La cofradía más antigua que se conoce en el mundo, con casi mil años de vigencia, encara la celebración de Semana Santa con la obligada fidelidad a la doctrina. Fernando Redondo, finado mayor, apunta a la «responsabilidad de la historia» como la vocación de la antíquisima institución. «En la Iglesia hay una sucesión, también en la cofradía, pero los que siempre permanecen son Cristo y el Evangelio», explica. Alude Redondo al servicio que para tantos, también los presos de la cárcel de Ocaña I, ofrecen. «Es lo esencial», dice. El obispo auxiliar, César García Magán, acompañará, cetro en mano, el tránsito del Cristo de la Misericordia y Soledad de los Pobres por las calles de Toledo.
La procesión de la Antigua, Ilustre y Real Cofradía de la Santa Caridad se estira este año. El cortejo se alargará por la calle Cervantes y la Cornisa. El desfile se amplía en unos 500 metros más. La apuesta de la cofradía es generar «un itinerario mucho más espiritual y de oración por lugares por los que nunca ha pasado ninguna cofradía de penitencia». La Caridad es la única hermandad «que se asoma al Tajo» y discurre «entre la muralla y el río» para entrar por San Lucas, «la parroquia mozárabe, nuestra otra sede». El fluir de la marcha penintencial es «muy recogido». Es, en definitiva, una de las procesiones «netamente toledanas», un acontecimiento pascual con «silencio, un tambor y oración», enumera Redondo.
Con la oración se solicitan las indulgencias «porque la Santa Caridad lo que siempre ha pedido es la indulgencia», describe su finado mayor. «Cuando se cubría con el paño de la caridad a los presos o a todos los difuntos, lo que se pedía, y lo dicen los historiadores, era lo más preciado que se podía tener en el siglo XI, en aquel 1085: el cielo».
Además, la Santa Caridad recupera la pala como elemento procesional. Se trata de un útil que sí sale en el Corpus, pero que no ha tendido a exhibirse durante el acto penintencial. Redondo llevará tal instrumento durante el recorrido de la imagen por el Casco histórico esta noche de Martes Santo. Es la misma pala con la que se ha enterrado a «obispos, reyes, pobres, condenados y gente abandonada» y este año se «hace presente en nuestra estación de penitencia».
La procesión del Jesús de la indulgencia partirá a las 22.45 horas de la iglesia de las Santas Justa y Rufina, su sede canónica. El inicio del desfile también «tendrá un comienzo litúrgico diferente», aseguran desde la cofradía.
Se han previsto varios responsos durante el recorrido. En la Puerta del Reloj de la catedral se rezará por los obispos; en el Pradito (paseo del Carmen), por los cofrades fallecidos; también se orará por los canónigos y todos los fieles difuntos.
Redondo define a la Semana Santa como «la punta del iceberg» para cualquier hermandad. «Es verdad que tenemos un elemento de culto, de liturgia, y que las procesiones son para manifestar nuestra fe públicamente, pero no menos importante es el servicio de caridad o de ayuda a los hermanos que hacemos durante todo el año». Los internos del penal de Ocaña son uno de los colectivos que más atención se lleva.
La Caridad roza los 250 hermanos, lo que supone una cifra próxima al total que puede disponer -los estatutos establecen en los tres centenares su numerus clausus. Redondo observa una presencia creciente de juventud en la cofradía, una revitalización que se traslada a los cargos directivos.
Los penitentes de la Santa Caridad visten hábito negro con capuz, sobre el brazo izquierdo una cruz verde, medalla de la Cofradía al cuello y portando faroles de vara. Un único tambor acompaña la salida del Cristo de la Misericordia.