«En la obra de pintores como Kirchner o Emil Nolde, o en la de cualquier otro representante del expresionismo alemán, que se fraguó durante los momentos inmediatamente anteriores a la Primera Guerra Mundial, no hay espacio para la frivolidad ni para la alegría de vivir que sí encontrábamos entre los impresionistas franceses varias décadas atrás». La historiadora del arte Palma Martínez-Burgos, profesora titular en la Facultad de Humanidades de Toledo, abrió la segunda sesión del ciclo de conferencias ‘La Gran Guerra: Historia, Arte,Cine’, enmarcado dentro de los seminarios de otoño de la institución universitaria de la Plaza de Padilla, con una conferencia sobre la manifestación del conflicto dentro de las primeras vanguardias. Martínez-Burgos destacó la agresiva plasticidad de los expresionistas alemanes que formaron el movimiento Die Brücke, su grito antibelicista y su interés por realidades sociales como la prostitución o la situación de los soldados recién regresados del frente. «El expresionismo alemán nos permite definir aquellos momentos pero no surge de la nada; hunde sus raíces en tradiciones seculares como el realismo germánico y la práctica del grabado», los cuales, junto con algunos ecos del romanticismo alemán del siglo XIX (Sturm und Drang), configuraron el movimiento, primero en Dresde y posteriormente en Berlín. La historiadora del arte prosiguió el periplo por el panorama alemán durante la Primera Guerra Mundial con otro movimiento, Der Blaue Reiter, gestado en Munich entre 1911 y 1914, con referentes como Wassily Kandinsky y Franz Marc, representantes del concepto de ‘arte degenerado’ que posteriormente será acuñado en tiempos de los nazis, años más tarde.
A continuación, Martínez-Burgos centró su atención en las aportaciones de los futuristas italianos. Leyó un fragmento del manifiesto de Filippo T. Marinetti y destacó algunas de las investigaciones técnicas de esta corriente, desde la cronofotografía dentro de las artes plásticas (con ejemplos como el Perro atraíllado de Giacomo Balla) hasta la elaboración de caligramas. La historiadora del arte mostró ejemplos como la célebre escultura Formas únicas de continuidad en el espacio, de Umberto Boccioni, y la Macchina tipografica de Luigi Russolo. «Ciertamente, fueron varios los casos de artistas futuristas, comenzando por el propio Marinetti, que se echaron en brazos de Mussolini; sin embargo, también hubo excepciones, como la del arquitecto AntonioSant’Elia, teórico de la denominada Città Nuova».
Martínez-Burgos finalizó la ponencia con una alusión al Dadá y su creación en el Cabaret Voltaire de Zurich en 1916. Movimiento nacido en plena contienda, provocativo y comprometido -mucho más que el hedonista surrealismo de una década después-, surgió de mano de figuras como Tristan Tzara y tuvo grandes representantes no solamente en Suiza, sino también en la Francia de Marcel Duchamp y Francis Picabia. Se valió para sus fines de técnicas como el collage (desarrollado con anterioridad por los cubistas), los rayogramas y el fotomontaje, así como una temprana indagación por los materiales de desecho mucho antes de la aparición del denominado arte povera.
El ciclo ‘La Gran Guerra: Historia, Arte,Cine’ finalizará esta tarde con una última ponencia, sobre la contienda en la gran pantalla, a cargo de Fernando Martínez Gil.