Sin muchas novedades, pero con ilusión y una profunda devoción. La Hermandad del Santísimo Cristo de los Ángeles tiene todo preparado para recibir a la Semana Santa, a nuevos hermanos y desfilar por las calles del Casco un año más mostrando su Cristo muerto en la Cruz, una talla anónima en madera del siglo XVII, montado en carroza y acompañado por una hermandad que viste hábito y verdugo rojo púrpura con escapulario blanco con el emblema de San Agustín.
Este año, la hermandad crece y da la bienvenida a diez nuevos cofrades y algunos de ellos estarán puntuales en el convento de las Gaitanas el Martes Santo para formar parte de un cortejo procesional y sentirán desde dentro la expectación y emoción que todos los años se asoma a la salida del convento. Las dimensiones de la imagen impiden que el Cristo salga en carroza y los penitentes cargan con la cruz en horizontal hasta que la levantan y la colocan sobre la carroza al repique de los tambores.
Esta hermandad tiene como peculiaridad su escasa antigüedad, dado que se fundó en el año 2001 gracias a un grupo de devotos vinculados a la enseñanza y la Coral Silíceo del Colegio de Nuestra Señora de los Infantes. En estos momentos, el grupo roza los 140 miembros, un dato significativo si se tiene en cuenta de que el año pasado la hermandad había perdido cofrades.
Dentro del programa diseñado para esta Semana Santa, la hermandad ha celebrado una ruta guiada por el convento , «una iniciativa que hacía tiempo que no se llevaba a cabo», explica el hermano mayor, Carlos Rodríguez. Asegura que hay poco más que destacar, salvo la renovación de la iluminación de la carroza. El año pasado se realizó una prueba experimental con luz led y los buenos resultados han animado a la hermandad a repetir y consolidar el cambio «porque funciona bien».
Los penitentes ultiman ya sus preparativos, tienen listo el hábito y esperan con ilusión que el reloj marque las once de la noche para mostrar a su Cristo, que supuestamente se llamaba 'de los Cálices', pero pasó a llamarse de los Ángeles por los seis ángeles que figuran en el retablo del convento. Esa noche también cobrarán protagonismo las antorchas de los penitentes en la penumbra de algunas calles y el sonido de los tambores de la banda que siempre acompaña a la cofradía el Martes Santo.