Un pintor en un ciclo de novela histórica. ¿Cómo puede un cuadro relatar un acontecimiento pasado?
Hay muchas maneras de expresión. A veces, contar una historia con una imagen vale, como dicen, más que mil palabras. Con una imagen se puede transmite una secuencia histórica que en muchas ocasiones, aunque se haya leído, no nos ha generado esa imagen. Creo que mi pintura es una introducción a la lectura: cuento historias con los cuadros.
¿Cómo elige el tema de cada cuadro?
Hace muchos años que no expongo, todo lo hago por encargos. Me dan una temática, una época y, sobre eso, elijo la secuencia, la batalla. Hay gente que me dice: «quisiera un cuadro de caballería». Y yo elijo algún momento de caballería, el de los Tercios, alguno del siglo XIX o del XX. Me baso, principalmente, en cosas que se han contado pocas veces. Me gusta más buscar historias nuevas que historias que ya conocemos. Eso es lo que más me seduce.
¿Cuánto tarda en pintarlos? ¿Qué mercado tienen sus obras?
Tengo mercado, una lista de espera de más de un año. Son coleccionistas, gente a la que le apasiona la historia, personas que quieren tener una ventana a la historia en su casa con pasajes que les hayan llamado la atención. Es un proceso muy largo porque requiere, sobre todo, de un trabajo difícil de documentación. Cada época, cada año, son todos diferentes. Si hablamos de vestimenta hay que incluir cómo vestían, cómo peinaban e incluso que zapatos llevaban. Es un trabajo en el que hay que intentar ser lo más riguroso posible porque es hacer una fotografía del pasado. Para un cuadro, la medida mínima son tres meses. Suelo pintar de ocho a doce horas diarias. No tengo fines de semana y sólo cuatro días de vacaciones al año porque no me da para más. Son muchísimas horas de trabajo, especialmente en la parte de documentación: lleva la mitad del tiempo del cuadro.
El desamor hace mejores canciones que el amor. ¿Deja la guerra mejores cuadros que la paz?
La guerra tiene la crueldad, la miseria, el dolor. Transmite otras cosas diferentes. Hay gente que no quiere saber nada de un cuadro de guerra porque le produce rechazo. Sin embargo, hay otras personas a las que les sugiere más humanidad y pueden ver algo que no pueden contemplar todos los días. Pasa como con el cine: quien va a ver Gladiator quiere acción y peleas. Los hay a los que les gusta esto. Cuando era pequeñito y ponían una película romántica, cambiaba de canal. Me ponía a ver una de aventuras y me enganchaba. O estaba en la película y llegaba el momento del beso y decía: «joder, papá, qué rollo con esta señora, quiero ver cómo el pistolero saca la pistola». Es un poco esto: cómo llama la atención algo que no se suele ver a diario.
La guerra la llevamos en la historia desde el tiempo de los tiempos. Estamos en el mundo porque ha habido guerras y estamos situados aquí y allá. Y sigue habiéndolas. Forma parte de nuestra vida, de nuestra historia, de la historia de la humanidad. Está presente, por desgracia.
Su estilo es realista.
Siempre he sido un apasionado de los museos. Lo soy del Prado, también del Louvre, en París, y del Hermitage, en San Petersburgo. Siempre me ha apasionado la pintura clásica, antigua. Soy un enamorado de la pintura del siglo XIX. Además, me encanta [Diego de] Velázquez. Esa pintura es la que siempre me ha gustado. Es como al que le gusta la música clásica o la música rock: y yo soy un enamorado de la música clásica. Quizás soy muy antiguo, muy retro.
¿Con qué pasajes de la historia tenemos los españoles una deuda sin saldar?
Tenemos un siglo espantoso, que es el XIX. Lo perdimos todo, nos fuimos al garete, hicimos las cosas mal. Y de esos polvos estos lodos. Esta es la realidad: fue un periodo histórico muy ajetreado, un siglo en el que pasaron muchas cosas. Tuvimos tres guerras civiles, las tres guerras carlistas, casi nada. De ahí vienen muchos males del presente.
Siempre he dicho que el español es un personaje que si no tiene un enemigo de fuera lo busca dentro de casa. Y desde siempre. Cuando estábamos guerreando fuera de casa, se vivía muy bien. Pero cuando nadie quiso invadirnos, nos dio por pelearnos entre nosotros. Y no hemos parado. Cuando viene alguien de fuera, nos hacemos una piña, nos juntamos, sufrimos, luchamos, ganamos, perdemos, pero somos una piña. Cuando nos dejan tranquilos, no sé por qué, nos da por pelear entre nosotros. Pero pasa en todas las familias, en la comunidad de vecinos, en todos los sitios. Somos un pueblo cainita.
El cuadro de El milagro de Empel ha rescatado un pasaje poco conocido.
Hasta hace dos días, nadie sabía por qué la patrona de la Infantería era la Inmaculada. Fue por el milagro de Empel y no había constancia, no se sabía. Hasta que apareció este cuadro, que ahora se ha convertido en un icono. Llega el día de la Inmaculada y este cuadro me llega por el móvil y por todos los lados. Es un momento duro, una secuencia muy dura, en la que los españoles estaban pasándolo mal, con frío y rodeados. Y ocurrió lo que llamaron el milagro, se congelaron las aguas esa noche porque cogieron una tablilla de la virgen, hicieron una procesión y al día siguiente, con las aguas congeladas, los españoles pudieron atacar al enemigo a través del hielo. Y salieron victoriosos. Lo del milagro es una expresión del enemigo, cuando dijeron: «parece que ser que Dios es español». Desde entonces, la Inmaculada es la patrona de la Infantería. A raíz de este cuadro todo el mundo conoce ese milagro. Es un cuadro que se ha hecho conocido por la épica que hay detrás.
Hice el servicio militar y no sabía por qué la Inmaculada era la patrona de la Infantería. Al cabo de un tiempo me contaron la historia. Me pareció muy bonita y pensé que había que pintarla. Me salió hacerlo y darlo a conocer. De hecho, hay ciudades en España, como Zamora o Sevilla, que reconstruyen el cuadro con personas y hacen procesiones. Me hace mucha ilusión.
¿Cómo se relaciona la sociedad civil con la milicia? A muchos les queda como algo lejano.
Hubo una época en que el Ejército estuvo vinculado a guerras, ahora lo está a la sociedad. Son profesionales, ya no es la mili obligatoria que tenía cierta mala fama porque te obligaban a ir allá. Ahora están en misiones internacionales. Y no hay quien no tenga un amigo, conocido o familiar que esté dentro de las Fuerzas Armadas. Ya no están mal vistos, al contrario. Están en todas partes. El Ejército ahora mismo, delante de la sociedad, tiene una buena imagen.
Es verdad que hay un cierto desconocimiento porque, quizás, es un círculo cerrado. No se puede entrar a un cuartel y ver un tanque en directo, hay que tener ciertas medidas. Pero cada día se abren más. Y simplemente porque todos conocemos a un familiar o un amigo que está dentro de las Fuerzas Armadas, de soldado, de cabo o sargento. Y son buena gente, no van a hacer daño, van a ayudar. Hay una imagen positiva y en los últimos años hemos hecho un giro importante.
Esta ciudad presume de Infantería.
Hablo de la historia de España a través mis cuadros y eso hará en la charla del próximo día 4. Para mí, Toledo es el Alcázar, el Museo del Ejército, la Academia. Es que Toledo es mucho Toledo. Estamos hablando de una ciudad que es una de las más importantes de España y Europa. Estuve al canto de un duro de irme a vivir a Toledo.
Me encanta. Además, es la cuna del la Infantería. En el mundo de las armas, el acero de Toledo, el mejor del mundo, ha sido siempre un arma de la Infantería. Y eso explica la tradición militar y el vínculo de la ciudad con ese ámbito.
Le pongo en un compromiso si le digo que debería retratar la ciudad.
A Toledo tengo que pintarla, lo tengo que hacer. He hecho algunos cuadritos paisajísticos de Toledo, los tengo. Por ahí, he hecho cositas. Pero es la ciudad pendiente para pintar. Me han encargado cuadros de Toledo con motivo paisajístico, pero yo quiero hacer un Toledo militar, con escenas de la época medieval, cuando era el esplendor. Toledo hay que pintarlo; no me moriré sin hacerlo.
¿Qué le queda por pintar? Los siglos XX y XXI no forman parte de su obra.
Al siglo XX le tengo bastante manía, es un tiempo que no me seduce. Nos está arrastrando, nos lleva mal. Ha tenido momentos buenos, momentos malos, pero es un siglo que lo estoy viviendo; de hecho, lo he vivido, forma parte de mi vida. Nací en 1964, la Guerra Civil es un tema que no me gusta pintar. He hecho algunas cosas de los dos bandos, pero es polémica.
Aún no es historia; por desgracia, sigue siendo presente. Todavía no hemos pasado esa página, por eso no es momento para pintarla. Cuando dejemos a los muertes tranquilos, a lo mejor me apetecerá pintar aquella guerra que era de nuestros abuelos. Sin embargo, la tenemos demasiado presente ahora mismo. Es una guerra en blanco y negro, ni siquiera había cine. Para mi hijo es «la guerra de mi bisabuelo». Es como si me pusiera a hablar de las guerras carlistas. Fue su guerra, los tiempos no son los mismos que los de antes. Pero parece que está demasiado viva y no es el momento para pintarlo.
Ha retratado a las tropas españolas destinadas en misiones internacionales. El regreso de España al mundo acabó con casi un siglo de aislamiento.
Al Ejército español el despliegue y el haber estado de misiones le ha ido muy bien. Necesitaba salir al exterior, tener una experiencia. El soldado y el mando que ha estado en Afganistán o Irak ha cogido una experiencia impresionante. He estado en siete misiones. No podíamos estar como antes, que llevábamos 40 años sin salir de España. No sabíamos, no teníamos ni idea de cómo podía ser una guerra, de cómo podíamos relacionarnos y vivir un acontecimiento militar. Ahora sí. Esto ha enriquecido al soldado, le ha dado una buena formación. Por otro lado, y me consta y soy objetivo, a España le ha dado otra dimensión. El soldado español tiene una prensa magnífica fuera de nuestras fronteras. Es un soldado que está muy considerado. He estado con los rusos en la guerra de Siria. Y la fama del soldado español llega hasta los rusos. Tenemos una imagen que muy pocos países pueden presumir de ella. Somos unos soldados trabajadores, somos de fiar y saben [los aliados] que pueden confiar en nosotros porque no les vamos a dejar tirados. Lo tenemos todo y somos valientes: lo llevamos en la sangre y nos precede una historia sobre la que no caben dudas. Habremos perdido guerras, pero batallas muy pocas.
Forma parte del jurado de los nuevos premios de Puy du Fou. ¿Qué busca ese certamen?
Mi fundación ha empezado a colaborar con ellos. Vamos a hacer un concurso de pintura histórica española porque Puy du Fou está muy vinculado a la proyección de la historia. Es para jóvenes promesas o para gente mayor que quiera presentar sus obras. Vamos a evaluar mucho, a parte de belleza del cuadro y la técnica, la documentación. Me apetece ver cómo se ha trabajado, ver si se ha acertado, comprobar que no sea una cosa fantasiosa. Será una experiencia bonita que creo que va a funcionar muy bien.
¿Quiénes le van a acompañar en el tribunal?
Es la primera edición, creemos que va a ser un éxito. No voy a desvelar todo el tribuna, pero he escogido a un buen amigo, que es David Summers, de Hombres G. También quiero la visión de alguien que no sea técnico pictórico, sino que tenga un concepto de artista. Su padre [el director de cine Manuel Summers] era un gran dibujante, era un creativo. Y él es un creativo y también quería la opinión de alguien profano, que no fuese pintor. Es músico, pero no deja de ser un artista y puede valorar la belleza de las cosas. Además, le encanta la pintura.
¿En qué propuestas trabaja ahora?
He formado un taller de artistas para continuar mi obra y que la pintura histórica no quede en el olvido. Tenemos un proyecto de los 22 reyes de España para el Palacio de Boadilla del Monte. Ya hemos empezado a pintarlos, una colección que será la única entera con los reyes de España. Y los están pintado mis cuatro artistas. Son maravillosos, tienen una formación espectacular, un nivel altísimo y están bien documentados. Ya llevamos seis reyes pintados; al único que voy a pintar yo, por participar de la colección, será Felipe VI; el resto, los harán mis artistas.
Empezamos con los Reyes Católicos, Isabel y Fernando. Ha habido polémica sobre quiénes fueron reyes o no. Hemos escogido a los que los fueron; también José Napoleón que, como fue rey de España, se pone.
Cuando terminemos este proyecto, tenemos un encargo para pintar a las reinas de España, que nunca se ha hecho a todas las reinas. Las tenemos muy curiosas y algunos que se casaron con cuatro [se refiere a Felipe II]. Siempre pintamos a los que gobernar y ahora vamos a mostrar a las que estuvieron al lado de ellos. Es otro encargo que estamos madurando. El taller está funcionando a todo trapo y es un gran proyecto. La fundación y el taller son mi legado.