Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Megalodon 2: La fosa

12/01/2024

La Unión Europea no se ha enterado de que está en crisis existencial. Los británicos intuyeron el problema, pero la solución aplicada significaba asumir que sus políticos estarían a la altura del reto; se equivocaron de bulto. Los británicos sufrirán con sus decisiones, pero se llevaban mejor cuando son fruto de tus propios actos.

La Unión Europea tiene un déficit democrático y no lo va a solucionar ampliando las competencias de su gigantesco parlamento. La política moderna es iliberal porque quiere construir individuos, quitándoles la libertad para que sean y piensen como un tercero considera. Esa cosmovisión está fracturando todo Occidente al apreciar la gente su criterio y la libertad que le genera.

Su totalitarismo ideológico lleva a ridículos ecológicos, a una política energética incoherente y a una oposición a la industria que se nutre de una visión donde ve al ser humano como una especie invasora. El desprecio a la agricultura y la ganadería no son fingidos. Y el multiculturalismo y la inmigración son básicos en la construcción del europeo del nuevo siglo.

No es fácil potenciar un proyecto político desde el insulto, pero la UE se está esforzando con pasión. La democracia no consiste solo en votar, sino en que los ciudadanos se sientan representados y su voluntad oída. Es evidente que en Bruselas nadie oye. Los ganaderos europeos han descubierto que un pony devorado ha sido más influyente que sus argumentos. Los sindicatos y la izquierda se preguntan las causas de su reciente desafección, sin preguntarse quién representa a los millones de empleos en peligro por una política energética suicida.

Una de las incógnitas es si el Euro soportará otra crisis monetaria, porque nadie duda que vendrá (más pronto que tarde). Tampoco parece que la estrategia comunitaria de descalificar a los contrarios a la inmigración esté teniendo mucho éxito, ni la negación de los problemas que provoca el multiculturalismo.

Todo lo dicho es importante pero el reto existencial es otro. Ucrania ha sido agredida gracias a nuestra política energética y la errática política exterior. Esto no significa que seamos los agresores, pero sí que somos responsables de garantizar las fronteras legales reconocidas.

Necesitamos una industria armamentística seria, fuerte y sin derecho de veto a la exportación, un ejército operativo disuasorio y con una soberanía efectiva en materia energética y alimentaria. Si la UE fracasa en este párrafo, no acabará el siglo y descubriremos por qué la historia se repite.