El panorama y los síntomas no invitan precisamente al optimismo sino más bien a todo lo contrario. El paisaje del pasado día 6, aniversario de la Constitución, mas sombrío no puede ser. Está rodeada, sometida a un asedio cada vez más apretado, bombardeada con cada vez mayor intensidad y con muy buena parte de sus presuntos defensores convertidos en quinta columna y cómplices de quienes la quieren asaltar y volar en mil pedazos.
Ni uno solo de los socios, en realidad quienes mandan en el Gobierno pues es Sánchez quien actúa a su dictado y no al revés, asistió a la conmemoración en el Congreso. Es más ahora ya el objetivo declarado de todos ellos, desde los separatistas catalanes a los bilduetarras pasando por la extrema izquierda en sus diferentes nombres pero con idéntico pelaje e intenciones, es dinamitarla. Es algo evidente y proclamado. Para ellos el texto de convivencia y libertades que ha mantenido el suelo, los cimientos, muros y tejado de nuestra nación es el edificio a demoler porque es quien impide sus ansias de privilegios, desigualdad y discriminación.
Pero, con ser malo, no es lo peor. Lo perverso y el peligro mayor es la traición cada vez más clamorosa, aunque se intente camuflar, del PSOE, ahora ya convertido en sanchismo puro y duro y que ha acabado por asumir en este aspecto el doctrinario de la ultraizquierda como el mantenido --Pablo Iglesias lo expuso con toda claridad--, por los terroristas etarras: que la Constitución no es sino una prolongación del franquismo, de ahí el miserable apelativo de "Régimen del 78" con que degradan y señalan como un engendro repulsivo a lo que ha sido el mejor fruto de las generaciones que supieron resolver, con generosidad y mirada al futuro, aquel reto de la transición de la Dictadura a la Democracia.
Hoy esa memoria ha sido arrojada al estercolero como un desperdicio y sustituida por un "relato" falsario, bisojo y sectario que se nos pretende imponer. Y ojo, en el que en ocasiones se cae por el otro extremo. Vox, en uno de sus performances, tampoco quiso acudir a la celebración por, según dijeron, no mezclarse con quienes, durante todo el año, la machacan. Pero solo hay que ir por las redes y ver lo que en muchas ocasiones vocean sus mas acérrimos partidarios, que cada vez se privan menos de proclamar su manifiesta desafección tanto a ella como a la Corona.
En suma, que al cumplir los 46 años de vigencia, me parece que a punto de superar el record histórico, las constituciones democráticas no han sido nada longevas en España, la salud de esta es cada vez peor pues no hay día que no se le aseste una puñalada, se le mutile un pedazo o se le pegue un desgarrón.
Para colmo y como mejor botón de muestra de lo por venir, ahí tenemos la foto y los hechos de quien se supone habría de ser su garante y defensor final: el Tribunal Constitucional. Su composición y actos continuos, con Conde Pumpido como insignia y seña de sus intenciones, lo que demuestra es que en vez de hacer tal cosa para lo que ahí han sido puestos por aquel a quien ahora deben obediencia, es para bendecir y proclamar como benéfica todas y cada una de las violaciones que contra su letra y espíritu se perpetren. Ya lo han demostrado y seguirán demostrando en casa sentencia, dictada de antemano por el Señor de la Moncloa, y que una a una y, por la puerta de atrás, la están dinamitando. Mañana, ni lo duden, declararán plenamente "constitucional" la amnistía y les importará una higa haber proclamado solemnemente lo contrario anteriormente. Eso y cualquier tropelía que a Sánchez le guste mandar para poder seguir durmiendo en su colchón.
Esa es la foto a día de hoy y que si tiene algún viso es el de irse oscureciendo aún mas. Y como añadido, y encima, planea la sospecha de que si en un futuro se produjera un cambio, no será ya posible revertir lo que quede ahora promulgado o incluso si habrá un decidida voluntad de hacerlo. Porque para eso hay que tener arrestos y decisión. Y no sé yo, la verdad, si los hay o los habrá.