Tomás Rufo brilló, otro verano más, en uno de sus escenarios predilectos. La plaza de toros de Pontevedra se rindió el pasado domingo al diestro de Pepino, quien cortó tres orejas en la segunda corrida de la Feria de la Peregrina 2024. La plaza cubierta, el último bastión taurino de Galicia que regenta la toledana familia de los hermanos Lozano, contempló una nueva salida a hombros del toledano. Las dos faenas a sendos toros de Alcurrucén conectar con un público que cubrió más de tres cuartas cuartas partes del aforo. Morante de la Puebla y Daniel Luque, por su parte, cortaron una oreja cada uno a sus primeros toros, pero se toparon con la falta de opciones que ofrecieron el cuarto y quinto de la tarde.
Volvió Rufo a una de sus plazas fetiche y se lució desde el inicio. En el tercero, primero de su lote, destacó por delantales con el capote; muleta en mano apostó por terrenos comprometidos: dejó pases ligados que levantaron a San Roque de sus asientos. Una estocada perfecta le valió dos orejas. El público disfrutó con el sexto toro de la tarde. El de Pepino lo cuajó por ambos pitones en una faena sobresaliente e in crescendo. Aunque la tardanza del toro en caer limitó el trofeo a una oreja, la petición de la segunda fue fuerte.
El primer toro de la tarde se lastimó y tuvo que ser apuntillado en el ruedo. Morante, en su lugar, cortó una oreja al sobrero, al que cuajó por el pitón derecho con suavidad y cadencia. Tras una faena cargada de torería y personalidad, dejó una estocada certera y se llevó una oreja. Con el cuarto toro de la tarde, el cigarrero encontró pocas oportunidades, ya que el animal se apagó tras su paso por el caballo. El torero de La Puebla del Río tuvo que abreviar.
Por su parte, Luque destacó con el segundo toro de la tarde, un astado que, tras unos primeros tercios irregulares, se entregó en la muleta del torero de Gerena. Con largas series de mano baja y gran trazo, Luque caló hondo en el público. Sin embargo, perdió el doble trofeo al fallar con la espada en el primer intento, conformándose con un apéndice. En su segundo turno, el sevillano pechó con el quinto de la tarde, un toro de Alcurrucén que se apagó rápidamente e impidió cualquier lucimiento. A pesar de su disposición, solo recibió palmas.