Paloma guarda unos recuerdos vívidos de ese paraje en la divisoria entre Recas y Villaluenga de la Sagra, donde se reunían sus familiares año tras año en unas comidas inyectadas de dolor. El martes, su nieta, Vega, de solo cinco días, se engarzó a esa cuneta de 'Los tintos' donde fue asesinado su tatarabuelo hacia el 19 de noviembre de 1936. La visita de la bebé coincidió con la localización de todos los restos óseos, una búsqueda certera porque las generaciones posteriores habían refrescado, incluso con un mausoleo, la memoria de las víctimas.
La cadena de cinco generaciones comenzó con Jerónimo Cedillo Zurita, uno de los siete asesinados por los sublevados en ese mismo lugar. Ayer, una agencia de noticias turca se entrevistaba con los familiares como parte del seguimiento a las exhumaciones. El equipo extranjero podía observar el área de 80 metros cuadrados precintada por la Policía Local de Recas, dos montículos grandes de la tierra excavada, unos ramos de flores y dos esculturas, una de ellas de La Piedad, que coronó durante años la fosa.
La excavación que comenzó el lunes ha descubierto dos fosas: una con cinco cadáveres y otra, a apenas dos metros de distancia, con dos cuerpos. El abuelo de Paloma Berihuete Cedillo fue enterrado supuestamente en la primera. «Es una sensación agridulce. Venía aquí de pequeña a pasármelo bien, pero no tenía la conciencia de lo que significaba, por ejemplo, para mi madre. Siempre me lo ha contado, pero de una forma 'light'. Ayer- por el martes- cuando lo vi fui consciente realmente de lo que les habían hecho», reflexiona.
Uno de los esqueletos localizados en la fosa común. - Foto: David PérezLa abuela abandonó Recas con sus siete hijos en un carpetazo a los rencores. 85 años después, la familia ha recuperado los restos de Jerónimo, cuya comprobación comenzará en breve en León con una muestra de ADN de un pariente. Su primo Alberto encabezó los trámites para abrir la fosa como encargo de su padre, Roque, hijo de Jerónimo. Ahora, los cuerpos de las víctimas serán examinados en el campus de Ponferrada de la Universidad de León o en el departamento de Antropología Física de la Unileón.
Paloma hace un inciso dedicado a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). «Estaban todos muy emocionados con Vega. Esta gente es maravillosa, sin ánimo de lucro. Increíbles», apostilla.
Este colectivo, que surgió tras la exhumación de una fosa común con los restos de 13 republicanos civiles asesinados en octubre de 1936 en la localidad de Priaranza del Bierzo (León) y ha encabezado más de 250 intervenciones en fosas comunes con más de 1.400 víctimas exhumadas, no pide ningún tipo de subvención para las exhumaciones, por lo que todos los trabajos, así como las labores forenses y las pruebas de ADN se financian con las cuotas de sus socios, así como de aportaciones particulares.
El equipo de la Asociación ARMH retira la tierra de los restos óseos y se encuentra con las alpargatas que llevaban el día que fueron asesinados. - Foto: David PérezLos siete asesinados en esta fosa de Recas están identificados como Florentino Recio Fernández, Jerónimo Cedillo Zurita, Gabriel Zurita Martín, Juan Zurita Martín, Domingo Díaz, José María Barahona o José María Seseña, y Pedro Díaz. En el año 2003, la ARMH descubrió una fosa con una estructura similar en Recas. El colectivo menciona en un informe que la intervención de hace 18 años sirvió para la exhumación de siete de las 21 víctimas de esta localidad sagreña, a apenas 200 metros del lugar donde trabajan esta semana.
Marco atiende a este diario tras la exhumación de los presuntos restos de Gabriel y Juan Zurita en la segunda de las fosas. «Siempre se custodió. Primero, con una pequeña alambrada, con estacas, con unas cruces más humildes. Al final, optaron por un panteón, y ha sido milimétrico», afirma por la facilidad para hallar los cuerpos, localizados apenas a medio metro de profundidad, explica el vicepresidente de ARMH, Marco González, quien menciona «el trauma generacional» transmitido en estas familias. Y añadía: «Ojalá esa tataranieta lea en el colegio la biografía y le expliquen el porqué de que estos hombres fueron arrojados en fosas comunes en una cuneta».
El equipo de la asociación se ha sorprendido de la custodia de las familias de los asesinados durante esas ocho décadas, que ha facilitado sobremanera la localización de los cuerpos. Además, Marco recalcaba «la sensibilidad» del propietario de las tierras de permitir el mausoleo.
padre e hijo. Juan José Zurita, vecino de la localidad sagreña de Pantoja, y su hermano, que reside en Recas, han visto que el equipo hallaba la fosa donde, presuntamente, estuvieron enterrados su abuelo y su tío (Gabriel y Juan Zurita). El hallazgo de los cuerpos ha reforzado la hipótesis porque uno es más joven que el otro. «Siento una alegría porque venía aquí, de niño, con mi madre», recuerda.
Ambos y el resto de los hermanos decidirán el paradero de los cuerpos de sus familiares después de que tengan la confirmación del parentesco, más de ocho décadas después de que fueran asesinados y enterrados en una fosa en la divisoria entre Recas y Villaluenga de la Sagra.