La Asociación de Mujeres María de Padilla ha pedido este martes un cambio cultural en la sociedad, que se comprenda mejor a las víctimas y que se ponga la diana sobre el maltratador. Pide justicia, con castigos ejemplares para los maltratadores, pero también prevención y protección hacia las mujeres. Así lo ha hecho durante el manifiesto leído con motivo de la concentración mensual contra la violencia machista, convocada por el Consejo Local de la Mujer y antes del minuto de silencio por cada una de las mujeres 39 que han sido asesinadas en España en lo que va de año por violencia de genero y las cuatro del último mes.
«¡Basta de silenciar nuestros gritos!» ha comenzado pidiendo la psicóloga de la Asociación, Lorena Aguilera, antes de levantar su voz «para denunciar una realidad que persiste y nos hiere profundamente: la violencia sexual y el acoso hacia las mujeres».
Se trata de una violencia, apuntó, «arraigada en estructuras patriarcales y desigualitarias», que «se manifiesta de múltiples formas, desde el acoso callejero hasta la violación, pasando por la violencia sexual en el ámbito laboral, familiar y digital. Es una lacra que atraviesa todas las clases sociales, culturas y edades, dejando cicatrices profundas en las víctimas y en toda la sociedad».
Para María de Padilla, «este tipo de violencia no es una estadística, es una realidad que se vive en cada rincón del mundo, en cada hogar, en cada calle». Aguilera destacó el caso de Gisèle Pélicot, que ha sacudido a la sociedad en Francia y ha puesto de manifiesto la gravedad y la frecuencia de la violencia sexual, así como la impunidad con la que a menudo se cometen estos crímenes. «Su valentía al denunciar lo ocurrido ha sido un faro de esperanza para muchas mujeres que han sufrido en silencio», apuntó.
Porque, apuntó Aguilera, muchas víctimas de violencia sexual no denuncian los hechos por diversos motivos como miedo, vergüenza, culpa o desconocimiento de los recursos disponibles, «esto significa que las cifras oficiales subestiman considerablemente la realidad».
De ahí que cuando una mujer decide contar su historia, ya sea a través del anonimato o denunciando los hechos, «no hay que juzgar, hay que acompañar, escuchar y protegerlas, pues en muchas ocasiones, como está pasando ahora con el caso Errejón y los testimonios que se cuentan en las redes de la periodista Cristina Fallarás, se juzga el relato y la veracidad de los hechos, cuando el foco hay que ponerlo en los agresores».
Exigencias de cambio. Como «no podemos seguir tolerando esta situación», María Padilla ha exigido justicia, prevención, protección y un cambio cultural. Pide justicia con «castigos ejemplares para los agresores y una atención integral a las víctimas, garantizando su seguridad y acompañamiento psicológico».
También pide prevención, es decir, educación en igualdad de género desde la infancia, campañas de sensibilización y programas que promuevan relaciones basadas en el respeto y el consentimiento. Exige protección, refugios seguros para las mujeres que escapan de la violencia y protocolos claros de actuación en instituciones públicas y privadas. Y un cambio cultural, «desmontar los estereotipos de género, visibilizar las experiencias de las víctimas y poner el foco en los agresores».
La violencia sexual, concluyó Aguilera, «no es un asunto privado, es un problema social que nos afecta a todas y todos. Es hora de romper el tabú y exigir un cambio profundo en nuestra sociedad».