Ni un día, cuando aún no se conoce las dimensiones de la tragedia en pérdida de vidas humanas, ni las consecuencias sociales y económicas de la catástrofe, los partidos políticos no se dan tregua y desde primera hora de la mañana del jueves comenzaron a arrojarse a la cara la gestión de la emergencia, las decisiones parlamentarias, las carreras por hacerse la foto, la falta de empatía ante una situación que es inédita aunque se hayan producido otras similares, porque las DANA, las gotas frías son frecuentes en la zona de Levante, pero nunca con esta virulencia.
Las polémicas políticas interesan sobre todo a quienes tienen la vista puesta en los réditos electorales de errores y aciertos a la hora de abordar unas inundaciones inusuales. Las víctimas de las lluvias torrenciales solo quieren soluciones a los asuntos que les afectan, la identificación de las víctimas cuanto antes para llorar a sus muertos y saber cómo se articularán las ayudas privadas y públicas para retomar cuanto antes su vida habitual, arreglar sus casas, mantener sus empleos y que los seguros actúen con rapidez. Ya habrá tiempo del análisis político de cómo han sido las actuaciones de todos aquellos que tienen responsabilidad en la respuesta a una catástrofe natural imprevisible, la peor de estas características en el último siglo.
Algo ocurre cuando a pesar de las deficiencias en la actuación del Gobierno central en el Congreso, el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, se ha afanado en pintar la cara al Ejecutivo y a la presidenta del Congreso, Francina Armengol, por no haber suspendido toda la actividad parlamentaria, y al anunciar una visita exprés a localidades afectadas de Castilla-La Mancha en compañía del presidente autonómico Emiliano García-Page. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez se ha puesto al frente del gabinete de crisis montado ad hoc ante la tragedia y tiene prevista su visita a la zona catastrófica el viernes. Quizá haya algún día en el que Gobierno y oposición no desaten una carrera por "la foto" y por el contrario comparezcan juntos en el lugar de una tragedia que no entiende de preferencias políticas.
Cierto que no ha habido demasiada empatía por parte de la presidenta de la Cámara Baja al seguir con un trámite parlamentario que bien podría esperar, pero la respuesta de Núñez Feijóo ha sido especialmente virulenta en sus aspectos políticos. Más comedida la del ministro de Política Territorial Víctor Ángel Torres que ha manifestado que ya habrá tiempo para hacer "las valoraciones pertinentes", o sea, saldar las cuentas políticas por los hechos de ayer, con los datos objetivos en la mano sobre cómo se desarrollaron los anuncios de las medidas de alerta y las medidas preventivas. Tampoco es ajeno a la lucha política que el gobierno de coalición entre el PP y Vox en la Comunidad Valenciana adoptara, a los cuatro meses de su constitución, la disolución de la Unidad Valenciana de Emergencias, un instrumento de respuesta rápida ante cualquier catástrofe.
Pasarán las lluvias, quedará el paisaje desolado por las consecuencias de las inundaciones y poco a poco se irán apagando los ecos de las declaraciones solidarias y las promesas de unas ayudas que tardan en llegar. Que se lo pregunten a los afectados por las erupciones del volcán Cumbre Vieja de La Palma de hace tres años.