Pepe se hace muy grande en boca de Beatriz a pesar de tener poco más de seis años. El pequeño se ha convertido en «un regalo» para el matrimonio y para sus dos hijos mayores. «Hoy por hoy es el rey de la casa y el que más risas arranca», explicó ayer esta señora menuda y de mediana edad muy emocionada. Pero cuando conoció a Pepe, un niño de dos años y medio, no hablaba, no se reía y ni siquiera era capaz de pedir comida cuando tenía hambre porque estaba acostumbrado a coger pan y pasar desapercibido.
«Hace cuatro años nos convertimos en familia de acogida porque Pepe se iba a un centro debido a que su familia no podía atenderle», relató Beatriz Bilbao, la presidenta de la Asociación de Familias de Acogida de Castilla-La Mancha. Su testimonio eclipsó ayer la presentación de la campaña informativa sobre acogimiento familiar de la Consejería de Sanidad y Asuntos Sociales.
«Nos daba mucho miedo ser familia de acogida, lo habíamos pensado y lo habíamos descartado, pero no podíamos mirar para otro lado». YPepe entró en su casa en agosto de 2009 «con una vieja maleta, desnutrición y mucho miedo. No hablaba, no se reía y tampoco sabía dar un beso». Además, el pequeño «era anormalmente avanzado y maduro para su edad y se vestía y desvestía solo».
Los primeros momentos fueron duros en casa de Beatriz por lo desconcertante de la situación. Pero después de un período de adaptación y de darle cariño y confianza, Pepe empezó a darse a su familia de acogida. «Un día le estaba cambiando el pañal y comencé a hacerle cosquillas y caricias y el niño me agarró, me miró y se empezó a reír. Siempre digo que ese momento fue para mí como el parto de Pepe y todo empezó a funcionar».
Después de aquello, llegaron nuevas pruebas porque la familia de Beatriz tuvo que enseñarle a ser más bebé, a retroceder en esa madurez acelerada por las circunstancias. «El niño necesitaba que le mimaran, sentirse seguro». Incluso hubo que implantar la rutina del biberón a primera hora de la mañana, pero al poco tiempo ya pedía el ‘bibi’ regalando su sonrisa.
Beatriz está orgullosa de este tercer hijo. «Es un niño feliz y es el hermano pequeño de mis hijos». Sin embargo, la familia y la propia Beatriz son conscientes de que el niño terminará marchándose de su hogar si la familia biológica está preparada algún día. Ahora Pepe pasa el fin de semana con Paola, su madre, y llega a casa de Beatriz feliz y contando muchas cosas.
Esta familia de acogida ha aprendido a valorar a la familia biológica de Pepe. Y aunque el futuro es una incógnita, Beatriz tiene claro que Pepe forma parte de su familia y «que lleva años sintiéndose como todos los niños». Pepe tiene suerte, tiene a mamá Beatriz y también a mamá Paola.