Un día antes de que George Weah anunciase que Rodrigo Hernández era galardonado con el Balón de Oro, Vinícius estaba convencido de que sería él. También su club, patrocinadores… todo estaba preparado hasta que cinco horas antes todo cambió. El Real Madrid recibió la información de que no sería ninguno de sus futbolistas y se plantó. No fue nadie del club a París y los 24 goles y 11 asistencias en 39 partidos, con doblete de Champions y Liga, no fueron suficientes para que el brasileño viviera su gran noche.
El atacante se preparaba para su reconocimiento. En las últimas semanas los mensajes ya no eran esquivos y apuntaban hacia él como el ganador. Compañeros, su entrenador Carlo Ancelotti, el director de relaciones institucionales Emilio Butragueño, rivales… Nadie lo ocultaba, pero todo cambió.
El avión de la entidad merengue que trasladaba a una expedición de unas 50 personas se quedó en tierra a primera hora de la tarde. El equipo tenía constancia de que ni Vinícius ni Dani Carvajal serían galardonados como mejor futbolista de la pasada temporada y decidió quedarse en la capital.
Esta decisión, conocida a última hora, la catalogaron como una falta de respeto y no quisieron estar presentes donde «al Real Madrid no se le respeta»; a la vez que en el mensaje transmitido se incluyó a la UEFA en esta falta de respeto.
Superliga
Un organismo con el que el Madrid mantiene sus diferencias debido a la Superliga y que en la pasada edición de 2024 fue la primera en la que entró como coorganizador del Balón de Oro junto a France Football.
Mensaje claro del conjunto blanco mientras Vinícius veía cómo se esfumaba su gran premio individual con solo 24 años tras una trayectoria en la élite que arrancó con muchas dudas, que empezó a disipar en 2021.
El brasileño llegó a Chamartín con 18 años, sin experiencia en el Viejo Continente y a cambio de unos 45 millones de euros. Fue de los primeros jugadores que demostraron un cambio de filosofía en el club: adelantarse a otros grandes equipos por talento extranjero -en el caso del conjunto blanco, sobre todo, con el brasileño Juni Calafat al mando-.
Y sus tres primeros años estuvieron marcados por las dudas de si estaba capacitado o no para ser jugador del Madrid. La realidad fue que en ese momento no, pero acabó siendo en uno de los mejores del mundo, segundo en el Balón de Oro.
Un camino lleno de complicaciones, sobre todo por su inicial falta de acierto ante la portería rival: en sus tres primeras temporadas anotó 18 goles en 123 partidos. Desde entonces, en tres cursos y dos meses hizo 73 en 155 encuentros.
Una carrera en la que dos entrenadores le han marcado: Santiago Solari y Ancelotti. El primero apostó por él cuando pocos creían en sus capacidades. En un conjunto que firmó una campaña en blanco, el extremo fue un rayo de esperanza.
Gran progresión
Solari se hizo cargo del primer equipo tras el despido de Julen Lopetegui y, propio de un técnico que llegaba de la cantera madridista, apostó por los jóvenes. Vinícius fue uno de ellos. Sin embargo, el cese del argentino supuso la llegada de nuevo de Zinedine Zidane, con quien el brasileño nunca llegó a mostrar un gran nivel.
Fue a partir del retorno de Ancelotti en la 21/22 cuando el atacante blanco explotó. Sobre todo en esa temporada, en la que firmó 22 goles y 20 asistencias en 52 duelos, diana incluida en la final de la Champions.A partir de ahí, su caché se proyectó hasta colarse de lleno en la lucha por galardones como el Balón de Oro, ese que el pasado lunes se le escapó entre los dedos.