Había un tiempo en el que las asociaciones vecinales o simplemente vecinos por los medios que bien pudieran reclamaban a los actores políticos municipales que acabaran con ese método de recogida de basura que consistía en dejar sus bolsas en pleno suelo de la vía pública. Hoy, casi un año después de que comenzara una prueba piloto para acabar con esta fórmula, los toledanos no quieren oír hablar de que esto vuelva.
Fue una de las propuestas que el ahora alcalde, Carlos Velázquez, llevaba en su programa electoral. Y de una manera progresiva, colocando los contenedores de menos a más calles del Casco Histórico, ha conseguido implantarlo hasta alcanzar el beneplácito de una gran mayoría de residentes toledanos.
Si ya de por sí era una vieja demanda de la sociedad toledana, el boca a boca por las estrechas y características calles del barrio histórico de la ciudad refrendan esa satisfacción. Una breve encuesta elaborada por La Tribuna con los vecinos toledanos revelan esa sensación favorable que los ciudadanos tienen con lo que ya consideran el fin del bolseo.
Una medida que ha podido afectar en mayor medida a unos vecinos y en menor a otros. Por ejemplo, Félix vive cerca de la plaza de San Vicente y por su casuística particular la sustitución del bolseo por la colocación de un contenedor para depositar la basura apenas le ha afectado, porque no se tiene que desplazar ni un metro más para desarrollar esta función ciudadana, al ubicarse el nuevo elemento en el mismo punto donde anteriormente depositaba los residuos. Un hecho que suma todavía más para que Félix valore positivamente una medida que, a su juicio, «mejora mucho la imagen de la ciudad», al no albergar basura por los suelos.
Sin embargo, este hecho que destaca Félix no ocurre en todos los rincones del barrio, ya que en el caso de Montse, residente de la calle Real, ahora para depositar la basura tiene que desplazarse unos 50 metros cuanto antes lo hacía a solo un par de pasos de la puerta de su domicilio. En cualquier caso, esto no supone un impedimento para la vecina toledana, ya que unos metros más no significan mayor inconveniente que los beneficios que genera el fin del bolseo. Montse lo explica señalando que se ha ganado en higiene, ya que «antes al estar las bolsas en el suelo los gatos las abrían en búsqueda de comida expandiendo la basura por el resto de la calle. Ahora hemos ganado en limpieza».
Para Rafael, un vecino cercano a la calle Esteban Illán, esa redistribución del espacio lo hace uno de los puntos fuertes de este nuevo sistema. Detalla que con el método previo los vecinos colocaban sus bolsas enfrente de las puertas de sus domicilios, conformando una fila llena de bolsas de basura en muy pocos metros, mientras que con el modelo actual se aglutina un único contenedor para todos en ese mismo espacio vial.
Por último, María Rosales, del entorno de la puerta del Cambrón, se muestra igual de satisfecha que sus vecinos con la medida, defendiendo incluso que se tenía que haber implantado antes. Asimismo, apunta como elemento a mejorar que los contenedores se vacíen más a menudo, porque a veces se llenan y la basura rezuma por el exterior de los mismos.
Con unos argumentos o con otros, todos los ciudadanos encuestados consideran un acierto el fin del bolseo, aunque aprovechan la oportunidad para dar un tirón de orejas a aquellos residentes que o no se han enterado del cambio o hacen caso omiso depositando aún sus residuos en mitad de la calzada.
Sea como fuere, el bolseo parece haber llegado a su fin con la aprobación de la sociedad toledana.