Europa en general y España en particular hace tiempo que dejaron de ser inmunes a la amenaza del terrorismo yihadista. Ahora, la guerra en Gaza ha acelerado las investigaciones que las Fuerzas de Seguridad tenían abiertas contra la radicalización islamista. De hecho, en solo un mes los agentes de Información de la Policía Nacional han detenido a 33 personas, 13 de ellas en Cataluña.
Fuentes de la lucha antiterrorista y jurídicas coinciden en dejar claro que la vigilancia no se ha relajado en ningún momento, pero admiten que las alarmas están si cabe más encendidas por la ofensiva en Israel y Palestina tras la masacre de Hamás en suelo hebreo el pasado 7 de octubre.
De hecho, en pleno conflicto en Oriente Medio y con dos ataques terroristas en Francia y Bélgica protagonizados por lobos solitarios, el Ministerio del Interior decidió el pasado 17 de octubre reforzar con medidas complementarias el nivel 4 de alerta, el penúltimo escalón previsto y en el que España se sitúa desde hace ocho años.
Las fuentes consultadas reconocen que en el último mes se han «reventado» varias investigaciones que estaban abiertas contra el proselitismo en redes sociales, la radicalización yihadista o la captación después de que algunos de estos objetivos incrementaran su actividad o, incluso, su deseo de pasar a la acción.
Precisamente, hace una semana el director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), Manuel Navarrete, puso el foco en la actualidad para advertir del aumento de la propaganda del Estado Islámico (EI) y Al Qaeda. En su opinión, la amenaza yihadista se proyecta en estos momentos sobre Europa impulsada por el conflicto en Oriente Próximo y la quema del Corán en algunos países como Suecia o Dinamarca, dos «eventos de impacto global» que están siendo capitalizados por ambas organizaciones para inspirar sus proclamas y aumentar la movilización entre sus bases de cara a cometer acciones terroristas colectivas o individuales.
Según los últimos datos recopilados, en el último mes la Comisaría General de Información de la Policía ha desarrollado ocho operaciones policiales, entre ellas la que se saldó el pasado 27 de octubre con la detención en la localidad malagueña de Benahavís de un colaborador del yihadista que recientemente asesinó a dos personas en Bruselas. Siete días antes, la Policía arrestó a otros cuatro individuos: dos en Cubelles (Barcelona), uno en Huétor Tajar (Granada) y otro en Madrid por proselitismo en redes. Los tres primeros están en prisión.
Los investigadores destacaron que las pesquisas se iniciaron hace un año al detectar varios grupos cerrados en redes sociales en los que se adoctrinaba a jóvenes.
A estas labores de captación también había vuelto Mustafá Maya Amaya, una de las capturas más relevantes hasta la fecha y que en 2014 fue considerado como «el mayor reclutador yihadista de Europa».
En libertad desde hace 18 meses tras cumplir una condena de ocho años, los agentes atraparon a este converso de origen belga apodado como el yihadista gitano el 23 de octubre pasado al constatar que había vuelto a las andadas, esta vez junto a otro expreso, arrestado en Madrid ese día. Ambos habían retomado contacto con personas afines a la yihad para realizar «acciones violentas de manera conjunta o individual» y habían publicado material islamista extremo explícito.
Más pasos había dado en los últimos meses otro de los arrestados, esta vez en Tarrasa (Barcelona). Aunque desde hace un año tenían puesta la mirada sobre él, fue detenido el pasado 1 de noviembre al corroborar que había incrementado las búsquedas de armas blancas y alentaba la violencia.
La mayoría de operaciones desplegadas en estos últimos años derivan de investigaciones largas que culminan con pocos arrestos, una característica que no es fácil de romper pero que en el pasado mes lo hizo en dos ocasiones.
Hasta 14 personas de origen paquistaní vinculados a un partido político radical y presuntamente relacionados con el terrorismo yihadista fueron detenidas a comienzos de noviembre de forma simultánea en seis provincias: siete en Barcelona, uno en Lérida, uno en Málaga, dos en Guipúzcoa, otros dos en Valencia y otra más en Logroño. Todos ellos esperan su expulsión de España sin esperar a ser juzgados.
El segundo golpe con un buen número de presos (seis) se desarrolló a mediados del pasado mes como segunda parte de otro operativo de 2021. Entre los arrestados que están en libertad se encontraba el imán de Badajoz y otros cinco hombres (tres en Madrid, uno en Zaragoza y otro Valencia) acusados de presuntamente financiar el terrorismo de corte islámico.
Posteriormente, la Policía, en colaboración con los Mossos, puso entre rejas a dos hombres en Olot por un aumento en su proceso de radicalización.
Poco después, la Audiencia Nacional decretó el ingreso en prisión de un presunto yihadista detenido en Níjar (Almería) por difundir propaganda del EI en redes sociales. Según la Policía Nacional encargada del caso, el hombre había iniciado un proceso de radicalización desde las redes sociales, donde accedía de forma continua a material audiovisual adoctrinador del Estado Islámico y otro contenido relacionado «altamente violento».
A finales del mes pasado, la Guardia Civil capturó en Estepona (Málaga) a dos hermanos de nacionalidad brasileña por la presunta comisión de delitos de terrorismo y su presunta vinculación al EI.
En total, son 33 detenciones en un mes, frente a los 40 arrestos de presuntos yihadistas que practicó la Policía Nacional a lo largo de todo 2022. Desde los atentados del 11 de marzo de 2004 y hasta el pasado mes de noviembre, se han capturado a más de 1.000 personas en la lucha contra el terrorismo yihadista. Esta año son ya más de 45. Pero la amenaza sigue latente.