El Festival de Música El Greco puso el sábado punto y final a uno de los eventos más queridos por el público. Con programas que entrañaban gran dificultad, los nueve organistas que han participado en las tres sesiones de la temporada 2023, lograron sorprender a los asistentes con su maestría. Para este último concierto, el tema elegido fue la vida de Jesús: sus luces y sombras. Desde el feliz acontecimiento del Nacimiento del Mesías, pasando por la Victoria frente al Diablo en el Desierto y la Pasión de Cristo, para concluir como terminan las buenas historias, con un final feliz: La Resurrección.
Para la tercera sesión, estuvieron al frente de los órganos, como ya es habitual, cuatro organistas de reconocido prestigio. Tres franceses y un español: Baptiste-Florian Marle-Ouvrard, que volvía a participar tras la pasada semana. Galardonado en numerosos concursos de órgano e improvisación internacionales, organista titular de la Iglesia de San Eustaquio en París y profesor de composición e improvisación en el Conservatorio de Viry-Chatillon en Essonne; Vincent Thévenaz, profesor de órgano e improvisación en la Haute Ecole de Musique de Ginebra y organista titular y carillonista de la Catedral de St-Pierre en Ginebra, participa como solista y docente en muchos países de América, Asia y Europa; Vincent Dubois, reconocidísimo organista a nivel internacional, participa activamente en festivales de ciudades como Dresden, Vancouver o Cambridge y con grandes conjuntos como la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles o la Philadelphia Philharmonic Orchestra. Es director del Conservatorio Nacional de Reims y Organista titular del Gran Órgano de Notre Dame, en París; y para finalizar, Juan José Montero Ruiz, director artístico del Festival de Música El Greco, concertista internacional en países como Francia, Italia, Alemania o Israel. Ganador del premio de interpretación 'Manuel de Falla' en el Concurso internacional de Compostela y actualmente profesor del Conservatorio de Música 'Jacinto Guerrero' de Toledo.
Con este gran elenco se realizó un programa dividido en dos secciones: Piezas, en su mayoría pertenecientes a la época del Barroco, de compositores alemanes y españoles como Bach, Haendel, Oxinagas o Ximénez que se fueron alternando con las esperadas improvisaciones.
Baptiste-Florian Marle-Ouvrard en el órgano del Emperador, regalo de Carlos I de España y V de Alemania a la Catedral de Toledo. - Foto: Óscar Huertas Fraile/Ayuntamiento de ToledoEl inicio del concierto, debido al carácter de la pieza, fue luminoso y brillante con las Batallas de Primer y Sexto tono, alternando las intervenciones de los diferentes organistas. Destacar de manera especial el Concierto nº 6 de Haendel, que pese a estar concebido para arpa y orquesta, sorprendió con la adaptación para órgano en dos de los realejos, interpretados por Juan José Montero y Vincent Thévenaz. Tras esta delicia asociada a la luz y al bien, llega el turno de las sombras. En esta improvisación, que trata sobre la Victoria de Cristo ante el Diablo, y bajo una iluminación en tono ocre que nos transportó al desierto de Judea, Baptiste-Florian Marle-Ouvrard y Vincent Dubois se batieron en un auténtico duelo musical del que ambos salieron victoriosos. La siguiente obra, de carácter improvisatorio, rememoraba la entrada del Mesías en Jerusalén mediante un pulso bien marcado y notas que emulaban los pasos de Jesús y sus acompañantes accediendo a la ciudad. En octavo lugar en el programa, el más conocido de los conciertos de Brandemburgo. A pesar de su dificultad, los cuatro intérpretes en equipo estuvieron más que notables. Y para finalizar, dos improvisaciones totalmente opuestas: la primera, asociada al sufrimiento de Cristo en su Pasión, en la que supieron transmitir la agonía sufrida, dándonos incluso algún sobresalto. En la segunda, como colofón final, se pudieron apreciar en el órgano del emperador fragmentos del famoso Coral de la Cantata 147 de Bach. Apoteósico ocaso con todos los órganos a su máximo rendimiento, empleando prácticamente la totalidad de los casi 8000 tubos que suman los cuatro órganos mayores y haciendo temblar los sillares de la Catedral Primada.
El éxito de una Batalla, al igual que en las 21 anteriores a esta, se debe a muchos factores: una buena organización, disponibilidad de un inusual marco como es la Catedral, y muchas personas implicadas en que todo funcione a la perfección. Pero hay una importante figura que no debemos dejar olvidada: la de Juan José Montero. Conocemos su faceta de docente y organista, pero no todos saben que es el encargado del mantenimiento de los órganos de la Catedral desde el año 1996. El trabajo de restauración y conservación de los órganos no es tarea fácil, pues se enfrenta a diario a problemas que no cualquiera puede solventar. Con su buen hacer, con mimo y cariño, cuida de los órganos como, estoy segura, nadie podría. Gracias a él podemos disfrutar de estos magníficos ciclos, y esperamos volver a tenerlos cada mes de octubre durante muchos años más.
(*)Mª Cristina Bedmar Jurado, profesora del Conservatorio Profesional de Música de Toledo.