La celebración dominical del Corpus Christi, presidida por el arzobispo Francisco Cerro Chaves, señaló al amor como núcleo del sacramento cuya solemnidad brilla en el calendario festivo de Toledo. «La Eucaristía es Dios amando con un corazón humano, Dios amando con carne humana», aseguró el titular de la diócesis primada. Autoridades políticas, incluyendo al vicealcalde en funciones José Pablo Sabrido y los concejales del grupo municipal popular Juan José Alcalde y Pablo Corrales, graduados militares y policiales y representantes de los capítulos que procesionaron junto a la Custodio el pasado jueves, se congregaron, junto a centenares de fieles, alrededor del altar mayor de la seo toledana.
Durante la misa pontifical celebrada en la catedral primada, Cerro Chaves aludió al «sentido de fiesta y alegría» que proyecta el Corpus Christi en la ciudad, un espíritu que se contagia entre los fieles de Toledo durante su semana grande. «Nos seguimos preguntando, como hicimos el jueves, quién es la Eucaristía», indicó el arzobispo. «Y, como dijimos entonces [en la alocución], es Jesús: queremos ver a Jesús, es el deseo del corazón».
Durante la homilía, Cerro Chaves remarcó la importancia del sacramento eucarístico dentro de la Iglesia, una institución constituida para la vida en comunión del pueblo de Dios. «Perderse a Jesucristo es perderse lo mejor de la vida», proclamó.
El arzobispo, además, se detuvo en el «misterio» del sacramento y se apoyó en referencias teológicas pretéritas para reafirmar su carácter complejo, trazando analogías en apariencia contrapuestas. «Es la fuente y el sediento, es el pastor y el pasto, es el buen samaritano que se para con los heridos y es el herido que sufre».
En la fiesta de la Eucaristía, el primado recordó cómo «Dios se nos hace carne, se nos entrega y nos alimenta con su cuerpo y su sangre». El celebrante, además, reivindicó la importancia de la caridad en la jornada en que se conmemora tal virtud, una forma de amor a través de la que «siempre se ha expresado en la Iglesia».
El máximo responsable diocesano reclamó a los fieles «tocar la carne y la sangre de los pobres» como muestras de cercanía con el prójimo. «La caridad es el estilo del amor de Dios, un amor para todas aquellas pobrezas que existen». Cerro Chaves definió como obras de caridad aquellas que sirven a los más cercanos, los enfermos, a quienes demandan paciencia o los que ansían la paz. «Donde no hay caridad no hay amor. Todo lo que se hace con caridad se hace con amor».
La celebración litúrgica que cerró la semana grande toledana aplaudió «la actitud de distribuir ese amor» como un don que se desea más fecundo. «Cáritas es la Iglesia haciendo caridad», subrayó el arzobispo sobre la institución diocesana. «Que el Señor ilumine con sus ojos nuestra fe», concluyó.