Después del mejor arranque liguero que el CD Toledo ha vivido en mucho tiempo, las últimas tres jornadas han resultado un bache inesperado. Muchas personas podrían ver estos resultados como una advertencia, o, incluso, como una llamada a la preocupación. Sin embargo, para mí, más que una caída, creo que este es el momento ideal para que el equipo sea capaz de demostrar la fortaleza del grupo. Un bache no debería ser el límite de las aspiraciones de este club, sino una motivación para seguir hacia adelante, para reinventarse y ajustarse a lo que viene.
El comienzo de liga de esta temporada fue espectacular, por supuesto. Resultado del nivel y la ambición de los jugadores, y dejó claro que el equipo tiene todo lo necesario para ser el líder del Grupo 18 de la quinta categoría (que no se le olvide a nadie). Pero con el éxito, como ya dijimos, llegan las dificultades crecientes por la complejidad de su mantenimiento, y ahora, además, los rivales, haciendo muy bien su trabajo, se han puesto las pilas a la hora de analizar, estudiar y detectar los puntos débiles de un equipo que parecía imbatible, algo imposible en este deporte. Cada jornada, el reto es mayor, los adversarios ahora ven en el Toledo una barrera a superar. Esa dificultad extra es inevitable, me atrevo a decir que, incluso, necesaria, cuando se busca consolidar un proyecto y elevar el nivel del club.
No hay que olvidar que, en el fútbol, el crecimiento va mucho más allá de los números en la tabla. Tiene que ver con la capacidad de un equipo para adaptarse y corregir sus errores, con la fortaleza mental para sobreponerse a los momentos difíciles y, sobre todo, con la disciplina y el esfuerzo constante. Las derrotas y los empates pueden ser lecciones si el equipo y el cuerpo técnico saben verlas como tales. Ser conscientes de que el ritmo inicial era difícil de mantener no es una señal de conformismo, sino una base para trabajar día a día en perfeccionar cada aspecto del juego que haga al equipo seguir creciendo y aumentando las dificultades para los rivales.
Para el CD Toledo, este momento es una oportunidad para recordar que la Tercera es dura, competida y sufrida, y que los objetivos a largo plazo requieren paciencia, sacrificio y humildad. No es un simple accidente, es una oportunidad para afianzarse y no conformarse con lo alcanzado en un momento donde la clasificación es puramente anecdótica. Este es el momento de intensificar los esfuerzos en cada entrenamiento, de actualizar en la estrategia, y de preparar el cuerpo y la mente para competir al máximo cada partido
La afición, por su parte, como siempre, juega un rol fundamental. Este es el momento en el que se demuestra quién está realmente comprometido con el equipo, quién está dispuesto a seguir animando, tirando del carro, dando todo y motivando. La confianza y el apoyo de la afición, de esos 3.000, serán claves para que el equipo recupere la fuerza con la que empezó la temporada y a la vez servirá para recordarles a los jugadores y al cuerpo técnico que la ciudad confía en ellos.
Sin duda, una liga muy complicada, como ya he dicho, en la que cada partido es una prueba y cada punto se suda con sangre. Y si algo nos han enseñado las primeras jornadas es que el CD Toledo tiene potencial, pero esto es una carrera de fondo. Ahora, lo que nos enseñarán las siguientes será si el equipo es capaz de soportar la presión y de evolucionar. Porque el crecimiento verdadero en el fútbol no se mide solo en victorias, sino en cómo el grupo afronta las dificultades y en cómo responde a ellas cuando las cosas no van de acuerdo con el plan ideal.