Desde febrero de 2022, cuando Rusia (tres días después de reconocer Donetsk y Lugansk como repúblicas independientes) comenzó a bombardear el Donbás con una clara intención de invadir militarmente Ucrania, la UE ha ido imponiendo sanciones comerciales a Rusia hasta en diez ocasiones. El resultado es, según cifras de la Comisión Europea, que el 49% de las exportaciones y el 58% de las importaciones anteriores a la guerra están suspendidas.
De las prohibiciones y restricciones comerciales, la UE excluyó expresamente a los alimentos y los productos agrarios rusos, puesto que primaba para todos los Estados miembros el acceso a los alimentos y la seguridad alimentaria. Así, cualquier persona podía gestionar, comprar, transportar y obtener alimentos procedentes de Rusia. Incluso, la UE podría, para importar o transportar productos agrícolas, conceder acceso a puerto a los buques con pabellón ruso y permitir la entrada a los transportistas rusos por carretera.
Sin embargo, las quejas de los agricultores europeos no cesan y se han extendido por todo el territorio europeo, ya que entienden que con las condiciones que se les imponen no pueden competir. Así, además de interceptar las fronteras, países que eran firmes partidarios de respaldar a Ucrania el tiempo necesario para vencer a la invasión rusa e incluso respaldan su adhesión a la UE, se inclinan por adoptar medidas unilaterales. Letonia ha prohibido la importación de productos agrícolas de Rusia y Bielorrusia y el gobierno polaco, presidido por Tusk, no lo descarta, con el fin de garantizar la estabilidad del mercado nacional y aplacar las protestas.
Un interesante trabajo del ECFR realizado en enero de 2024 para conocer la opinión pública europea sobre la guerra de Ucrania, tras casi dos años de contienda, revela resultados contradictorios. Al inicio de la guerra los europeos reaccionaron con extraordinaria solidaridad y la mayoría estaba dispuesto a apoyar a Ucrania hasta que recuperase todos sus derechos y su territorio. Ahora, solo el 10% de los europeos cree que vencerá Kiev y más del doble que la victoria será rusa, por lo que esa débil confianza en las posibilidades de Ucrania lleva a la mayoría a creer que el final será un acuerdo. De esa mayoría, la mitad se inclinaría por presionar a Ucrania a que acepte un pacto con Moscú y la otra mitad por apoyarla para que recupere su territorio.
Tampoco los europeos tienen demasiada confianza en la capacidad de la UE y de los países miembros para ayudar a Kiev a ganar la guerra. Menos aún, si se retira EEUU forzando un acuerdo, por lo que en este caso el 55% en Hungría, el 44% en Rumania, el 42% en Austria y Grecia, el 30% en España o el 20% en Suecia preferiría reducir el apoyo y apostar por el acuerdo.
Aunque las elecciones europeas, dado el sistema electoral, no suelen pasar del debate nacional, se intuye que las posiciones sobre la guerra de Ucrania y la OTAN puedan llegar a ser un cleavage oportuno para forzar el debate entre antieuropeos y proeuropeos.