Portugal: medio siglo viviendo en democracia

Agencias
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Una flor, una canción y un levantamiento pacífico fueron suficientes para derribar hace 50 años el régimen autoritario que gobernaba en la nación lusa desde 1926

Los claveles se convirtieron en un símbolo de paz y esperanza

Una flor y una canción fueron suficientes para convertir el 25 de abril de 1974 en una fecha esencial del pasado reciente de Portugal. Ese día, la conocida como Revolución de los Claveles logró derribar la dictadura del régimen autoritario del Estado Novo, que gobernaba desde 1926, dando paso a un nuevo capítulo en la Historia del país: la democracia.

La mecha se prendió a las 00,20 horas, momento en el que Rádio Renascença emitió un tema compuesto e interpretado por Zeca Afonso, después de que su locutor recitase la primera estrofa (Grândola, Vila Morena. Tierra de fraternidad. El pueblo es quien más ordena. Dentro de ti, ciudad). Era la seña definitiva para que las tropas de izquierdas supiesen que tenían que salir de sus cuarteles y dar inicio a las operaciones. Y funcionó, porque menos de 24 horas después el régimen había caído.

El golpe fue ejecutado de una forma que pocos esperaban: de los rifles de los soldados, en vez de balas, brotaron unos claveles rojos que se han convertido con el paso del tiempo en un símbolo para la paz y la esperanza.

La caída del también conocido como régimen del Salazarismo dio inicio desde ese momento a una nueva Constitución, la mejora de los derechos de las mujeres y otras tantas reivindicaciones que permitieron a Portugal dejar atrás una etapa que pocos quieren recordar. Sin embargo, 50 años después de ese hito, el país afronta ahora otras preocupaciones como el acceso a la vivienda, la corrupción, los salarios y la sanidad, en un momento en el que parece que parte de esa conquista se ha perdido.

Y es que, el mundo necesita una nueva Revolución de los Claveles, según asegura el coronel portugués Vasco Lourenço, uno de los militares que lideró el levantamiento 

Él fue uno de los principales responsables de la conspiración militar y, aunque se enorgullece de haber ayudado a que la sociedad portuguesa fuese más justa, considera que «desafortunadamente, en estos últimos años, las desigualdades han ido creciendo».

En 1974, «se sanaron las heridas del tiempo del fascismo», pero lamenta que el país se ha sumado al auge europeo de la ultraderecha. «Chega ha subido precisamente porque las fuerzas democráticas se han dado muchos tiros en los pies», afirma, lamentando que «los políticos» prefiere servir a sus intereses.

Un soplo para España

Por aquel entonces, la nación lusa era la última dictadura -junto con España- que quedaba en Europa. 

Por eso, la Revolución de los Claveles fue también un soplo de aire fresco para su país vecino, que inició su propia transición a la democracia después de la muerte del dictador Francisco Franco en noviembre de 1975.