Que la ciudad (y la provincia) de Toledo es cuna de artistas, literatos, gente de las artes, de la música y de maravillosos actores, es algo que sabemos y está demostrado desde hace ya muchísimos años. Por ello, vamos a recuperar durante varias semanas las vidas y biografías de algunos actores y actrices toledanas que, de una forma u otra, en uno o más géneros, han dejado su estela cinematográfica haciéndonos pasar, en todos los casos, unos momentos inolvidables gracias a la magia del cine.
Comenzaremos este cinéfilo recorrido por la figura de una toledana que no pudo nacer en un barrio más relacionado con las tablas y con el arte en nuestra ciudad: la barriada del Teatro de Rojas. María Carrillo Moreno nació un 14 de octubre de 1919 en Toledo, en la calle Coliseo, junto al citado teatro y a unos pasos de la catedral primada. Marchó con diez años a Barcelona y allí debutó a los doce, en un teatro de aficionados con la obra Marianela, obra que tiempo después también le granjeó un importante éxito en el cine. Sería en 1936 cuando representa sus primeros papeles profesionales en la compañía de teatro de la actriz cubano-española Hortensia Gelabert, estrenándose con el sainete El juramento de la primorosa, pasando poco después a la compañía de la actriz argentina Pepita Díaz y Manuel Collado, representando Nuestra Natacha. En esos momentos estalló la Guerra Civil por lo cual Mary Carrillo marchó a Méjico, recalando además en otros países de habla hispana. En 1938 se casaría con el empresario teatral Diego Hurtado Álvarez, quien además fue director, actor y adaptador y con quien compartió nada más y nada menos que 75 años de su vida.
En 1940 y una vez terminada la Guerra Civil, Mary Carrillo volvió a España y comenzó a trabajar tanto en cine como en teatro. En aquel mismo año protagonizó la citada Marianela, bajo la dirección de Benito Perojo y que fue galardonada en la Bienal de Cine de Venecia, tras lo cual fundó su propia compañía estrenando la obra Nieve de Mayo, de Jacinto Benavente, al que también conoció y además cuidó en su propia casa hasta su muerte en 1954, ya que el suegro de Mary Carrillo (Luis Hurtado) fue secretario de don Jacinto Benavente; por esta razón este gran literato fue el padrino de las hijas gemelas de Mary Carrillo, llamadas Teresa y Fernanda Hurtado quienes junto a su hermana Paloma Hurtado, formaron el trío de las Hermanas Hurtado, siendo conocidas durante muchos años por su papel de las Tacañonas, a las que todos los que tenemos cierta edad, recordamos por el programa concurso Un, Dos, Tres.
Toledanas y toledanos de cine (I)Después de pasar por varias compañías, José Tamayo contrató a Mary Carrillo para la Compañía Lope de Vega donde interpretó una buena parte de las obras más importantes del teatro del Siglo de Oro. Entre ellas, La Vida es Sueño, con la que participó en 1954 en el I Festival del Teatro de las Naciones, donde consiguió el galardón a la mejor interpretación. En 1958 retoma el celuloide con la fantástica El pisito, de Marco Ferreri, a la que continuarían las inolvidables Nueve cartas a Berta, Los chicos del Preu, Las secretarias, El Love feroz o Cuando los hijos juegan al amor, Hasta que el matrimonio nos separe, Colorín Colorado, El crimen de cuenca, La Colmena, Entre tinieblas, Akelarre, Los Santos Inocentes, El niño de la luna o Más allá del jardín, entre otras. Mary Carrillo y su esposo Diego también abrieron algunos teatros hoy desaparecidos, como el Torre de Madrid y el Club del Paseo de Recoletos. En su faceta de actriz de televisión Mary Carrillo también nos dejó personajes inolvidables como los representados en Fortunata y Jacinta, Eva frente al espejo, Cuentos y Leyendas o Estudio 1 (donde apareció hasta en nueve ocasiones).
El último trabajo en las tablas de Mary Carrillo fue en 1995 con la comedia Hora de visita, de José Luis Alonso de santos. Nuestra querida Mary, fallecería a los 89 años en Madrid el 31 de julio de 2009 y después de una carrera artística de más de sesenta y cinco años. Entre los múltiples galardones que atesoró esta fantástica actriz, se encuentran el Premio Nacional de Teatro, que se le concedió en dos ocasiones (1949 y 1961), el Premio de la Crítica de Barcelona, el Premio Ondas en 1969, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 1982, el Premio Carabelle de París, el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos, el Premio de Teatro Miguel Mihura o el Goya a la mejor actriz de reparto en 1997 por Más allá del jardín, que recibió cuando ya estaba retirada de la escena.
Tuvo algunos directores y autores que la consideraron una actriz fetiche, como, por ejemplo, el citado Tamayo o el escritor Antonio Gala, de quien interpretaría obras como Los buenos días perdidos, ¿Por qué corres, Ulises? o La vieja señorita del paraíso. Coinciden muchos críticos que una de las múltiples cualidades de Mary Carrillo era la naturalidad, pudiendo representar personajes muy dispares, llegando incluso a realizar un musical titulado Sorpresas. Desde estas líneas nuestro emotivo recuerdo a esta actriz toledana con mayúsculas.