E spaña tiene una Superficie Agraria Útil de 23 millones de hectáreas, de las que 17 son tierras de cultivo. De esa cifra, algo más de seis millones corresponden a la actividad de unos 200.000 cerealistas oficiales, según la PAC. Pero el encarecimiento de los costes de producción más importantes, desde el gasóleo a los fertilizantes, y el hundimiento de los precios en los mercados mundiales, o lo que es lo mismo, el miedo a poner en marcha una campaña con resultados en rojo, están marcando los prolegómenos de la nueva sementera. En esta coyuntura, los datos provisionales recabados por el Ministerio de Agricultura sobre las superficies de siembra, al margen de las tierras que por razones medioambientales deben permanecer como barbecho, señalan un descenso medio de todos los cereales de invierno de 5,8%, pasando de 5,4 a solo 5,09 millones de hectáreas.
En el caso del centeno, la reducción es del 14,5%, pasando de 99.600 a 85.000 hectáreas. En cebada el descenso es del 13,9% respecto a los 2,4 millones de hectáreas de la campaña anterior, fundamentalmente por el descenso en la cebada de seis carreras. En trigos se pasaría de 2,17 millones de hectáreas a 1,95 millones; en trigos duros el ajuste es solamente del 3,7%, mientras que en los trigos blandos la reducción va desde 1,89 millones de hectáreas a 1,68 millones.
En lo que respecta a los cereales de primavera destaca la merma de las superficies dedicadas al maíz (19,5%), pasando de 314.000 a 253.000 hectáreas como consecuencia de los mayores costes, el descenso en los precios y, además, los interrogantes sobre las disponibilidades de agua. Se mantienen estables las superficies de sorgo.
En las leguminosas grano las previsiones del Ministerio destacan los incrementos en las superficies de yeros, con una subida del 140% hasta las 115.000 hectáreas; los guisantes secos también aumentan (un 82% más), casi igual que los garbanzos (crecimiento del 80% hasta las 65.000 hectáreas); las habas secas suman un 52% más de superficie. En conjunto se puede hablar de una recuperación en las siembras de leguminosas en línea con la evolución de la demanda.
En la última campaña, la cosecha de cereales se elevó a poco más de 10 millones de toneladas, de los que 3,5 millones corresponden a los trigos, básicamente a los blandos, otros 3,7 millones a cebadas, 2,6 millones al maíz y otras cantidades bajas a avena, centeno o triticale, lo que en conjunto supone una caída del 45% sobre el año anterior.
Junto a este descenso en las producciones, el sector sufrió el fuerte incremento de los costes medios de producción en más del 40%, entre los que destacan los precios del gasóleo (de 0,90 a 1,16 euros) o los de los fertilizantes que, aunque se han moderado en los últimos meses, arrastraban ya fuertes subidas de hasta un 70% en nitrogenados y complejos. Todo ello aparte de los servicios o la maquinaria.
Finalmente, el sector de los cereales se ha visto afectado por la caída de las cotizaciones en todos los mercados. Frente a precios hace un año por encima de los 300 euros por tonelada y que llegaron a superar los 360 euros en trigos, en la actualidad las cifras se han derrumbado hasta cifras que rondan entre los 210 y los 225 euros (los más bajos se registran en la cebada con valores en el entorno de los 200 euros). La paja ronda los 114 euros en origen y la alfalfa está a más de 300 euros. De la Ley de la Cadena, nada se sabe entre los cerealistas.
España, con una demanda de 36 millones de toneladas de cereales, es uno de los principales compradores en los mercados exteriores, especialmente para sus cabañas intensivas de cerdos y avicultura, con unas importaciones el ejercicio pasado de 19,5 millones de toneladas a pesar de haber tenido una cosecha de 18 millones. Esta campaña, con una cosecha de solo poco más de 10 millones, las importaciones pueden rondar los 30, por el momento a los bajos precios dominantes que se han trasladado a los precios del mercado interior contra los intereses de sus cerealistas.
Eduardo Ausín, joven agricultor cerealista en los secanos de las tierras castellanoleonesas, cifra los efectos de esta coyuntura de costes disparados y precios bajos en unos 200 euros de números rojos por hectárea. «No podemos estar sembrando a pérdidas».
Desde el Ministerio de Agricultura se han articulado diferentes medidas de ayuda, entre las que destacan un fondo de 240 millones para compensar la subida del gasóleo y otros 300 millones para apoyar el consumo de fertilizantes a razón de 20,8 o de 52 euros por hectárea para secanos o regadíos. En los fertilizantes todo gira en el entorno al 3: 300 millones para el beneficio de unos 300.000 agricultores con un techo máximo de ayuda por beneficiario de 300 euros.
Compra conjunta.
Desde las Cooperativas Agro-Alimentarias de España, el responsable de los cultivos herbáceos, Antonio Catón, no oculta la gravedad de la situación para los cerealistas, pero a la vez reclama la necesidad de que los agricultores apuesten más también por la compra conjunta de todos los medios de producción, especialmente de los abonos, frente a las estrategias de los oligopolios de los distribuidores en cada zona. Además destaca la falta de estructuras suficientes para vender en común y lograr el máximo valor para sus producciones consiguiendo la máxima rentabilidad de las explotaciones, que hoy se pierde parcialmente en manos de los intermediarios en las dos orillas.
En cuanto al objetivo de alcanzar la máxima rentabilidad en la actividad, aun siendo muy importante comprar los medios de producción y vender los productos a los precios más beneficiosos, se considera fundamental cuidar los sistemas de laboreo, tanto para ahorro de costes, como para lograr los máximos rendimientos, siempre desde la perspectiva de un uso sostenible de los suelos. En esa línea se aboga por prestar más atención a los mecanismos sobre asesoramiento en la gestión, desde el empleo de las semillas más adecuadas en función de las condiciones de cada suelo, clima o disponibilidades de agua, hasta las previsiones, aunque no sea fácil, sobre los comportamientos futuros de los mercados.
La estrategia conservadora de una diversificación de las ventas en diferentes periodos del año para sortear los periodos alza o a la baja ya es algo habitual en el sector, al margen de que sean los operadores, que "no se pisan la manguera", los dueños y señores a la hora de poner los precios en cada territorio. Finalmente, entre otras cuestiones, se estima importante el disponer de una maquinaria ajustada a las necesidades de cada explotación para evitar inversiones elevadas y gastos muertos en la cochera.