Tras investigar la manera de acceder a la casa, el agente Ricardo Castaño observó que una ventana, ubicada en el patio de luces, con acceso a la cocina estaba abierta, pero tenía la persiana cerrada casi al completo.
Un vecino del edificio dejó una escalera para que Castaño accediera al piso de Pepe por la ventana de la cocina y fuera el primero en llegar a socorrerlo, que desde ese día es su ángel guardián.
El agente de la Policía Nacional se encontró «muy nervioso» a Pepe García, al que tranquilizó y ayudó. Ayer, se reencontraron con gusto.