¿Qué le puede aportar a Toledo la Capitalidad Cultural?
Es afrontar un nuevo reto. Hace diez años con el Año Greco quisimos hacer un proyecto casi de Capitalidad Cultural, con el fin de renovar la ciudad. Pasado un tiempo más que prudente, creo que es el momento más oportuno para volver a hacer un proyecto con esas características que dinamice de nuevo, modernice las infraestructuras, la gestión cultural que se lleva a cabo en la ciudad y que la ponga al día.
¿No es extraño que el Consejo Asesor a la Capitalidad Cultural no haya nadie de la Real Academia?
Nadie es imprescindible en una cosa como esta. Sí hay gente con la que trabajo todos los días, Gregorio Marañón, Xandra Falcó, Juan Ignacio Mesa, Tomás Alía o Juanjo Montero, con los que de alguna manera en el día a día estamos integrados, aunque no en lo oficial.
Al margen de un asunto puntual como este, ¿están colaborando Real Academia y Ayuntamiento en asuntos como la redacción del POM?
Tanto la Real Academia como la Real Fundación estamos colaborando constantemente con el planeamiento urbanístico de la ciudad. Siempre hemos estado en todas las panificaciones anteriores desde los años ochenta en el caso de la Real Fundación y desde su creación en 1916 en el caso de la Real Academia. Y lo queremos seguir haciendo. De hecho, tenemos buenos contactos con el área de Urbanismo y ya saben que estamos dispuestos a colaborar en la redacción de todo el planeamiento que necesita esta ciudad.
Cada poco tiempo surge una polémica urbanística y alguien avisa de que pueden quitar a Toledo el título de Patrimonio de la Humanidad. ¿Es eso posible realmente?
Es difícil, pero se han dado casos. Hay que recordar que la concesión de un título como el de Patrimonio de la Humanidad viene a significar que tienes un patrimonio impresionante y una gestión de excelencia. Si te falla uno de los dos pilares, tienes un problema.
¿Podrían influir cuestiones como el paso del AVE cerca de Toledo?
Hemos planteado ya varias veces que cuanto más se aleje el AVE de la ciudad, menor impacto visual tendrá, y menor coste al paisaje urbano de la población. Pero también hay que jugar a los equilibrios, el hecho de alejarlo de la ciudad no nos puede hacer perder la oportunidad de estar conectados una red nacional e internacional. Si al final ponemos la estación a treinta kilómetros, estamos haciendo el canelo. Habrá que estudiarlo bien. A lo mejor lo que hay que hacer es optar por soluciones o propuestas que aunque sean un poco más caras, al final son más rentables, porque una buena imagen de una ciudad como Toledo redunda en su economía y en la de la región, incluso, de la nación. Muchas veces no es tanto decir por dónde debe pasar, sino cómo debe pasar, si hay que hacer un puente, que sea un buen puente, y si hay que hacer un túnel, que se haga.
¿El puente Polígono-Azucaica afectaría a las vistas del Casco?
Está en los conos visuales y está en los conos de vega, en una zona importante para el paisaje cultural toledano. Pero no es una obra que vaya a impactar de una manera negativa en la visión y la manera en la que la ciudad se relaciona con su entorno.
Hablando de conos visuales, ¿afectaría un cuartel en La Peraleda?
En La Peraleda habría que tener mucho cuidado. Los planes urbanísticos desde los años sesenta ya definieron esa figura de los conos visuales por entender que Toledo tenía un privilegio y un problema; el privilegio de conservar el entorno de una manera excepcional, algo muy escaso en una ciudad de este patrimonio en Europa, pero también el problema de empezar un crecimiento que podría romper en pocos años esa joya preservada que era el entorno de una ciudad que permitía leerla de una determinada manera. Esos conos visuales se actualizaron en el Plan Especial del Casco, Busquet hizo un trabajo maravilloso. Eso hace que en La Peraleda, si construimos, tenemos que construir de una determinada manera.
En La Peraleda lo que no se puede hacer es un cuartel, que no deja de ser una fortificación del siglo XXI, con unas determinadas alturas. En el hipotético caso de que se pueda hacer algo, allí el modelo es más parecido a lo que se hizo en Madrid a principios del siglo XX con las ciudades jardín, una arquitectura de baja intensidad, muy amable, con una serie de fugas, donde no puedes poner un muro pantalla. Ese mismo modelo ya se hizo en Toledo en los años cuarenta con la Reconquista. Ese ejemplo podría valer, adaptado al siglo XXI, pero sería más complicado hacerlo con un cuartel.
¿Considera que se ha salvado ya Vega Baja?
No, por las declaraciones que estamos oyendo constantemente sobre la importancia o no del yacimiento. En su momento, se salvó un modelo de Vega Baja, pero la Vega Baja como tal no se ha salvado, y lo que se ha dado en estos veinte años desde la paralización del modelo urbanístico es una mala visión del patrimonio. Si hace veinte años todos estábamos de acuerdo en que allí había un magnífico yacimiento arqueológico, en los últimos cuatro o cinco solo oímos que ahí apenas hay restos. Está triunfando el relato de que no hay elementos de interés puesto que no se está haciendo nada para ponerlos en valor. Esa manera de contar las cosas va avanzando poco a poco y nos puede dar algún disgusto.
¿Cómo lo evitamos?
Gestionando la Vega Baja. Esa visión peyorativa del espacio se debe en buena medida a que nadie ha sido capaz de dar valor, ni sentido, a Vega Baja. Se paralizó un proyecto, pero luego no ha habido una voluntad de sacar ese espacio adelante, de sacar una buena excavación arqueológica y poner claro el futuro de ese espacio. Todavía estamos hablando del encargo del Plan Especial de Vega Baja, veinte años después de que se paralizara el proyecto y de que se necesitara el documento. Hemos fallado en la gestión y el planeamiento, nos hemos conformado con una paralización y no sacar aquello adelante. Hoy es muy difícil encontrar una publicación sobre Vega Baja cuando es uno de los yacimientos más destacados de Europa.
¿Y el Circo Romano?
El Circo Romano es Vega Baja, es el elemento además que la articula, a partir del que va creciendo el barrio antiguo de la Vega, con edificios directamente relacionados con él. No es un elemento aislado. El Plan Especial de Vega Baja debe contemplarlo en el conjunto. Ahora tenemos una oportunidad para partir de cero con ese Plan, en el que Vega Baja debe tener una delimitación lógica, cultural, no política, o por propiedades o cunetas, sino por la realidad del subsuelo.
¿Más allá de los ecológico, qué hay que preservar en el Tajo por Toledo?
Hay debate con los azudes por el problema de Santa Ana. Los azudes han estado presentes en la ciudad en los últimos mil años. Además fueron las industrias más importantes de Toledo, propiedad de la Catedral o algún convento. Fueron los que nos permitieron ser una de las primeras ciudades con suministro hidráulico o energía eléctrica. Mil años de historia e ingeniería no podemos suprimirlos de un plumazo. Hay que llegar a soluciones de consenso donde ese pasado fundamental para la ciudad también se pueda conservar. Evidentemente, hay que dejar canales para una renaturalización del río. Pero siempre se pueden encontrar acuerdos. La Unión Europea también tiene legislación para proteger el patrimonio cultural.
¿Qué hacemos con el hotel de La Cava?
No aprobarlo. Es evidente que en Toledo hay cierta presión para la construcción de hoteles, dentro de un modelo prácticamente universal, en el que el turismo está creciendo exponencialmente y requiere una serie de infraestructuras. Pero no cualquiera, ni en cualquier sitio. La Cava es un lugar especialmente simbólico de la ciudad, con un impacto paisajístico muy importante. Además, el Plan Especial de Cigarrales incluye esas parcelas y les da cierta volumetría. Si nosotros a través de un Perim nos saltamos el planeamiento, estamos creando muy malos ejemplos. Podemos dar lugar a que desaparezcan paisajes culturales enteros, como los cigarrales, uno de los paisajes culturales más emblemáticos de nuestro país. Las intervenciones allí deben ser consecuentes con una realidad que no puede dejarse al modelo de mercado. Hay que intervenir con mucho más cariño y no todo es válido. En este caso, el proyecto presentado, tiene dos grandes bloques, con unas alturas notables.
El «no cualquiera, no en cualquier sitio», ¿se puede aplicar también con los hoteles del Casco?
Es evidente que hay que buscar siempre los equilibrios. Toledo tiene ahora una presión para construir hoteles, pero también otra presión para dar sentido a los grandes complejos conventuales. No todos los conventos deben ser hoteles, no todas las casas deben ser hoteles, pero también son necesarios los hoteles. Ahí lo que estamos echando en falta es una actualización del Plan Especial del Casco que permita diferenciar claramente dónde solucionan los hoteles los problemas de la ciudad y dónde agravan algunas de las cuestiones que estamos sufriendo.
¿Mientras tanto hay que regular los apartamentos turísticos?
Absolutamente sí. Los apartamentos turísticos son uno de los principales problemas que tiene ahora la ciudad, por un lado de convivencia, pero también desde el punto de vista social, urbanístico y demográfico. Se están convirtiendo en una oferta que compite directamente con el vecino y le complica la existencia, primero, para acceder a una vivienda, y luego en tu día a día. Es un modelo que no es el más razonable, que las ciudades con más éxito turístico están viendo cómo lo controlan, porque se están viendo los efectos negativos. Toda industria tiene su contaminación y la industria turística, a través de los apartamentos turísticos, tiene la suya.
Otro paso más para convertir a Toledo en parque temático.
Siempre es un riesgo, pero creo que estamos en un momento en el que está creciendo la visión contraria al turismo, que creo es absurda. El turismo ha existido, va a existir y no te puedes enfadar, porque encima vas a vivir enfadado. Muchas veces la cuestión está en que el turismo está impactando en la ciudad en una determinada manera y no lo estamos gestionando bien. Parquesur tuvo el año pasado 23 millones de visitantes, Nassica 14 millones y Toledo en torno a tres millones. ¿Por qué en Parquesur o Nassica no hay sensación de agobio y en Toledo sí? Porque hay gestión y se genera un modelo relativamente amable. En el año Greco generamos unas rutas que llevaban al turismo por zonas diferentes, y con un millón más de lo habitual nunca hubo sensación de presión. Lo que no puede ser es que ese millón coincida en Zocodover a las doce de la mañana y desaparezca a la una y media. Hay mucho trabajo que hacer para buscar esa convivencia fundamental, porque todos somos turistas y es un fenómeno con el que vamos a tener que convivir. Luego también hay algo más grave, la falsa imagen. Se está creando una imagen dura y peyorativa del Casco. De tanto repetir que aquí no se puede vivir, nos lo vamos a cree. A veces ese relato fatalista de que todo está mal y las visiones que se generan desde las propias asociaciones al final de convierten en un sainete o en algo exagerado. Yo vivo en el Casco y puedo decir que mi calidad de vida es excepcional. Para mí es agradable encontrarme con gente que su idea es venirse a vivir aquí y lo va consiguiendo.
¿Culturalmente, debemos buscar más museos u otro tipo de apuestas?
Evidentemente, hay que buscar otras apuestas. Que venga un museo nacional, como el Postal, está bien, pero hay que actualizar la oferta de museos de Toledo drásticamente, y trabajarla de forma concienzuda. Tenemos el modelo de museos con el que se dotó a la ciudad a mediados del siglo XIX y problemas muy evidentes. Además, el turismo que viene a la ciudad no es un turismo intensivo, no ve todo, sino uno o dos museos, la Catedral y, sobre todo, a pasearse por la ciudad, comer y disfrutar del espacio público. Si seguimos abriendo museos en un entorno en el que la demanda son dos espacios y vamos por veintitantos, vamos por una vía diferente. Además, tenemos museos como el Santa Cruz y el Greco, que compiten por el mismo turista con obras del mismo artista, lo que da lugar a repeticiones y a carencias. Alguien que quiera conocer la Escuela de Traductores, entre otras cosas, no tiene un lugar de referencia. Es el resultado de doscientos años de historia feliz, pero con enormes problemas y muy complejo en el siglo XXI.
¿Toledo debería poner tasa turística?
Creo que estaría bien. Hay turismos muy diferentes. El que vive en Toledo, duerme en Toledo, mejor si es un hotel, no es un problema. Pero muchas veces estamos acostumbrados al modelo transatlántico, en el que a las diez de la mañana vienen cincuenta autobuses, y monopolizan el espacio público durante unas horas, no consumen un botellín de agua y a las once y media están saliendo por San Martín camino de Ávila. Esas empresas que maltratan el espacio urbano y que no aportan nada, sino que se convierten en un problema, que generen un dinero para disponer de una ciudad más amable para sus visitantes. La tasa turística no es tanto una manera de recaudar, sino la vía para generar una ciudad más amable. Si pagas, estableces un contrato para una serie de servicios.
¿Cómo ve el Salón Rico?
Me parece fantástico. Era inaudito que el Salón Rico, un espacio monumental espectacular, estuviera completamente abandonado y en peligro de pérdida absoluta a cincuenta metros de Zocodover. Al abrirlo al público se ha garantizado la recuperación de un bien y, sobre todo, cerrado una herida. Un espacio de ruina como ese en un lugar tan grande y céntrico al final se convierte en un cáncer, un elemento de despoblación e inseguridad que se va extendiendo. Hay que felicitar a los protagonistas de la recuperación. Luego queda la gestión del espacio. A veces tenemos la sensación en la ciudad de que somos capaces de hacer buenas restauraciones, pero falta la gestión. El Rojas no funciona por abrir la taquilla, sino porque hay un equipo gestor muy profesional y cualificado que le da sentido. La gente tiene la idea de que la Cultura lo sabe hacer cualquiera, solo hay que poner un escenario. Pero no, la Cultura es algo muy profesional y verdaderamente complejo. Está por ver el programa cultural en el Corral de Don Diego, que tiene un lugar maravilloso y todas las posibilidades de ser un éxito.
¿Vamos ya camino de salvar los Conventos?
Los conventos son uno de los elementos más complejos y más delicados en la ciudad de Toledo. Por un lado, está su propia morfología, porque hablamos de un porcentaje del Casco brutal, muy monumental, con un patrimonio acumulado, materia e inmaterial, espectacular, y por desgracia en una sociedad que no valora ese mundo. En toda Europa occidental hay una manera distinta de ver la religión y las creencias y contra eso es muy distinto luchar. Hay que trabajar para generar una condiciones de vida aceptable para las monjas. Tanto la Real Fundación, como la Real Academia, hemos trabajado con muchos conventos y hemos procurado dar a las monjas todas las herramientas para mejorar su vida. Logramos que todas las leyes de la Dependencia fueran las que mantuvieran las comunidades. Fuimos los primeros en establecer una red informática que les permitiera está en el mundo. Seguimos trabajando con ellas, pero es un problema mucho más complejo de lo que pueda parecer, también por las propiedades, porque hablamos de grandes monumentos que no son de una determinada comunidad, como en Belorado, sino propiedad de un estado extranjero, el Vaticano, donde incurren temas de derecho intencional, religioso y civil. Pero no por ser una cuestión difícil, vamos a parar, tenemos que ponernos manos a la obra. Ahí hay otro elemento que tiene que solucionar el POM, porque estamos hablando del 20 o 30 por ciento del Casco.
¿Qué va a suponer para la ciudad el centenario de la Catedral?
El centenario de la Catedral debería haber supuesto una nueva reivindicación del patrimonio cultural toledano y el desarrollo de cierto orgullo cívico, por seguir contando con títulos como el de la Primada, que dan sentido a algo tan excepcional como la Catedral de Toledo. Se debería haber hecho un proyecto más social, dirigido a lucir ese orgullo que todos los toledanos tenemos que tener. Pero las circunstancias no han sido probablemente las más favorables, pues al no haber Presupuestos Generales del Estado, es muy difícil la declaración de Acontecimiento de Excepcional Interés Público. Ha habido una serie de hechos que no han favorecido que se puedan trabajar en las condiciones más adecuadas, pero todos estamos trabajando y colaborando para que esto no pase desapercibido. Pudo haber sido un evento excepcional, pero al final será el evento que todos consigamos que sea.