Tercero de cuatro hermanos, su padre fue durante muchos años director del Insalud en Guadalajara, y su madre, psicóloga, dio clases de Lenguaje en el colegio de los Hermanos Maristas. Estudió el Bachillerato en el instituto Antonio Buero Vallejo, que le quedaba al lado de casa, hasta que se trasladó a Madrid sin tener claro qué carrera elegir. La nota no le daba para Económicas y Empresariales y acabó matriculándose en Periodismo. Las casualidades, como la información de sucesos en la que lleva casi tres décadas, han marcado su vida. «Elige lo que quieras, pero esfuérzate para ser el mejor en lo que hagas», le dijo su padre, fallecido en marzo de este año.
Sus apellidos son De Vicente Abad, pero se quedó con el de la madre por consejo de un periodista todoterreno de Guadalajara, Vegarmi (Víctor García de Miguel), al que le facilitaba el número de córneres y fueras de juego que se habían producido en los partidos del Pedro Escartín. «Me dijo: es mejor que te llame Nacho Abad porque, si te llamo Nacho de Vicente, todo el mundo va a saber que eres el hijo del director del Insalud. Así que me quedé con Nacho Abad, aunque a mi padre le costaba entenderlo».
El codirector y presentador del magacín matinal 'En boca de todos' y del programa semanal de sucesos 'Código 10', ambos en Cuatro, no cobraba un duro por aquellas prácticas en la Cadena Rato, pero fueron determinantes para conocer las interioridades del oficio. «En la Facultad me tuvieron cinco años dándome cultura general. Pero, donde realmente aprendí a ser periodista fue lejos de la Universidad».
Nacho Abad, paseando junto a su padre, Victorino de Vicente, por el Paseo Dr. Fernández Iparraguirre de Guadalajara.Sentados en la terraza del Hotel Eurobuilding, recuerda a su primer maestro, Vegarmi, y aquellas primeras entrevistas a jugadores del Deportivo Guadalajara a pie de campo, como si le fuera la vida en ello. En una ocasión, comenta, estuvo a punto de lograr la proeza de entrevistar a un mudo para la radio. «Al terminar el partido, salí corriendo detrás de un jugador, mientras Vegarmi me hacía señas para que me parara. Le acerqué el micrófono y no contestaba porque era mudo. Yo decía: pero, por Dios, dónde te has metido. Al verano siguiente, me contrataron en esa misma Cadena Rato para hacer sustituciones».
«Mis padres compraron un piso en Madrid para no tener que ir y venir en 'La Continental' desde Guadalajara»
Nacho Abad residió durante su etapa universitaria en un piso de la calle Fernández de los Ríos, muy cerca de la Ciudad Universitaria. «Mi madre, hija única, vendió las tierras heredadas de sus padres y con ese dinero compró la vivienda, en la que nos alojamos los hermanos, para no tener que estar yendo y viniendo a Madrid en 'La Continental'. Primero vino mi hermano mayor, que estudió Físicas, luego el segundo, que hizo Psicología, y después yo. Era un rollo ir y volver andando todos los días a la Facultad. Fueron años superficiales. El mayor de mis hermanos, Pablo, se volvió a Guadalajara y el resto de hermanos nos quedamos a vivir en Madrid».
Abad reivindica que "la información de sucesos es más difícil porque te obligan a contar lo que nadie quiere contar" - Foto: Juan LázaroNacho Abad, que había elegido estudiar Periodismo por casualidad, sin convicción, tampoco se especializó en sucesos por una vocación irrenunciable. «Una vez empezada la carrera, aquello me pareció entretenido. Primero hice radio en Guadalajara y después me ofrecieron trabajar en Madrid, en una revista de sucesos del grupo Hachette Filipacchi. Me doblaban el sueldo. Allí tuve una directora, Pura Blanco, que me enseñó a escribir, cosa que no hacen en la Facultad de Periodismo. Porque escribir es un oficio. A finales de los 90, me enteré que Ana Rosa Quintana estaba haciendo pruebas para incorporar nuevos colaboradores a su programa de Telecinco, 'Sabor a ti', y me presenté. Le gustó cómo lo hice y, a partir de entonces, compatibilicé la tele con mi trabajo en Hachette».
¿Tenías algún referente en la profesión? ¿Quién era tu ídolo? «Yo quería parecerme a Iñaki Gabilondo. Me encantaba cómo hacía radio, pero con el tiempo cambié de opinión. Le seguí admirando, pero dejó de ser mi referente. En mi casa se compraba siempre 'El País' y ya lo he dejado de leer. Después de un proceso crítico, ahora leo a periodistas concretos, sin importarme el medio en el que escriban. Me fío de algunos periodistas, sin fijarme en las cabeceras. Si Pepe cuenta la verdad, me gusta leer a Pepe, esté en el periódico que esté, sea de derechas o de izquierdas».
«La información de sucesos es más difícil porque te obligan a contar lo que nadie quiere contar»
A lo largo de la entrevista, Nacho Abad defiende el periodismo de sucesos, eso sí, hecho con rigor y profesionalidad. Sus argumentos a favor enriquecen la conversación con ejemplos y testimonios que ha vivido en primera persona. «Los sucesos son el género más interesante del periodismo porque te obligan a contar lo que nadie quiere contar. La gente tiene miedo a hablar, existe el secreto de sumario, hay interés en ocultar responsabilidades… A mí me parece el periodismo más difícil, pero tiene mala prensa».
Mala prensa, según el periodista, por culpa de las historias escabrosas que relata. «¿Me han llamado carroñero y sensacionalista? Pues, claro. En mis inicios cometí errores, como todo el mundo, y volveré a cometerlos, pero de las equivocaciones se aprende. Cada vez reflexionas más sobre qué cuentas, qué no cuentas y dónde están los límites. Te hablo de ética y moral, incluso partiendo de una información que es veraz. Todo eso se aprende por el camino, que no es nada fácil. Tuve mis errores cuando todavía no existían las redes sociales, porque, si las hubiera habido, me habrían cancelado», comenta mientras confiesa que quizá le hubiera encantado ser policía de homicidios.
Sin abundar demasiado en esta hipótesis, piensa que ese trabajo policial es muy lento y también más aburrido que hablar de sucesos en televisión, radio y prensa escrita. «En el programa 'Código 10' tengo ahora a un expolicía de homicidios y me dice que se lo pasa mejor en la tele que cuando perseguía y detenía a criminales».
A continuación, confiesa un inusitado y repentino interés por la política. «Supongo – dice – que es una evolución natural. El crimen es algo extraño. Recuerdo la muerte de Álvaro, el joven cordobés que había desaparecido en la estación de Santa Justa de Sevilla. Después de investigar y especular mucho tiempo sobre qué le habría podido ocurrir, su cuerpo sin vida apareció entre dos vagones del tren. Aquello movilizó a muchísima gente y se quedó en un desgraciado accidente».
Nacho Abad, aconsejado por su actual mujer, la abogada penalista Bárbara Royo, estudió después la carrera de Criminología. «Un día, me dice: 'estás siendo muy populista y no sabes de lo que estás hablando'. Yo tenía mucha información, pero poco conocimiento. En la carrera de Criminología estudias Medicina Forense, Derecho Penal, Derecho Procesal, Psicología Criminal… Entonces, el foco se te abre y empiezas a entender ciertas cosas».
«Te das cuenta – explica – que algunas de las cosas que se dicen no tienen sentido. Te pondré un ejemplo: el de la madre de María José Campanario que reclamaba una pensión de jubilación sin merecérsela. Se llamó 'operación Carlos'. Entonces, una periodista muy famosa, de la que no diré el nombre, dijo en directo: 'que no se preocupe el médico al que han detenido; irá a la cárcel, pero no tendrá que hacer frente a la responsabilidad civil porque eso lo cubre su seguro médico'. No sabía que el seguro cubre la responsabilidad médica, no las consecuencias de la comisión de un delito. La Criminología te da una base jurídica y me permite entender muchas de las cosas que antes desconocías».
«En Antena 3, con Susanna Griso, me trataron muy bien al principio, pero después me maltrataron»
Sostiene que para ser un buen informador de sucesos es fundamental tener ciertas aptitudes y cualidades. «Para empezar, hay que tener fuentes fiables. ¿Cómo se consiguen? Eso lo contaré cuando me jubile, antes no porque lo aprenden. Pero, sí te puedo decir que para conservarlas hay que ser prudente, leal y discreto. No todo puede contarse. Muchas veces, uno vale más por lo que calla que por lo que cuenta. Te pueden pisar una exclusiva por haberte callado, pero las exclusivas ya no duran nada. Al día siguiente hay otra cosa más gorda. No merece la pena arriesgarse a perder una buena fuente. Antes me preocupaba más la competencia, pero ahora me da un poco lo mismo. Yo hago lo mío e intento ser el primero en todo lo que puedo».
El que fue colaborador de Ana Rosa Quintana en Telecinco y, posteriormente, de Susanna Griso en Antena 3, es hoy uno de los hombres fuertes en la programación de Cuatro, donde codirige y presenta las mañanas – 'En boca de todos' –, pero no reniega en absoluto de su pasado. «Estuve diez años con Ana Rosa, siendo líderes todos los días. En Antena 3 pasé nueve años con Susanna Griso, donde me trataron muy bien al principio, y después me maltrataron. Pasé momentos muy duros, pero muy duros. Perder y sentirte mal te forja el carácter y te ayuda a tener los pies en el suelo. Volver a Mediaset me ha servido para iniciar una nueva etapa. Ahora hago actualidad, hago también sucesos y procuro que en mis programas la gente se lleve bien».
¿Son muy distintas Ana Rosa y Susanna? «Sí, son muy diferentes». ¿Con cuál de ellas has trabajado más a gusto? Duda un momento y se sale por la tangente: «Bueno, trabajé bien con las dos».
«El ministro Marlaska me odia tanto que impidió que la policía me concediera una medalla»
A la hora de elegir una historia, un suceso, entre los muchos que ha investigado y contado, se queda con el caso Marta del Castillo. «Es el que más me ha marcado. Fue al principio de mi carrera y me generó una buena amistad con los padres, Antonio y Eva. Les he intentado ayudar siempre, hasta con el documental de Netflix. Desgraciadamente, el caso sigue sin resolverse. Te podría hablar de otro caso importante que no se habría resuelto sin mi colaboración con la policía. Agradecidos, los investigadores del caso me propusieron para una medalla. La aprobaron sus jefes, los jefes de sus jefes, pero el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, me odia tanto que, cuando vio mi nombre, lo tachó. Le importó un carajo que yo hubiese facilitado la resolución de un crimen, y que hubiese ayudado a la paz espiritual de una familia».
Me cuenta que Marlaska no le perdona que se ponga siempre al lado de la Policía y la Guardia Civil en sus reivindicaciones. «Coincidí una vez con él en la sala de invitados de Antena 3, discutimos sobre el incremento salarial de policías y guardias civiles y me dijo: 'Si yo les subiera el sueldo a las Fuerzas de Seguridad del Estado, también tendrían que subírselo a todos los funcionarios'. Me preguntó: '¿por qué a los policías y a los guardias civiles sí, y al resto de los funcionarios no?' Desde entonces, no he vuelto a cruzar palabra con el ministro Marlaska, ni ganas tengo de hacerlo».
Nacho Abad tiene otro contencioso reciente, pero en este caso con un individuo anónimo que le acusa en las redes sociales de ser 'un asesino'. También dice que el rey Juan Carlos es un violador. «Le tengo ya identificado. Es un individuo que tiene antecedentes por exhibicionismo y violencia de género. Lo he denunciado y voy a pedir en el juicio una indemnización muy elevada para que escarmiente. Es la única manera de acabar con este tipo de gente: sacándoles la pasta. Les tocas el bolsillo y entonces te dejan en paz».
Dice estar convencido de que el 99% de la población tiene algún trastorno mental, de que la clase política actual es bochornosa y de que hay ahora bastantes más h.d.p. que antes. «Hay veces que pierdo la fe en el ser humano. Hay mucho psicópata y la sociedad evoluciona a peor en este sentido».
«Me he recorrido Guadalajara de arriba abajo con mis botas 'chirucas'»
Cuando nació, la familia vivía en el Paseo Dr. Fernández Iparraguirre, concretamente en un bloque de pisos conocido popularmente como el de 'Los Millonarios', porque cada vivienda valía ya un millón de pesetas. En el bajo estaba la Cafetería Hernando 17 (ahora Confitería). Al año siguiente, se trasladaron al edificio de Los Médicos, frente a la Diputación Provincial. «Recuerdo haber montado en bici por calles de tierra, con baches, y viajar en los primeros autobuses morados. Desde el paseo Iparraguirre, cogíamos calle Mayor arriba, calle Mayor abajo. Luego, en el verano, íbamos a bañarnos a la piscina municipal del Paseo San Roque y a jugar al tenis en las instalaciones de la Fuente la Niña».
Estos son algunos de los recuerdos infantiles de Nacho Abad en su ciudad, a la que volvía desde Madrid con frecuencia, hasta que falleció su padre en marzo de este mismo año. «En Guadalajara me quedan amigos. Entre otros, el médico Óscar Ortigado, sus hermanos Alfonso, pediatra, y Nuria; el marido de ésta última, Miguel Ángel Gómez, César García Yela… Hacemos una reunión de amigos del instituto un par de veces al año. También vive allí mi hermano mayor Pablo, director del Observatorio Astronómico de Yebes, al que quiero muchísimo. Sin embargo, a mí nunca me han llamado del Ayuntamiento ni de la Diputación para nada».
Apenas encuentra parecidos entre la capital de provincia que disfrutó en su infancia y juventud y la de ahora. «Ha perdido esencia. Recuerdo la Guadalajara bulliciosa de los años 80 – comenta –, con mucha marcha por la noche. Ha crecido muchísimo y casi no la reconozco. Recuerdo cuando salía del colegio – La Anexa – y subía caminando por la Calle Mayor; pasaba por la carnicería Jabargo y me paraba en una tienda de oftalmología que había antes de llegar a la plaza de Santo Domingo, donde me medía, una semana sí y a la otra también, las dioptrías. Me gustaba jugar al billar con los amigos en los recreativos Ju Ju y bailar en la discoteca Zoika. Pero aquella esencia creo que se ha perdido».
No olvida tampoco sus años de 'boy scout', cuando los locales estaban en los bajos de la iglesia de San Antonio de Padua. Me he recorrido la provincia de arriba abajo con mis botas 'chirucas'. Mis padres me llevaron en caravana, con tienda de campaña, por media España. He subido a los Picos de Europa (Asturias) y al Monte Perdido (Huesca). He caminado tanto por la montaña que ahora lo que más me gusta es la ciudad. Me he convertido en un urbanita y veo el campo, pero a distancia».
Ha recorrido también, sin 'chirucas', Castilla-La Mancha. Conoce sus cinco capitales de provincia, pero, si tuviera que elegir una, se quedaría con Toledo, «aunque se come mejor en Guadalajara». «Toledo es una ciudad preciosa. De nuestra provincia, me gusta mucho Sigüenza, y tengo recuerdos estupendos de Tendilla y Sacedón. Recuerdo haber ido a las fiestas de los pueblos y a preparar barbacoas con los amigos a orilla de los pantanos de Entrepeñas y Buendía».