Menos días, un festivo menos, al caer el 12 de octubre en sábado, el viento que impidió la apertura durante el miércoles y la lluvia del fin de semana han deslucido este año la Feria de Artesanía de Castilla-La Mancha. Farcama ha vuelto a la Vega, donde tan buenos resultados ha tenido otros años, pero el mal tiempo y la resta de días (cuatro a la postre frente a los seis de otras ocasiones), han tenido el irremediable resultado de menos visitantes y seguramente, a la espera de cifras oficiales, menos ventas.
Victoria Pleite, de Victoria Cerámica, ha vuelto a Farcama después de 2019 y una pausa pospandemia. Ella estudió en la Escuela de Arte de la ciudad y aunque no había retornado a Farcama, «nunca lo he dejado, siempre he estado haciendo cosas». Explica que su artesanía de cerámica en gres es laboriosa y se tarda en hacer. Ella recoge flores en parques de la ciudad o, más allá, en la Vera, también hojas de robles o helechos, las plasma en su cerámica y, a partir de ahí, «a mí me gustan todos los colores, disfrazo las flores de todos los colores». Tras amasar el barro, tiene que hacer un proceso de impresión con la flor natural y dar la forma a la pieza, para dejarlas secar y juntar muchas piezas con el horno lleno. Va desarrollando pequeñas obras, colgantes, pendientes o platos, para acumular hasta que llega alguna feria como esta, «porque la mayoría de las cosas se venden cuando la gente las ve y se las lleva puestas». Mala suerte el mal tiempo de estos días, aunque por lo menos su material no se estropea con el agua. Los interesados podrán contactar con ella en Instagram.
Un viejo conocido de Farcama es Enrique Redondo, El mono sin pelo. Desde Alcázar de San Juan ha venido a la feria durante los últimos once años, y ha obtenido ya un par de premios, el de Joven Emprendedor y el de Diseño (primer finalista). El mono sin pelo es una artesanía de objetos en cartón piedra. Hay máscaras, lámparas, pequeñas marionetas... pero sobre todo llama la atención los gigantes y cabezudos, imaginería festiva. Cada gigante, por ejemplo, lleva muchos procesos, desde la soldadura metálica al cuerpo en cartón o las manos. Es más o menos un mes y medio de trabajo. Poco amigo es el cartón piedra del agua. Enrique ha tenido que estar protegiendo sus obras de la lluvia y el mal tiempo. Con eso y el día menos, ya llegó a Toledo mentalizado para menores ventas. Aunque también es verdad que sus clientes principales son los distintos ayuntamientos, que acuden a Farcama a hacer el contacto, no es venta directa.
Una nube de pesimismo sobrevoló FarcamaEl puesto de Yolanda Olea mezcla la artesanía y el reciclaje. Oleadas es una marca de complementos para bicicletas, ahora también mochilas, a partir de los recortes de las telas de toldos que sobran en las empresas. Es un win win, apunta Yolanda, porque ella consigue el material y las fábricas no tienen que pagar por deshacerse del mismo. Ella trabaja en verano en la prevención de incendios forestales, y durante el resto del año hace esta artesanía con su máquina de coser. Después la vende en ferias como Farcama, a la que ha venido este año por tercera vez. Ha sido un año «un poco raro», con el festivo en sábado, un día menos por el viento y la lluvia del fin de semana. Aunque personalmente confiesa que no se le ha dado mal cuando ha podido abrir. A sus visitantes les ha contado que pueden contactar por ella por redes sociales, y en enero abrirá tienda y web, «aunque a veces sea más trabajo ofrecerlo en redes que vender personalmente».
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Francisco Moreno Benito, cerámicas Moreno Benito, lleva viniendo a Farcama desde Talavera de la Reina desde su puesta en marcha, en Tavera, a principios de los ochenta. Comenzó el oficio de alfarero con su padre a los quince años, con su hermano de pintor, y se lamenta de que, a punto de jubilarse el próximo año, se perderá la tradición familiar, «este oficio ha sido siempre, normalmente, de tradición, pero el oficio ya se ha terminado». El mejor año, apunta Francisco, «donde más vendí, fue en el año del Alcázar, no sé si es que subían más turistas». Y eso que aquel año también llovió. Lo malo de este ha sido que ha habido un año menos y los anuncios de lluvia constante que han retraído al público, «si llueve la gente sale menos, si es un día y no perjudica mucho en el horario, bueno; pero si ya se anuncia mucha lluvia, no resulta bien, para los gastos que tenemos».