Este viernes se pone a tiro otro de los objetivos de la temporada para Irene Sánchez-Escribano: reconquistar el título nacional de los 3.000 obstáculos. La toledana estará en la línea de salida de los 3.000 obstáculos de otro Campeonato de España. Este se celebra en la localidad valenciana de Torrente, y a la toledana se le presenta la segunda oportunidad de sumar su séptimo entorchado.
La corredora del Adidas su esconde que tiene «mucha ilusión» por subirse de nuevo al primer cajón del podio, aunque analiza la realidad, y esta vez va a tener «dos competidoras fuertes», como ella misma apunta. Además de Carolina Robles, Sánchez-Escribano tendrá a Marta Serrano como otro duro escollo en su camino a la medalla de oro.
Sin embargo, la capitalina tiene clara su estrategia: «Son ellas las que necesitan arriesgar porque tienen que sumar puntos para estar en el Mundial, así que jugaré mis bazas». Por eso, se prevé un ritmo alto a pesar de tratarse de un Campeonato de España. Robles y Serrano tienen la mínima de repesca, pero no tienen segura su plaza en Budapest por clasificación.
«Estoy convencida de que van a hacer correr», añade Sánchez-Escribano, que quiere quitarse el pequeño mal sabor de boca que se trajo de su participación, el pasado domingo, en la prueba de la Liga de Diamante que se celebró en Londres, donde no pudo bajar de 9:33. «No encontré la sensación de fluidez de otros días y, aunque intenté reengancharse, no tuve fuerzas», confiesa la toledana, que no encuentra otra opción que resetear y pensar en lo de Valencia.
Y es que, está convencida de que se encuentra «en un excelente estado de forma» a pesar del último resultado. Su idea es alargarlo hasta el mes de agosto, cuando encarará su cuarto Campeonato del Mundo, que será en Budapest (Hungría), después de los disputados en Londres (Reino Unido), Doha (Emiratos Árabes Unidos) y Eugene (Estados Unidos).
Para preparar su participación en la capial húngara, Irene Sánchez-Escribano se irá de concentración después del Campeonato de España. Serán diez días en Soria, a una altitud de más de mil metros. Ya estuvo en 2019, y reconoce que le fue bien. La meta estará en superar, por fin, la barrera de las semifinales y conseguir su primera final mundialista.