La caída del régimen de Bashar Al Assad y la llegada al poder de las fuerzas rebeldes y los islamistas en Siria recompone la realidad del país árabe, planteando un nuevo escenario también para otras naciones de Oriente Próximo y de la comunidad internacional. Por ello, los actores implicados miran hacia Damasco aguardando quiénes serán los encargados de retomar el rumbo de la región, tras 13 años de guerra civil y más de 50 bajo la dinastía de la misma familia.
Turquía
Turquía se ubica en el bando ganador del conflicto de Siria, ya que la principal fuerza de choque que ha desencadenado la caída de Al Assad son las milicias islamistas Haiat Tahrir Sham (HTS), que en los últimos años dominaron la provincia de Idlib en el noroeste del país, bajo tutela militar otomana.
El rompecabezas para Turquía es ahora cómo acabar con el dominio de las facciones kurdosirias en ese zona de Siria, hasta ahora respaldadas por Estados Unidos, sin arriesgarse a una nueva guerra civil que interrumpiría una transición que Ankara quiere rápida y respetuosa.
Rusia
Rusia, el gran defensor del régimen sirio junto a Irán, ha demostrado su incapacidad para combatir en dos frentes al mismo tiempo. La actual ofensiva del Kremlin en Ucrania exige grandes inversiones en dinero, hombres y armamento. Por ello, el presidente, Vladímir Putin, ha tenido que sacrificar a Al Assad.
El mayor riesgo para Moscú es la pérdida de sus bases militares en el país árabe y la presencia de su Armada en el mar Mediterráneo.
Irán
La caída de Al Assad supone un golpe para Irán y su eje de la resistencia chiita, alianza formada por milicias como Hamás, Hizbulá y los hutíes. La desaparición del régimen debilita a Teherán y reduce su influencia en la región a pocos meses de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca con la amenaza de endurecer las políticas contra el país persa.
El Líbano
Para El Líbano, que el régimen haya caído tiene un sabor agridulce. Mientras el Gobierno ve la oportunidad de que millones de refugiados sirios en sus fronteras regresen a su país, para Hizbulá es otra historia. Sus combatientes ayudaron al régimen sirio a reprimir a la oposición entre 2012 y 2016. Ahora, con sus filas debilitadas, la milicia ha quedado relegada a un segundo plano.
Países Árabes
Para los países del Golfo, la liberación de Damasco supuso una alegría compartida y que fue aprovechada para despotricar contra el régimen. Aun así, una posible expansión del grupo yihadista Estado Islámico y el narcotráfico en sus fronteras son las dos cuestiones que más les preocupan.
Estados Unidos
Para Estados Unidos, la caída del régimen supone un objetivo cumplido, que ha atribuido a su estrategia de apoyar sin fisuras a Ucrania e Israel. Ahora, el objetivo principal de Trump es evitar el resurgimiento de grupos yihadista y la libanización de Siria.
Israel
Israel ha celebrado la caída del régimen como un triunfo al suponer un revés para su principal valedor, Irán, archienemigo del país hebreo. Pero la llegada de los insurgentes, en su mayoría islamistas, genera tanto optimismo como inquietud.