En tiempos de crisis, incertidumbre y adversidad económica como los actuales resulta paradójico que, mientras los ciudadanos y las empresas se ajustan el cinturón hasta extremos incalculables controlando sus gastos e ingresos, el Estado presente un superávit histórico como consecuencia de un aumento de la presión fiscal sin precedentes.
En este contexto, la recaudación tributaria registró el año pasado un máximo histórico de 255.463 millones de euros, una cifra que nunca se había alcanzado antes y que sigue continuado su tendencia alcista durante este curso 2023, a pesar de que el Gobierno explica a los ciudadanos que ha tomado medidas para paliar la alta inflación con rebajas importantes en impuestos como la electricidad, el gas, los carburantes, los alimentos o los cheques de 200 euros que ha dado a las familias más vulnerables, de los que también se llevará un pellizco en la declaración de la renta del próximo ejercicio.
En este sentido, los ingresos de la Agencia Tributaria crecieron cerca de un 15%, arrojando 10.000 millones más de los presupuestados y 31.000 millones extra, con fuertes incrementos en los tributos referentes a IRFP, IVA y Sociedades.
Así, por ejemplo, solo las empresas pagaron en 2022 por el Impuesto de Sociedades el 20,55%, más de cinco puntos por encima del mínimo del 15% exigido por ley y, por IRPF, Hacienda superó por primera vez los 100.000 millones de ingresos.
Desde la Agencia Tributaria defienden que las causas de este crecimiento vienen de la mano del aumento del consumo, la subida de los salarios y las pensiones, así como también por los mayores beneficios empresariales, lo que ha propiciado que «las bases imponibles de los mayores tributos se disparen hasta un 13,1%».
Los técnicos del Ministerio que preside María Jesús Montero descartan que una parte de este crecimiento de las arcas del Estado tenga que ver con los aumentos de los precios, ni tampoco con la inflación».
También reconocen que el incremento de la facturación estuvo limitada por el impacto de las medidas dirigidas a moderar la tarifa de la electricidad, que restó 7.200 millones de euros a los ingresos públicos así como también por la agilización del ritmo de las devoluciones del último tramo del año. «Sin estos dos elementos, las entradas de dinero habrían crecido 3,2 puntos más», subrayan.
Sin embargo, los números publicados por el INE sostienen que las arcas públicas recaudaron 32.078 millones de euros más que en 2021 y 42.655 millones por encima de 2019, con incrementos significativos del 21% en Sociedades, 14% en IVA y 16% en IRPF.
El mayor crecimiento se observó en las cifras que aportaron los impuestos directos, que se dispararon un 16,5%, mientras que los indirectos lo hicieron un 12% y las tasas y otras partidas se redujeron un 6,4%.
Los economistas exponen que la recaudación por IRPF se elevó un 15,8% más, hasta 109.405 millones de euros, gracias al aumento de salarios y de las pensiones, así como del tipo efectivo y, sobre todo, los buenos resultados de la declaración de 2021 y el aumento de los beneficios de las empresas.
Por su parte, los ingresos del Impuesto de Sociedades crecieron en España un 20,8%, con 32.1756 millones de euros, reflejo de la favorable evolución de los beneficios tanto en 2022 como en 2021.
Por IVA, el volumen subió un 13,9%, hasta 82.595 millones, tasa que sería del 16% si se suma los ingresos perdidos por la rebaja de tipos y del 19,4% si, además, se corrige el impacto negativo de la agilización de las devoluciones. Los Impuestos Especiales se expandieron un 2,5%, hasta 20.224 millones.
En definitiva, la realidad revela que los contribuyentes trabajan 193 días al año para pagar impuestos y, según denuncian los expertos, es incompresible que, ante una tasa de inflación como la actual, el Gobierno no haya mostrado una sensibilidad mayor y no haya deflactado las tarifas que hubieran permitido a las familias mejorar su economía.